Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Liderazgo político-militar a la baja

El liderazgo militar es una variante muy específica del liderazgo en general. Parafraseando al general Colin Powell hemos definido el liderazgo como “el arte que consiste en hacer real lo ideal”.

Muchos expertos en Administración Pública colombiana no ponderan el liderazgo como una parte sustantiva a la hora de abordar la acción gubernamental y su instrumento fundamental (Políticas Públicas) por considerarlo como un asunto trivial. Precisamente, esta visión esconde en la gestión pública muchos errores y promueve en la opinión pública muchísimos mitos. 

Hecha esta pequeña introducción, pasemos al caso que nos compete. Desde el pasado 7 de agosto, el país viene sufriendo un déficit de liderazgo político incontrovertible que se refleja en varias áreas de nuestra Administración Pública a nivel nacional. 

La defensa y seguridad nacional es una de estas áreas donde el liderazgo político-militar está en deuda. La dupla Petro-Velásquez, como responsable de este sector, es un excelente ejemplo de la falta de conocimiento como del escaso ejercicio eficaz de mando.

Es oportuno recordar que liderar los asuntos estratégicos de cualquier país supone comprender la política exterior, la defensa y seguridad nacional y el comercio exterior en función de un imperativo geográfico que condiciona obviamente la agenda de los intereses vitales de cada Estado, según sea el caso. 

Ahora bien, en lo que refiere estrictamente al orden público, la autoridad de la dupla Petro-Velásquez no debería restringirse al sentido legal (en términos de Weber); de ahí que la autoridad carismática tendría que suplir lo que tampoco tiene, la mentada dupla, en materia de autoridad tradicional. 

Me explico. Que la autoridad provenga de lo que jurídicamente se prescribe resulta tan insípido como decir que las cosas se hacen así porque “el jefe soy yo”. Por mandato legal, muchos servidores tiene una posición de mando; pero, vale la pena preguntarse si son verdaderamente líderes. 

Y es que ni Petro ni Velásquez tampoco son las mejores muestras de autoridad tradicional, pues, decir que Petro no ha lesionado el “honor militar” resulta tan falaz como decir que solo había que llevar la parapolítica, como magistrado auxiliar, hasta sus últimas consecuencias y, a nombre de la “paz”, eludir los nexos de las guerrillas con los diferentes sectores del poder nacional. 

Ante un escenario como este, la autoridad por vía carismática es la única opción que se tiene para inspirar un pie de fuerza que se sienta debidamente motivado y comprometido para construir una visión estratégica de país. Sobre todo, cuando para nadie es un secreto que la “moral de la tropa” ha quedado tocada por cuenta de la victoria de la guerra revolucionaria. 

Y es que gracias al profesionalismo de nuestra fuerza pública le resultó muy fácil comprender que la táctica de la negociación aplicada por la subversión ha dado sus frutos y que por vía de los famosos “procesos de paz”, con amnistías e indultos y justicia transicional abordo, el M-19 y las FARC lograron su objetivo estratégico vulnerando así toda la justicia y su respectiva administración. 

Nuestros soldados y policías saben de sobra que a nombre de “la paz” lo han subvertido todo. Y a pesar de ello, han respetado y respetarán (como debe ser) el principio fundamental que rige las relaciones cívico-militares en todo régimen democrático; a saber: subordinación del poder militar al poder civil. 

En “Se busca MinDefensa” relacioné 7 motivos por las cuales, Iván Velásquez, no resulta el hombre idóneo para liderar la cartera que a su cargo tiene. Citaré apenas unos hechos adicionales que me asisten, aún más, en razón:

A pocos días de iniciar la nueva administración, el 12 de septiembre, hubo una masacre en Landázuri (Santander) que dejó por saldo 9 muertos; el 20 de noviembre las disidencias de las FARC asesinaron a 23 personas en el Putumayo valiendo que Petro dijera “Se matan entre sí como si fueran desechables”; el 6 de diciembre las mismas disidencias de las FARC asesinaron a 6 soldados en el Cauca; el 28 de diciembre Petro anunciaba un cese al fuego con el ELN que no existió; el 29 de marzo el mismo ELN asesinó a 9 soldados en el Catatumbo y, por si fuera poco, días después por redes sociales se conoció una foto en la que la misma guerrilla del ELN utilizó a 6 niños para retratarse.  

A manera de cierre, no se podrá esgrimir la pueril afirmación que detrás de una crítica a los responsables de la defensa y seguridad nacional se haga un llamado al desconocimiento de su autoridad. Lamentablemente, la autoridad de la dupla responsable se circunscribe a la esfera legal; de ahí que el déficit de liderazgo político-militar nos conduzca al siguiente interrogante: ¿esa falta de mando sobre la tropa es lo está produciendo que oficiales y suboficiales pidan la baja masivamente? El Ministro ilustrará al país sobre este tema y otros tantos en el debate de moción de censura que afrontará próximamente.  

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