El 11 de septiembre de 1980 yo tenía 9 años. Mis abuelos escuchaban la noticia en la radio: el M-19 se tomó una escuela y asaltó el Idema del barrio Bello Horizonte, suroriente de Bogotá. Cuenta la leyenda que los guerrilleros repartieron globos, cometas, poemas y canciones a los niños, mientras distribuían los víveres robados. La gente decía que los del eme eran buenos porque les quitaban a los ricos para darles a los pobres, más o menos como Robín Hood.
También ha sucedido al contrario: que los ricos le quitan a los pobres para quedárselo ellos. Estoy hablando, por ejemplo, de los 70 mil millones que iban para el internet de los niños en las regiones, del Ingreso Agro Seguro o del saqueo al mismo Idema. El Instituto de Mercadeo Agropecuario fue liquidado en 1997 por el presidente Samper debido a la robadera que desangró desde adentro a esa entidad. Los agricultores se quedaron sin cómo comercializar sus productos.
El ciudadano se aburrió de ver rateros de cuello blanco en los titulares y, con razón o sin ella, en la calle uno escucha frases irónicas como esta: -Votemos por alguien distinto para que no roben los mismos de siempre.
Durante doscientos años la chequera de la nación la han manejado a sus anchas los liberales y los conservadores. A la izquierda le ha tocado mirar de lejos y denunciar, desde la oposición, los desmadres de aquellos. (1)
Esa izquierda abraza hoy la posibilidad de trastearse a la Casa de Nariño. El triunfo de Gustavo Petro podría ser el sueño cumplido de quienes murieron asesinados en el intento: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. (2)
Conozco esa historia porque crecí en una montaña de Ciudad Bolívar cuando comenzó el exterminio de la Unión Patriótica. A los 13 años escuché la palabra comunistas en mi barrio, una loma de tantas en la localidad 19 de la capital, habitada por gente de la clase obrera: trabajadores de la construcción, de las fábricas y de las casas de familia. La mayoría vino del campo huyendo del horror y el abandono que no cesan desde cuando godos y liberales inauguraron la Violencia.
Entre un siglo y el otro, la situación es la misma pero multiplicada conforme crece la población. Podríamos conversar largamente sobre la miseria y la muerte que rondan a una parte de la sociedad, en permanente descomposición, sin derecho a eso que llaman progreso.
Los muertos ajenos no le importan a nadie ni la suerte de aquellos sobre los que nadie da razón. Es el caso del abuelo de mi amiga Martha, él era militante del Partido Comunista y la naciente, para esa época, Unión Patriótica. Faustino López Guerrero tenía 78 cuando salió desde Bogotá hacia Puerto Boyacá. Corría el 4 de septiembre de 1984, al día siguiente el carpintero y dirigente agrario era una estadística más de la desaparición forzada. Después de 38 años, la familia lo sigue esperando. Es claro que vivo no está.
Como no lo están las víctimas del genocidio, que incluyó los magnicidios de Pardo Leal y Jaramillo. Este 2022 la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) publicó un dramático inventario tras cruzar bases de datos: 5.733 miembros de la UP fueron asesinados o desaparecidos entre 1984 y 2018. Hace poco me reencontré con un amigo que corrió por su vida hacia otro país y sólo muchos años después pudo volver del exilio.
La matazón fue tan real como la Masacre de las bananeras en 1928. Lo que sí parece ficción es el artículo 11 de nuestra Constitución: El derecho a la vida es inviolable. En YouTube hay una prueba desgarradora de los crímenes de Estado contra la UP: un documental titulado “El baile rojo: memoria de los silenciados”. (3)
En un país sin memoria matemática el orden de los muertos (uno más o uno menos) no altera nuestra indiferencia. Por eso, hay que insistir que 6402 es el número de falsos positivos de la era Uribe y no el de la lotería que jugó anoche. (4)
Sin saberlo, el 11 de octubre de 1987, Jaime Pardo Leal pronunció su epitafio en una plaza pública: “…si en el evento en el que el enemigo lograre arrebatarnos nuestra vida bienvenida la muerte, porque sabemos indiscutiblemente que al caer nosotros, de la Unión de Jóvenes Patriotas saldrán los que nos deban representar, los que nos deban reemplazar, los que sigan dirigiendo lo que el pueblo quiere: una Colombia feliz, llena de esperanza”.
