Liliana Bitar Castilla

Cordobesa. Senadora del Partido Conservador. Vicepresidenta de Comisión Tercera Senado. Economista, especialista en Gerencia. Más de 24 años trabajando en el sector público. Sus principales preocupaciones son el impulso del emprendimiento, así como el empoderamiento económico de la mujer.

Liliana Bitar Castilla

Llamado de emergencia de los pacientes colombianos: ¡No hay medicamentos!

En las últimas semanas ha venido creciendo una preocupación latente sobre la escasez de medicamentos que afecta a muchísimos pacientes a lo largo del territorio nacional, especialmente a quienes tienen tratamientos de salud delicados. No podemos desconocer que el Ministerio de Salud ha tratado de identificar cuáles son las causas para darles solución, pero lo cierto es que las medidas por parte del Gobierno, el Invima, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), y quienes conformar el gremio del sector salud deben verse reflejadas en el corto plazo para evitar una crisis peor, cuyas consecuencias las termina pagando el ciudadano de a pie.

Lo primero que se debe decir es que según el mismo Ministerio de Salud, este desabastecimiento de medicamentos no es algo nuevo, sino que viene como un rezago de la pandemia por el Covid-19 y sus causas son múltiples. Algunas de ellas son: incremento en la demanda, problemas en la cadena de producción y distribución, inconvenientes de logística, falta de principios activos, costo del dólar, entre otras.

Sin embargo, hay que aceptar que en el último mes las alarmas se han prendido. Particularmente, la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi) denunció que hay una escasez de, al menos, 1.242 medicamentos, muchos de estos requeridos para controlar la hipertensión arterial, los trastornos mentales y dolores fuertes.

Por otra parte, se ha reportado en algunos medios de comunicación y en redes sociales la intención del Gobierno de comprar medicamentos a Cuba. Además, el Ministerio de Salud anunció el pasado 6 de febrero la creación de la Agencia Latinoamericana de Reglamentación de Medicamentos con la que se busca una comisión para regular fármacos con otros países.

Frente a lo anterior, hay que señalar que las opciones de importación de medicamentos, independientemente del país o los países con los que se acuerde esta compra, debe ser consultada y revisada en función de la conveniencia económica y la autonomía nacional. Si, precisamente, una de las políticas bandera del Gobierno actual es fortalecer la producción e industria nacional, sería paradójico emprender la búsqueda afuera de las fronteras, cuando lo que se puede hacer es apostarle al fortalecimiento responsable en condiciones de libre competencia del mercado interno de medicamentos.

Sea esta también la oportunidad para que el sector salud y las autoridades competentes como la SIC hagan una revisión minuciosa de los elevados costos de muchos fármacos que se producen en el país y que probablemente están muy por encima del costo real para el sistema de salud. Adicionalmente, la nueva directora del INVIMA tiene un gran reto por delante como cabeza de la entidad responsable de la centralización y gestión de alertas de desabastecimiento de medicamentos.

Para finalizar, es importante que más allá de encontrar quién es el responsable de esta situación, los sectores y entidades a cargo encuentren un sano engranaje que conlleve a darle respuesta rápida a los pacientes de Colombia. La salud de los ciudadanos no da espera y enfermedades como la diabetes, el cáncer, la hipertensión y la salud mental requieren una atención inmediata, sin dilaciones.

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