Las lecciones de la Séptima

Esta semana conocimos la resolución del Instituto de Desarrollo Urbano –IDU- donde se revoca definitivamente la licitación de Transmilenio por la carrera Séptima, un triunfo enorme de la democracia y la ciudadanía sobre la imposición de proyectos sin respaldo ciudadano, más aún cuando el proyecto era una idea fija de un mandatario que ignoraba todas las consideraciones técnicas. Es un proceso que deja muchas lecciones para futuros gobiernos, pero, sobre todo, nos muestra que no se puede planear la ciudad de espaldas a sus habitantes.

Transmilenio por la carrera Séptima era una obra que desde el inicio tuvo una enorme oposición ciudadana, en las pocas encuestas que se realizaron sobre el tema apenas el 26% apoyaba el proyecto. Desde el anuncio que hizo la administración de turno, la gente rápidamente manifestó su voz de protesta.

Inicialmente, el exalcade Peñalosa intentó retomar los diseños del año 2006 pero, ante los drásticos cambios de la avenida en 10 años, no tuvo más remedio que contratar los estudios nuevamente, como así lo hizo en 2016. Sin embargo, nunca se hizo un análisis serio de alternativas, proyectos como el Regiotram Norte, que hoy avanza, fue simplemente descartado sin argumentos. En respuesta a un derecho de petición sobre este estudio, la Administración respondió con una lánguida tabla con caritas felices y tristes. De no creer.

Transmilenio por la séptima
Créditos:
Ilustración 1 respuesta SDM a derecho de petición sobre estudio de alternativa para la cr. 7ma 2018

La administración justificaba la obra constantemente como una ayuda a los barrios más al norte de la ciudad, sin embargo, se negó a extender las rutas duales y el carril preferencial a la calle 170, por supuesta falta de demanda, algo claramente contradictorio. La participación ciudadana se limitó a escoger el nombre de las estaciones y a examinar algunos diseños alternativos para algunas de ellas. Nada de fondo.

Luego de bastantes problemas y retrasos del contratista de los diseños (INGETEC), la licitación finalmente se abre en el año 2018. En ese momento, varios grupos de ciudadanos empiezan a presentar acciones jurídicas en contra de la intervención planeada para la vía. Se presentaron acciones para proteger el Parque Nacional, el patrimonio arquitectónico y cultural de la carrera séptima, para hacer efectivo el derecho a la participación y varios motivos más. A lo largo del proceso 3 medidas cautelares fueron otorgadas por diferentes jueces.

La última medida cautelar otorgada, aun hoy vigente, se debió a la evidente falta de armonización del proyecto con el plan de renovación urbana El Pedregal, lo cual ponía en riesgo las compensaciones a la ciudad por parte de los desarrolladores. Por ejemplo, con Transmilenio por la Séptima quedaba en el aire la zona de regulación de SITP Zonal incluida en El Pedregal. Esta medida fue otorgada apenas un par de días antes de la adjudicación del proyecto.

Finalmente, haciendo eco de las denuncias ciudadanas sobre los problemas técnicos y la improcedencia del proyecto, la alcaldesa Claudia López lo descartó. La ciudad se va a ahorrar casi 2 billones de pesos de una obra inconveniente y que amenazaba con “caraquizar” la emblemática carrera Séptima.

Ahora, surge un nuevo reto. Aunque había un enorme consenso sobre la inconveniencia de Transmilenio en la Séptima, no ocurre lo mismo con lo que debe ser la solución que lo reemplace. Hay ideas divergentes: un tranvía, un metro ligero, la simple mejora del carril preferencial existente o un carril segregado en varios tramos a buses eléctricos de piso bajo, entre otras. En lo que todos concuerdan es en la necesidad de más espacio público, más árboles, cero diésel y una mejora radical de los andenes en la vía.

Sin duda, la mayor lección es que, sea cual sea la solución, ésta requiere de la participación y el consenso ciudadanos en la definición de sus aspectos estructurales y no únicamente estéticos.   

Es destacable, como el rechazo a esta obra unió diferentes sectores, como ambientalistas, especialistas en movilidad, defensores del patrimonio, urbanistas y colectivos como NoTm7a, que mostraron rigor en sus argumentos para oponerse al proyecto. Los tiempos han cambiado y la ciudadanía es consciente de su poder.

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