Desde el pasado viernes 28 de octubre, la familia había reportado como desaparecida a María Angélica Valencia, una estilista que vivía en el barrio Los Garzones de Montería. Tristemente, dos días después, las autoridades hallaron su cuerpo desmembrado en el río Sinú. El principal sospechoso de su muerte es su pareja sentimental que se encuentra desaparecido y a quien ya habían señalado de violencia intrafamiliar. Doloroso, inaceptable.
Este hecho se sumaría a los más de 192 casos de feminicidio reportados en lo corrido del 2022, según la Fundación Feminicidios Colombia. Lo más preocupante es que las cifras muestran un aumento año a año. En el 2021 los feminicidios se incrementaron un 12% respecto al 2020, como lo indica la corporación SISMA Mujer, siendo las principales víctimas mujeres menores de 30 años.
Cada 18 minutos una mujer es maltratada en su hogar
Cuando hablamos de violencia intrafamiliar, específicamente la que proviene de la pareja sentimental, Medicina Legal señala que en el 2021 aumentó un 12% respecto al 2020. Igualmente, incrementó en un 5% la violencia contra la mujer ejercida por cualquier otro miembro de la familia. En total, el año pasado, hubo 29.609 mujeres presuntamente víctimas de violencia intrafamiliar. Una mujer cada 18 minutos.
Cada 28 minutos una mujer es víctima de violencia sexual
Como lo precisa SISMA Mujer, del 2020 al 2021 la violencia sexual contra la mujer tuvo un incremento del 21%. El año pasado cada 28 minutos una mujer fue víctima de violencia sexual en nuestro país para un total de 18.726 mujeres en 2021.
Mujeres con doble carga laboral, pero sin remuneración
Según cifras del DANE, las mujeres trabajan casi 15 horas diarias -más de dos horas de lo que trabajan los hombres- y además la gran mayoría de ellas deben destinar el 50% de su tiempo laboral a las tareas domésticas no remuneradas. Seis de cada diez mujeres dedican su tiempo a estas labores, mientras que sólo uno de cada diez hombres lo hacen.
¿Qué nos dicen estas cifras?
El panorama anterior nos desnuda una realidad preocupante que debemos transformar. Actualmente, existe una enorme inequidad en la distribución de las cargas de trabajo doméstico y de cuidado. Además, cuando una mujer integra el grupo de “población inactiva”, muchas veces se vuelve dependiente económicamente de otros miembros del hogar como su pareja, hermanos o hijos mayores de edad. Esto la vuelve susceptible a ser víctima de violencia económica.
Si vamos más allá y miramos los datos, se evidencia que la posibilidad para una mujer de caer en círculos de violencia económica es un 500% más alto que la de los hombres. La ecuación se repite cuando revisamos las cifras de violencia intrafamiliar.
El camino que nos falta recorrer
Cada vez que una mujer es violentada o, peor, asesinada, nuestra sociedad retrocede a pasos agigantados. Por ello, lo primordial es que, desde nuestros hogares, en el interior de cada familia, así como cada escuela, colegio e institución de educación superior se haga énfasis en el respeto a la mujer. Recalcar los valores más básicos y a la vez más importantes puede evitar que más mujeres sigan siendo agredidas.
Igualmente, es necesaria una mayor atención del Estado y las autoridades a los casos de denuncia por violencia intrafamiliar, psicológica, sexual y económica. La ley 1761 de 2016, más conocida como Ley Rosa Elvira Cely, ha significado un gran avance en la tipificación del delito de feminicidio como un crimen de odio contra niñas, adolescentes y mujeres. Sin embargo, debemos seguir avanzando en medidas de prevención y protección hacia toda mujer en riesgo y sus familias.
Para finalizar, considero que una de las mejores herramientas que tenemos a nuestro alcance es el empoderamiento e independencia económica. Mayores oportunidades para la mujer. Una mejor cobertura en educación básica, superior y actividades complementarias que exploten el enorme potencial que tienen. Más acceso a plazas de trabajo debidamente remuneradas y con una carga acorde a sus tareas domésticas y de cuidado. A propósito, en muchos países del mundo se ha empezado a hablar de reconocer el trabajo del hogar como una jornada laboral con su debida remuneración.
Una mujer sin miedo, convencida de sus capacidades, dispuesta a romper cualquier barrera para salir adelante, en concreto, una mujer empoderada y con independencia económica, tendrá muchas más posibilidades de poner fin al ciclo de violencia en su hogar. Ya hemos dado algunos pasos y actualmente se discute en el Congreso el proyecto de mi autoría que crea el Fondo de Emprendimiento para la Mujer (FEM) con el que vamos a seguir recorriendo este camino juntas para lograr reivindicar el papel de la mujer en todos los aspectos de nuestra sociedad.