Mario Andrés Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Andrés Huertas

Los retos del embajador Murillo

En su gira por algunos países de Suramérica, Anthony Blinken (Secretario de Estado) ha hecho una escala en Bogotá con el fin de precisar algunos detalles en las prioridades compartidas para el relacionamiento bilateral. Así las cosas, el embajador Luis Gilberto Murillo tiene una serie de retos que definirán, a futuro, el legado de su gestión.

Definida la agenda bilateral gira sobre tres ejes principalmente: 1. Lo que han convenido en llamar “paz total”, 2. La crisis climática y 3. La crisis migratoria, entremos en materia.

En efecto, por “paz total” se puede entender, según sus arquitectos, la aplicación a raja tabla de lo acordado con la guerrilla de las FARC, replicar este proceso con la guerrilla del ELN y, obviamente, legitimar todo lo que supone un cambio en el paradigma de la lucha contra las drogas.

A este respecto, Blinken dijo claramente que los EE.UU. le apuestan a un “enfoque holístico” para combatir la violencia y esto, más allá de garantizar que las fuerzas del orden puedan cumplir sus objetivos, incluye abordar otros temas como Derechos Humanos, equidad, inclusión social, corrupción, impunidad, entre otros, que coadyuven a reducir la demanda de drogas y los índices de criminalidad en el marco de una responsabilidad compartida.

Históricamente los EE.UU. han ubicado al narcotráfico como uno de los problemas vitales en la relación con Colombia. De este modo, los retos para la gestión del embajador Murillo serán: 1) que Colombia no sea tildado como un narco-Estado en razón a un posible aumento del narcotráfico como efecto de sustituir la fumigación por la erradicación manual; 2) que la política de sometimiento no sea vista como una operación de lavado de activos a gran escala; y 3) que esta política no se comprenda como un mecanismo de protección a los grandes capos del tráfico de estupefacientes.

En cuanto a la crisis climática que está íntimamente relacionada con la transición energética y con el reemplazo de la política de fumigación por la de erradicación manual, el jefe de la diplomacia estadounidense, reconoció que después de China, los EE.UU. es actualmente el segundo emisor de gases y dada su responsabilidad, el Congreso aprobó 370 mil millones de dólares para la lucha contra el cambio climático, de los cuales 11.4 mil millones están destinados al apoyo de proyectos que promuevan la transición energética.
No obstante, esto significa que apenas destinarán un 3.1% del monto total aprobado para la promoción de estos proyectos. Porcentaje demasiado bajo para el renglón de prioridades que ocupa dicha problemática. Acá está el otro reto que deberá gestionar el embajador y es precisamente lograr que, de ese escaso porcentaje, a Colombia le toque una parte significativa de la ayuda, pues, la prioridad de Washington está en apoyar a Ucrania.

En lo tocante a la crisis migratoria, Colombia se ubica como un país de paso dado que millones de migrantes atraviesan la selva del Darién para ir rumbo a los Estados Unidos y como un país receptor de millones de venezolanos que abandonan el país por las razones abiertamente conocidas y que muchos se niegan a reconocer.

Precisamente, Blinken ha resaltado la “increíble generosidad” de Petro al recibir más de un millón y medio de venezolanos en el marco de un plan que ha sido modelo para la región y el mundo. Sin embargo, esa generosidad se le debe al gobierno de Duque que diseñó todo un programa de protección temporal que busca salvaguardar las condiciones mínimas de supervivencia para los migrantes.

Pero, más allá de la verdadera generosidad de Duque y del impacto de este programa en la IX Cumbre de las Américas (Entiéndase: Declaración de Los Ángeles), lo importante para la gestión diplomática de Murillo será garantizar, de un lado, la sostenibilidad financiera de este programa con dineros que no afecten directamente el bolsillo de los colombianos y, del otro, una agenda de cooperación no solo con las autoridades panameñas, venezolanas y estadounidenses sino con demás actores humanitarios para todos los efectos.

En definitiva, se espera un liderazgo excepcional del embajador Murillo que le permita con flexibilidad sortear los retos que irán surgiendo a medida que la agenda se ejecute, lo que no lo exime de acompañar al Ministro Germán Umaña en todo lo concerniente a la renegociación del Acuerdo de Libre Comercio vigente aún entre ambos Estados.

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