El ambiente mediático confuso y en cierta medida desinformador de los voceros de los partidos de gobierno y algunos miembros del propio gobierno, que son una poderosa mayoría, generan una indiscutible zozobra y una preocupante incertidumbre en la población, incluida una creciente fracción que contribuyera a la elección del Presidente Petro. Asimismo, otra parte de ésta -no sé cuan representativa al día de hoy- sigue afirmando que en Colombia todo está cambiando para bien desde el pasado 7 de agosto.
Al margen de los análisis y predicciones expresadas minuto a minuto en las redes sociales por los diferentes actores políticos e influenciadores pagos y espontáneos, en algunos casos con rigor y en otros con un total empirismo y ligereza, dentro de los que ya fungen no pocos otrora periodistas, lo cierto es que más temprano que tarde los hechos terminan hablando por sí solos. Aun así, cada quién está en libertad de reconocer la realidad o de asumir una complicidad mirando hacia otro lado.
Son muchos los analistas económicos serios, de distintas vertientes o afectos políticos, que coinciden en afirman que los efectos de muchos aspectos de la reforma tributaria aprobada en el Congreso de la República y las erradas manifestaciones oficiales sobre frenar la exploración y explotación de nuevos yacimientos de petróleo y gas, traerá más pobreza y recesión que oportunidades y activación económica y social. Entre ellos, está Juan Camilo Restrepo, Juan Carlos Echeverry, Mauricio Cárdenas y Salomón Kalmanovitz. De otro lado, están los gobiernistas a la cabeza del ministro José Antonio Ocampo en una solitaria misión con el apoyo del libretista y novelista de televisión, Gustavo Bolívar, pero eso sí con el respaldo político de los partidos de gobierno que dieron vía libre a la referida reforma.
Personalmente, me quedo con los análisis y opiniones de los primeros. Las que expresa el señor Bolívar, dada su ignorancia en la materia, me generan simplemente vergüenza ajena. Las manifestaciones de reserva que expresara el expresidente Gaviria Trujillo, hace unas pocas semanas, sobre 11 puntos de la reforma tributaria y que daban indicios de que el Partido Liberal votaría la reforma con admirable responsabilidad, de la noche a la mañana se desvanecieron. Pero serán los hechos los que sigan hablando por sí solos.
Por lo pronto, los señores Restrepo, Echeverry, Cárdenas y Kalmanovitz acertaron en que los mensajes erráticos del gobierno producirían una vertiginosa trepada del dólar: para el 7 de agosto pasado la TRM - Peso por dólar (Tasa Representativa del Mercado) era de $4.337,28 y para el 3 de noviembre está en $5.015,84. El gobierno y sus voceros podrán decir lo que quieran pero esa es la tasa de cambio oficial que reporta el Banco de la República. También podrán culpar a quién quieran, pero entre el 7 de agosto y el 3 de noviembre de 2022 quienes gobiernan son los petristas y no el uribismo. El señor Iván Duque desde entonces ya no es el Presidiente.
Ojalá el pueblo colombiano, pero en especial el empresariado, pueda recibir mensajes reales de confianza de parte del gobierno. Ese corto circuito entre la ministra y viceministra de Minas con el ministro de Hacienda debe ser zanjado con claridad y contundencia. Ahora, también se anuncia, por parte de algunos que se presentan como voceros del gobierno, una reforma estructural a la ley de servicios públicos domiciliarios. El solo anuncio, sin que se conozca texto alguno, también empieza a tener efectos en los inversionistas de este sector, quienes, se diga lo que se diga, lo hechos dan cuenta de que han contribuido de manera significativa en la consolidación de unos servicios públicos domiciliarios de calidad y probada sostenibilidad.
La peor de las decisiones gubernamentales sería sumarle a la incertidumbre sobre el futuro del sector minero-energético, la propia y no menos grave sobre el sector de los servicios públicos domiciliarios. Según el DANE, en septiembre el costo de vida en el país aumentó 0,93%, y en lo que va corrido del año acumula el 11,4% -la inflación más alta en décadas-. Sin embargo, alimentos básicos de la canasta familiar como los huevos, el arroz, y las frutas frescas acumulan una inflación de 33%, 31% y 29%. La economía del país no soporta más mensajes erráticos y mucho menos sacar corriendo a los inversores privados en el sector de los servicios públicos.