De 1930 a 1946 se conformó la República Liberal que no fue más que la conquista del poder, tan luchada en todos los frentes -Guerra de los Mil Días incluida-, por parte del partido liberal, lo que se vino a llamar la Hegemonía Liberal. Ahora ya llevamos veinte años desde que el conservador Andres Pastrana le entregó la presidencia al liberal Álvaro Uribe y podemos hablar de una nueva hegemonía liberal cuatro años más larga que la original.
Repasemos un poco. En la época del acuerdo entre los dos únicos partidos, de intercalarse en el poder, surgido luego del fin de la dictadura de Rojas Pinilla, se dio una circunstancia que alteró radicalmente el transcurso de nuestra triste historia política. Un despótico Lleras Restrepo decidió que no era en las urnas donde se definía quien sería presidente sino que él se encargaba de ese engorroso asunto y negoció, dicen que por treinta millones, con el general, indiscutible triunfador en esas elecciones conservadoras -las últimas sin participación de los liberales, como estaba acordado en el Frente Nacional (1958-1974)-, teniendo como rival a Misael Pastrana. El país habría sido otro si no ocurre lo que no debió ocurrir, nos habríamos evitado hasta el funesto M-19 que se fundó con el pretexto de que su aliado Lleras le había robado las elecciones al menospreciado, siempre despreciado por los liberales, general Rojas Pinilla. Y cuantas cosas más si Rojas hubiese ejercido la presidencia, bien o mal, sin romper el orden democratico con una maniobra dictatorial como la que ejecutó el chiquito Lleras.
Volvamos a la situación actual. El Centro Democratico es un partido que convoca a distintos partidos. No es un partido de principios, como sí lo han sido el conservador y el liberal desde sus orígenes con las renovaciones ineludibles. Resulta que los posibles candidatos, para la presidencia de 2022, con mayor prestancia son conservadores. A Oscar Iván Zuluaga, conservador, le robaron la presidencia los liberales santistas, como ha quedado claramente comprobado, y no contó con un decidido respaldo de los liberales de su nuevo partido el Centro Democrático para reclamar sus votos. Ahora, ojalá, aspirará de nuevo y le tocará definir su candidatura compitiendo con Rafael Nieto, conservador, Paloma Valencia, conservadora, María Fernanda Cabal, conservadora y Paola Holguín, liberal.
¿Le darán el chance a un conservador o seguirá la nueva hegemonía liberal en el poder? Ante la perspectiva de una subida de la izquierda comunista valdría la pena recomponer los desaguisados del pasado cuando la democracia sufrió el golpe de Estado perpetrado por Lleras Restrepo.
No será de extrañar que otros liberales aspiran de nuevo al poder como el nieto del mismo Lleras Restrepo o cualquiera de aquellos que consideran que si Duque es presidente por qué ellos no.
(Estas reflexiones me surgieron luego de recorrer el destruido centro de Bogotá y ver que a la estatua de Carlos Lleras Restrepo, frente al Palacio de San Francisco, no la habían vandalizado).
P.S.: Leer a Juri Lina pone los pelos de punta. Así como la masonería y los illuminati fraguaron la Revolución Francesa, la Revolución Rusa y muchas otras más, no sería extraño que estén detrás de las maquinaciones que están llevando el país a la debacle. Sus estrategias, y las nefastas consecuencias, en poco han cambiado. ¿Teorías conspirativas? Lo cierto es que conspirar es un verbo que se sigue conjugando y conjurando.
