La nueva normalidad.

La emergencia sanitaria generada por la pandemia ha desnudado la fragilidad de los sistemas inequitativos que hemos construido por siglos y nos mantiene en una incertidumbre que sobrepasa cualquier cálculo. Pero también permite reflexionar sobre los cambios que estamos experimentando en las formas de relacionamiento. Temas como la seguridad virtual, el teletrabajo, el estudio por medios remotos y las relaciones sociales sin contacto físico cobran fuerza a golpe de las circunstancias. 

Los cambios fueron drásticos y rápidos. De un día para otro, iniciamos una cuarentena que parece no tener fin. Mientras en Colombia se hacen pruebas de reactivación económica, en China volvieron las cuarentenas en algunas zonas por la reaparición del brote del virus. Nadie estaba preparado para esta situación, pero el efecto de la implementación de medidas de aislamiento, control de aglomeraciones y restricción del transporte público, al tiempo que se adecúan las instalaciones sanitarias y se hace un estricto seguimiento epidemiológico, han demostrado ser efectivas en Bogotá. También han funcionado las zonas de cuidado especial en aquellos sectores de la ciudad donde el contagió creció más rápido.

Por supuesto, comparto la preocupación por la reactivación económica. Son muchos los sectores afectados por la crisis en Bogotá que necesitan volver a entrar al ruedo, de manera gradual, sobre todo, porque el tejido empresarial en la ciudad está integrado básicamente por micro, pequeñas y medianas empresas, muy vulnerables en la coyuntura. A este tema hemos dedicado varias columnas.

Justamente ese equilibrio necesario entre mantener condiciones de cuarentena que permitan salvar vidas y, al tiempo, garantizar que la economía subsista, es la versión actual de “nueva normalidad”, término acuñado en 2008 a propósito de los efectos de la crisis financiera en Estados Unidos para advertir que el crecimiento de su economía no alcanzaría las cifras de antes. Lo anormal se vuelve normal, un oxímoron puro que, en tiempos de coronavirus, le disgusta a Trump. 

Esta “nueva normalidad” incentiva la virtualidad y otras formas de movernos y relacionarnos.

La virtualidad

El comercio electrónico fue el más beneficiado con esta coyuntura de la pandemia, ha crecido más del 41%, en el país, comparado con año pasado, sin incluir las estadísticas del día sin IVA que fue un evento atípico. A propósito, qué bueno que se previeron medidas especiales en varias capitales del país para el segundo día sin IVA del 3 de julio, como ampliación de horarios y restricciones para compras de ciertos productos, como electrodomésticos, en compras directas en almacenes.

A lo largo de la cuarentena, firmas de envíos como Uber Eats, Rappi, Mercado Libre y Amazon son las más utilizadas en estos momentos. En general, las empresas de todo tipo se vieron obligadas a ofrecer sus productos en línea para sobrevivir. Es que muchos de nosotros hemos pedido un domicilio en medio de esta crisis, dado el cierre de los establecimientos.

Los mercados campesinos también se han abierto espacio en el comercio electrónico, aprovechando también el respaldo del Distrito para la capacitación e impulso a las nuevas tecnologías en este campo. Y no solo se puede comprar digitalmente, también a la distancia y desde el teléfono se hacen envíos. Estos son algunos de los teléfonos a los que pueden hacer sus pedidos: 3108711552, 3112145267, 31331449986, 3133707710 y atención mayorista para tiendas en el 3133646912.  

Con este obligado auge del comercio on line se ha superado con creces el temor o la barrera a comprar en línea y a fortalecer la seguridad digital. 

El teletrabajo es otro tema que se convirtió en una actividad normal. No fue fácil en muchos hogares pues no se contaba con acceso a internet, o con la capacidad que se requiere ahora, o con los suficientes equipos para que varias personas estén conectadas al tiempo. Tampoco sigue siendo fácil para muchas familias y, especialmente, para muchas mujeres, asumir mayores obligaciones e invertir más tiempo en la formación de los niños y niñas, así como en las labores domésticas. El mundo virtual abre la puerta a una nueva dimensión de la economía del cuidado que aún no hemos evaluado.  

La nueva movilidad 

En Bogotá, el Plan de Desarrollo tuvo que cambiar para atender la contingencia. En temas de movilidad se adoptaron medidas pro bici que impulsamos desde el Concejo como la política distrital de la bicicleta, el sistema de bicicletas públicas, programas de seguridad vial para ciclistas y peatones, la construcción de cicloparqueaderos y el registro obligatorio de bicicletas, que ayudará a combatir el hurto. 

También se busca que la ocupación de Transmilenio se mantenga por debajo del 35%, para lo cual, he insistido, se requiere del funcionamiento de los buses del provisional, cuyas empresas están a punto de ir a la quiebra.

Una disposición que se mantiene en la nueva normalidad es la no aplicación de pico y placa para vehículos particulares (siempre y cuando se movilicen en el marco de las actividades permitidas en las excepciones) y de transporte público colectivo, así como la exigencia de tapabocas y distanciamiento en el servicio público.

Salud mental 

Existe una preocupación creciente por los efectos del confinamiento en la salud mental, especialmente en relación con la ansiedad y la depresión. Según un estudio del Icesi, los niveles de preocupación pasaron de 3,9 a 5,2 y de depresión de 1,9 a 3,3 en una escala de 0 a 10. El cese de actividades como viajar, salir a comer, o disfrutar de conciertos, obras de teatro o películas en una sala de cine, están teniendo un efecto en las personas. Las citas médicas y terapias virtuales han aumentado por culpa de los trastornos en las rutinas sociales, parece que teníamos más vida social de lo que imaginábamos. También el distanciamiento con nuestras familias ha incrementado estas cifras. El estudio mencionado indica que las mujeres, tan solo en el primer mes de confinamiento, son las que más han sintieron depresión en un 56%, los hombres en 44% y las personas entre los 26 a los 35 años en un 24%. Los gobiernos locales y el sistema de salud deben reforzar su capacidad de atención y orientación al público. En Bogotá, existen líneas de apoyo gratuitas en el 106 y por WhatsApp en el número 3007548933 de la Secretaría Distrital de Salud.

En una columna por separado nos ocuparemos exclusivamente del crecimiento de la violencia contra las mujeres que ha registrado cifras alarmantes. La Secretaría de la Mujer ha reportado un aumento del 200% en el número de llamadas a la Línea Púrpura y el registro de 30 casos diarios de violencia durante el confinamiento (hasta 15 de junio). Los números de atención de la Línea Púrpura son 018000112137 y WhatsApp Púrpura 3007551846.

La nueva normalidad

Este momento sui generis pone a prueba nuestra capacidad de adaptación y nos adelantó circunstancias que pensábamos que llegarían en un futuro remoto. Se junta con las crisis climáticas y reclamos de justicia y equidad a lo largo y ancho del planeta, una mixtura que bien puede ser la oportunidad de cambiar el rumbo.

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