Ni izquierda, ni centro, ni derecha: Conservadores o Liberales

Desde los años 80, con la globalización y las reformas a la gestión pública de los estado-nación, se avanzó hacía la sistematización y eficiencia en la administración pública. Las instituciones, además de hacer cumplir la ley y garantizar derechos, al ser ordenadoras del gasto y ejecutoras de política, deben regirse bajo los parámetros del manejo empresarial: planeación, organización, ejecución y evaluación. 

La política ha ido transformándose a lo largo de la historia de la humanidad, su último punto de quiebre fue la segunda guerra mundial, en la cual se decidió el régimen del orden político mundial: fascismo, comunismo o liberalismo (aquel matrimonio entre capitalismo y democracia). Por lo menos en el mundo occidental se impuso este último y por fortuna para la libertad, el fascismo fue erradicado, lastimosamente el comunismo aún sigue vivo y amenazando. 

Dentro del liberalismo, por la amplitud de su concepto, se encuentran varias vertientes: nacionalistas, republicanos, demócratas, proteccionistas, ambientalistas, globalistas, progresistas, tradicionalistas, institucionalistas, libertarios, revolucionarios, anarquistas, socialistas, socialdemócratas, democratacristianos y demás tas, os e ismos (lo que diga el líder) que se nos puedan ocurrir. Además hoy tenemos un fenómeno político muy impactante que es el de las nuevas ciudadanías, que bajo su identidad cultural reclaman sus derechos y defienden sus intereses, antes esto lo hacían empresas y sindicatos, hoy vemos desde movimientos sociales, hasta grupos de motociclistas quieren influir y tener voz y voto, no en vano, más de la mitad del país se siente mejor representado por algún grupo al que pertenece que por un partido político. 

Pero al final todos estamos dentro del liberalismo, que se define como el mayor grado de libertad dentro de un orden establecido, aunque se sigue discutiendo como establecer ese orden y si existe un tal grado de libertad ideal, aceptable o tolerable. En esa tensión que se genera entre estas discusiones aparece el conservatismo, al que yo defino como la voz de la conciencia del liberalismo, además de una vocación por la estabilidad y la ortodoxia, el conservatismo también se destaca por su talante sobrio, conciliador, pero con carácter fuerte para mantener el orden y guiarse por la realidad más que por la abstracción, hay conservadores progresistas y los hay tradicionalistas, hay liberales socialistas y otros neoliberales. Usted puede ser conservador-liberal o liberal-conservador pero no liberal-liberal ni conservador-conservador.

Hablar en estos términos en pleno siglo XXI con los cambios tecnológicos disruptivos que establecerán el nuevo orden político y con los cambios sociales descritos anteriormente puede sonar anticuado. Pero intuyo que estos cambios, como todos, van a requerir de elementos históricos para determinar las nuevas reglas del juego, es probable que volvamos al inicio: para tener una democracia fuerte, con un sistema capitalista y política social, se van a necesitar gobiernos fuertes y para tener gobiernos fuertes, se necesitarán partidos fuertes.

Actualmente el candidato tiene más relevancia que el partido, pero presiento que este es simplemente una transición hacia un bipartidismo como el americano o como el que hubo en el Frente Nacional, o un tripartidismo entre el liberalismo socialista, el centro, y el liberalismo conservador. Otro escenario puede ser una democracia absolutamente abierta con montones de partidos donde se dificulte mucho llegar a consensos y gobernar, pero que les permita cada vez a más personas tener voz. En ese caso, la tendencia que se viene dando no seria de transición sino de cambio.

Sigo teniendo el convencimiento de que las ideas y las causas son más importantes que los líderes, creo que las diferencias se pueden tramitar dentro de los partidos y que estos tienen la responsabilidad de reformarse y adaptarse al tiempo moderno, los partidos están para resolver temas de educación, salud, infraestructura, servicios públicos, empleo, economía, medio ambiente y un sinfín de áreas que afectan la vida de la ciudadanía.

Sueño con que algún día los skaters, cristianos, miembros de la comunidad LGBTQ, empresarios, hombres y mujeres conservadores definan un programa de empleo sin transgredir el manejo económico ortodoxo, mientras ese mismo grupo de liberales presente una reforma tributaria progresiva y que esas ideas se confronten y se concilien en el debate para que las lidere quien logre en el estadio de las ideas el mayor número de votos. Igual con la seguridad o con la legalización de las drogas, y que los debates se den dentro de los partidos, entre los partidos y con la gente. 

Pero que le va a importar a un partido político tener una seccional para la educación electrónica o para plantear reformas de salud, si los partidos de gobierno en Colombia se volvieron notarios del ejecutivo de turno a cambio de puestos y contratos y la oposición se dedica a deslegitimar y atacar sin pundonor a quién ostenta el poder con el fin de ganar adeptos y no de construir país. Si volvemos a los partidos de las ideas y no a los de las complicidades, podemos tener una estructura democrática mucho más fuerte que no le permita al populismo apoderarse del inconformismo y la desinformación.

Hoy en día los partidos políticos tienen una aceptación del 8%, el Congreso del 9%, muy cercanos a los niveles de aceptación de las FARC, esto es un llamado hacia una reforma política estructural que redefina las reglas del poder, que se haga sobre la mesa y con mandatos claros, reglamentando la representación política y despojando al ejercicio electoral de sus vicios.

No queremos más administradores de poder, queremos posiciones claras sobre lo que queremos conseguir como sociedad. Por supuesto que la buena administración es importante y obligatoria, pero cuando el presidente dijo “más administración, menos política” augure un muy mal resultado, la falta de política le está cobrando hoy, la falta de norte en la que nos encontramos. Cambiaria esa frase por: más administración, más política y menos politiquería. Los políticos no son ejecutivos, son servidores públicos.  

Izquierda, centro o derecha solo son representaciones físicas para simplificar de manera vulgar la política, lo cierto es que esta tiene muchos matices y por más diferencias que haya en la multiplicidad de temas que atañen al arte de la política y la ciencia del gobierno, es más conveniente volver a las raíces y definirnos por nuestro talante, valores y conocimiento en los temas macro. Porque al paso que vamos, tendremos un nuevo partido político por cada barrio o género musical y la patria que ya sufre mucho, se volverá insufrible. Volvamos a ser liberales o conservadores, ojalá esos partidos tengan la grandeza de entenderlo.

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