A escasas horas de las elecciones, según todas las encuestas esa esperanza la encarnan Gustavo Petro y Francia Márquez, quienes prometen ponernos a vivir sabroso. “…Que la gente pueda vivir en sus territorios tranquilos, en paz. …Vivir sabroso implica tener unas condiciones de dignidad y eso implica que el Estado llegue con presencia a cumplir con su mandato constitucional donde nunca lo ha hecho”, dijo Francia Márquez. (5) Creo que los líderes sociales también merecen vivir esta clase de sabrosura de la que ellos hablan.
Sin embargo, al establishment le produce urticaria la sola idea de que un exguerrillero se les meta al rancho con la bendición del electorado. Se les olvida que, en democracia, él es el resultado de un proceso de paz, del que también han hecho parte otras figuras, como Antonio Navarro, quien ha sido ministro, congresista, gobernador y uno de los artífices de la Constitución de 1991. Por su pasado, Petro ha soportado el bullying de sus contendores o que en las redes sociales lo llamen Anticristo o maligno, de la misma manera que Uribe fue considerado durante años el Mesías prometido de la política, hoy con una alta impopularidad.
Quede claro, en todo caso, que las santas palomas no nos han gobernado. (6)
Recapitulemos: Para que Uribe se reeligiera tuvieron que descuadernar la Constitución. Pastrana le entregó a la guerrilla una porción del país y luego salió muy digno a criticar los acuerdos de paz de Santos. Según todas las pruebas, Samper se hizo elegir con los narco-dineros del Cartel de Cali y en el gobierno de Belisario Betancur nos pusieron a ver fútbol por la tv mientras los altos magistrados de la Corte asistían al infierno de Dante tras la retoma del Palacio de Justicia.
Otros llegaron al poder por las carambolas terribles de la historia. Caso Cesar Gaviria, a quien le llegó su cuarto de hora tras el asesinato de Luis Carlos Galán. Gaviria es el mismo que se sentó a manteles con Petro y luego con Fico, porque así de alocada es la política, curtida de interesados triángulos amorosos. El propio Pablo Escobar le vio la cara al expresidente del apagón y la apertura económica desde que construyó La Catedral, su cárcel cinco estrellas, para hacernos creer que allí vivían monjitas de la caridad y no bandidos, aunque el primero que se lo creyó fue el señor presidente.
En la calle y en las redes la gente habla. -Si Duque y Pastrana pudieron, cualquiera puede. El chiste se cuenta solo.
El triunfo del Pacto Histórico sería, ante todo, una bocanada de esperanza para los colombianos más olvidados y desprotegidos, en tanto que los partidos tradicionales necesitan saborear la derrota para reinventarse. (7)
Si no hay cambio, se demostrará lo que ya sabemos: que el país se comporta como esos matrimonios infelices: las mujeres quejándose del marido borracho que las maltrata pero incapaces de sacarlos de la cama, porque el otro siempre encuentra la manera de endulzarles el oído o comprarlas con medio pollo asado para que perdone sus embustes. ¿Se entiende la metáfora?
La buena noticia es que en el mundo hiperconectado de hoy, la gente mastica en vez de tragar entero. Ya no es fácil engatusar con fábulas, como la de volvernos Venezuela, porque sin que se haya terminado este gobierno, el diario El Tiempo, propiedad de don Luis Carlos Sarmiento, ya habla de la diáspora colombiana.
No me disgusta la idea de un inquilino distinto en la Casa de Nariño con el desparpajo, la inteligencia y la belleza de una primera dama como Verónica Alcocer, quien tendrá en su agenda de prioridades el maltrato infantil y el abuso sexual. (8)
Un triunfo de Petro reivindica a quienes por décadas han soñado despiertos con las llaves del palacio presidencial. Un hombre, otrora criado en el monte, estudioso de las leyes, a quien una parte del país le reconoce su lucha contra la corrupción desde el Senado, está muy cerca de dirigir el destino de 50 millones de almas, incluida la de aquella que “estás que te vas y te vas y no te has ido”.
Ha demostrado ser el nerd de la clase, el que estudió la lección y genera rabia en los demás compañeros cuando sale a exponer sus tesis. Hay que reconocerle que tiene neuronas y no algodón en su cabeza. (9)
Quizás sea el tiempo de escribir la historia con la izquierda para descansar de la derecha. (10). En todo caso, si gana Petro, en primera o en segunda vuelta, más le vale que haga un gobierno decente, rodeado de gente competente en el gabinete, sin autoritarismos ni egocentrismos. Que Colombia respire un nuevo aire y tenga futuro; de lo contrario, condenaría a la izquierda a otros 200 años de soledad.
Queridos lectores: salgan a votar el 29 de mayo por el que su conciencia les diga, no por el que otros digan.