Diego García Bejarano

Ingeniero ambiental sanitario. Especialista en gerencia de recursos  naturales y magister en gobierno y políticas públicas. Fui director de Arborizacion Urbana en el Jardín Botánico, director de Ambiente y ruralidad en Secretaría de Planeación Distrital, concejal de Bogota, director de la Región Administrativa Planeación Especial. Guía profesional de turismo, profesor universitario. Co creador del programa BiciRegion y la ruta turística de la leyenda del Dorado. Asesor de turismo de naturaleza.

Diego García Bejarano.

La ruta Monfortiana (parte I)

Desde Bogotá hasta Villavicencio, se abre la trocha milenaria conocida como la ruta Monfortiana. 5 días para atravesar, entre otros lugares, el imponente cañón del río Guatiquía, el páramo de Chingaza y la laguna de Ubaque. 

Todo puede empezar desde la reserva del Delirio, ubicada en la localidad de San Cristóbal, subiendo por la calle 11 sur, muy cerca al batallón de la Escuela Logística. Lo recuerdo muy bien, como buen contingente 5 del 93 cuando estuve regalando el servicio militar. Sin embargo, de las cosas que ya no vivirás, cuando decidas hacer este trekking de Bogotá a Villavo, es la palabra de recibimiento de Reinaldo Venegas, el eterno guardabosques del Alto Fucha. Se pensionó, y hoy hace parte de la memoria histórica del lugar. Siempre será un honor recordarlo.

Pero antes, un poco de contexto

El camino monfortiano ha sido dibujado desde tiempos donde los Muiscas de la altiplanicie bogotana, intercambiaban con sus semejantes los Guayubos de las tierras bajas de los llanos orientales. Narran algunos historiadores, que la presencia de hayo (especie de Coca para los nativos) y el uso del algodón, son prueba de ello, y tienen toda la razón, porque por las tierras paramunas, estas especies nunca han pegado. 

El camino daba pie a la conexión de grandes cacicazgos: Fómeque, Ubaque y Choachi, quienes en medio de disputas, defendían sus dominios sobre la garganta geográfica e hídrica de Chingaza. Toma su nombre de camino Monfortiano, en recordación por una poderosa compañía religiosa que dejó importantes obras. Estos misioneros tomaron posesión de la misión dada por el Estado Colombiano, para confiarles el cuidado de zonas del país, que para este territorio, sumaba más de 250.000 kilómetros cuadrados, algo que iba desde la parte oriental de la hoy Cundinamarca, Vichada, Vaupés, Guaviare y Guainía. 

Motivadas por la acción evangelizadora, las cuatro primeras hijas de la sabiduría dedicadas a los asuntos educativos y de salud, tomaron los caminos ancestrales para llegar a Villavicencio.  Allí, sucedido de otros vicarios, fundan en 1910 el hospital Monfort.  Y en menos de dos décadas establecen la comunicación inalámbrica, el impulso de la aviación, el ferrocarril de oriente, fábrica de textiles, la primera emisora, estaciones meteorológicas, el banco San José y otras varias importantes gestas. 

Esta ruta, aunque la conocemos hasta Villavicencio, se encuentra trazada y andada por antiguos religiosos, llegando al mismo río Papurí en Vaupés, donde también existe un poblado llamado Monfort. 

Ya luego, el Estado Colombiano retoma su dominio sobre esta parte del país, retiran de su misión a los religiosos, y el desarrollo de este territorio recobra lo que hoy conocemos: abandono y vestigios de lo que pudo haber sido.

Primer día del camino Monfortiano

Con el anhelo misionero de llegar algún día a Vichada, se inicia la caminata desde la capital colombiana para llegar a la capital del departamento del Meta en cinco días. Ya ubicado en la reserva el Delirio, andamos por un camino muy bien demarcado, con pendiente moderada, en gran parte empedrado por los antiguos indios y en muy buen estado de conservación. Se avanza 8 kilómetros aproximadamente por el corazón del páramo Cruz Verde, donde nace el río Fucha, que escurre aguas hacia Bogotá y las aguas del río Palmar que baña a Ubaque. 

