La práctica estrechamente ligada a la teoría

En 1982 fui a casa de Ricardo Porro, arquitecto cubano antiguo amigo de Castro y de su revolución que vivía exiliado en Paris luego de su ruptura con el régimen comunista. Al termino de mi visita quiso saber que estaba leyendo y le mostré el libro que llevaba bajo el brazo, “La verité en peinture” de Derrida.

-¿Cómo te ha parecido?, me preguntó.

-Muy interesante pero no he entendido nada.

Entre los filósofos franceses que sobresalían en ese momento se encontraba Derrida junto a Foucault, Deleuze y Guattari. El término “deconstrucción” los emparentaba y lo pusieron de moda a pesar del lenguaje intrincado que caracterizaba a estos autores. Hablar de “deconstruir” se volvió habitual en el ámbito universitario y, cuatro décadas después, lo vemos hoy asociado con lo que algunos llaman el “escalamiento del proceso insurreccional” que se ha venido presentando tanto en los países del sur del continente americano como en Estados Unidos.

Cierto esnobismo de sus lectores les permitía a ciertos filósofos escribir cosas como estade Felix Guattari:

“La subjetividad es producida por agenciamientos de enunciación. Los procesos de subjetivación o de semiotización no están centrados en agentes individuales (en el funcionamiento de instancias intrapsíquicas, egoicas, microsociales), ni en agentes grupales. Esos procesos son doblemente descentrados…”

De ese incomprensible lenguaje pasaban tranquilamente a enunciados de fácilcomprensión como este:

“La escritura nunca fue objeto del capitalismo. El capitalismo es profundamente analfabeto.”

O este:

“La extrema derecha ha adquirido una posición muy peligrosa a nivel político.”

Ambas citas, muy cercanas a la de los grafitis callejeros, son del mismo Guattari.

Este filósofo visitó siete veces Brasil donde encontró un campo propicio para sembrar la semilla de lo planteado en su libro “La revolución molecular”, escrito en 1977. Allá fue recibido calurosamente por “escuelas alternativas, movimientos gays y feministas, genteinteresada en montar radios libres y grupos del PT”. En 1982 Lula da Silva, líder del recién fundado Partido de los Trabajadores, concedió una entrevista al filósofo, quien desde
mayo del 68 se encontraba vinculado al ala radical del comunismo francés. Gracias a una antigua alumna, Suely Rolnik quien elaboró cuidadosamente su agenda, ya era conocido en el ámbito universitario brasileño.

En ese encuentro Guattari hace la siguiente pregunta a Lula:

-¿De modo que no ves, en lo alto de la escalera, un modelo de tipo soviético, o chino, o cubano?

-No, de ninguna manera. ¡Ni siquiera francés, o sueco!, fue la respuesta. Ocho años después se conformó el Foro de Sao Paulo. Guattari alcanzó a verlo… falleció en París por causa de un infarto dos años después.

Desde ahí se ha venido jugando la suerte de la región.

P-S. No es coincidencia que el libro “La revolución molecular” haya sido editado en español sólo cuarenta años después de su versión original y en un momento tan “oportuno” cuando la región se ha visto convulsionada por manifestaciones violentas que de espontaneas no tienen nada. Como es de suponer su lenguaje es accesible a
cualquiera. No es el “Antiedipo” ni “Mil mesetas”, es apenas un manual que “toca ponerlo en práctica si queremos salvar un mundo que no tardará en estar tan muerto como Pompeya”, como lo aconseja un artículo publicado por El País de España.

Para quienes promueven el actual “proceso insurreccional”, la practica tiene que estar estrechamente ligada a una teoría filosófica transformada en manual de fácil lectura... No se puede pedir a esos pobres muchachos que además de tirar piedra y activar bombas entiendan que diablos es “Deconstrucción” y mucho menos “Revolución molecular disipada”.

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