Por muchos tramos sientes caminar sobre un pequeño riachuelo, y es natural, ya que el camino está trazado por el agua misma.  Al igual que el camino que lleva de Uribe a Colombia Huila, existe un “alto de la cruz”, donde los caminantes, sobre todo arrieros, han dejado sus cruces improvisadas con material del camino, en homenaje o agradecimiento por alguna pena pendiente.  De este punto hasta la vereda Belén empieza uno de los resbaladeros mas lisos que jamás haya caminado. No te sostienes ni estando quieto de pie. Hermosas lajas muy bien puestas, hace de este tramo un momento agotador y desgastante. Luego de encontrar el carreteable, ya puedes ubicarte en el sitio conocido como “punto rojo”, donde hay acceso de carros para acortar tu llegada a Ubaque. 

En este momento debes aprovechar la vereda Guayacundo en la casa de don Carlos Moreno, donde un almuerzo tipo cena, estará cocinándose a leña para ese deleite de sabores campesinos. Aquí recomiendo recobrar fuerzas y subir al cerro para ver en 360 grados los municipios de Ubaque, Fomeque y su laguna sagrada. 

Seguidamente nos movilizamos por camino real que comunica el cerro con la laguna de Ubaque, aquella que, en tiempos muiscas, era uno de los pueblos límites de las “carreras” en torno a la tierra. Ubaque también es muy recordada por ser el lugar donde aconteció la última ceremonia pública que hicieran los muiscas, por allá en el año 1563, cuando los españoles celebraban la navidad y los indígenas el solsticio. Ese día, el cacique propició su propia ceremonia de muerte, y con llanto, chicha, baile y profunda tristeza, daban por hecho, la inminente desaparición de toda una civilización.  Se sentenciaba la extirpación de nuestras raíces indígenas. 

Con ese peso histórico, visitamos el museo del maíz, donde somos recibidos con una comunidad que rescata la cultura de los muiscas. Finalizamos el recorrido a partir del museo, aproximadamente 10 minutos para llegar a la laguna de Ubaque, donde realizamos un ritual de agradecimiento con el camino recorrido y en memoria del profundo relato de dolor y aguante, por los cambios tan duros que padecieron nuestros antepasados. 

Este primer día a descansar en hoteles de Ubaque y preparar la madrugada rumbo a Chingaza.

Dia 2: La garganta hídrica de Chingaza

El día empieza a las 5 de la mañana, realizando el desplazamiento en carro 4x4 desde el hospedaje hacia la vereda las Cananeas de Fómeque, donde inicia el recorrido. En el transcurso del viaje se puede visitar el Convento Hijas de la Sabiduría, Casa de retiros Villa Trichet, ubicado en Choachí. Después de 1 hora y media de trayecto llegamos a la casa de la señora Marina, y en este lugar desayunamos. ¡Esos amasijos de sagú son inolvidables! Posterior a esto, se retoma la caminata por trayecto en un sendero de herradura desde el punto alto del Encenillo hasta el predio La Laja. En el tramo se cuenta con un sendero de piedra con escorrentía superficial leve, pasando por ecosistemas de bosque alto andino y páramo. El tiempo que se gasta hasta la laja es de 3 horas aproximadamente. 

La casa del predio La Laja es un escenario de interés turístico cultural, debido a que tiene una antigüedad con más de un siglo y está acondicionada para recibir amablemente a sus visitantes. Aquí almorzamos, con sabores caseros y sazón de campo.  Este hermoso proyecto familiar, que lidera doña Marina, es un imperdible de visitar y pernoctar. 

Iniciamos nuevamente a caminar para llegar al parque Natural de Chingaza. Un tramo que se caracteriza por pendientes pronunciadas hasta llegar al páramo, donde a partir de este lugar el terreno se torna plano, y nos conduce al rio la Playa, sector de la Batea, para finalizar el día recorrido. En este trayecto se puede disfrutar del paisaje y avistar venados cola blanca, águilas, entre otras especies y realmente es muy probable encontrarse a su majestad, el señor Oso de Antejos.

Es vital contar con logística previa en este punto, ya que se debe trasladar en camioneta hasta los alojamientos del Parque Chingaza y pasar la noche en los cómodos dormitorios que administra la organización campesina, CorpoChingaza.

Este lugar cuenta con senderos muy bien diseñados, como debe ser, lugares transitables con plataformas delicadamente puestas en los páramos, de manera que se permita el disfrute con respeto y tranquilidad. Una noche nunca será suficiente en Chingaza, pero nuestro camino estaba trazado para continuar hacia San Juanito, aunque la mente ya divagaba en los otros caminos que no había tomado. 

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Diego García Bejarano.
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