Robinson Castillo

Comunicador Social-Periodista de la Universidad Autónoma del Caribe de Barranquilla, con Maestría en Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia y Consultor internacional en Comunicación Parlamentaria. Columnista, escritor y convencido de la acción mediática reiterada, como método esencial del posicionamiento de marcas.

Robinson Castillo

Noche de las velitas, su verdadero origen

La celebración del día de las velitas se originó por una gran duda masiva sobre María por tener padres humanos y el posterior nacimiento de Jesús. La gran cantidad de incrédulos puso a reflexionar a los jerarcas de la iglesia católica, que tomaron una decisión irrebatible al respecto.

Fue en el año 1854, cuando el Papa Pío IX proclamó de forma oficial que María había sido concebida por obra y gracia del Espíritu Santo y de esta manera poner fin a las especulaciones y dudas que se generaban por aquella época. Es decir, La Inmaculada Concepción hace referencia a la manera en que fue concebida María.

“La santísima Virgen fue por gracia limpia de toda mancha de pecado y libre de toda mácula de cuerpo, alma y entendimiento, y que siempre estuvo con Dios, y unida con Él con eterna alianza, y nunca estuvo en las tinieblas, sino en la luz” explicó el Papa Pío IX

“Para ser la Madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante. El ángel Gabriel en el momento de la anunciación, la saluda como llena de gracia” dice el relato sobre este hecho de fe.

El Sumo Pontífice propuso que esto se constituyera en dogma de fe y emitió la bula Ineffabilis Deus (inefable Dios), es una carta que implica que la Virgen María fue concebida sin pecado original. Y el universo católico estalló en júbilo.

Horas antes de esta histórica decisión, los feligreses se apostaron en la plaza de San Pedro en la ciudad del Vaticano para cantarle y rezarle a la Virgen María, por la proclamación al día siguiente de su embarazo impoluto. Era un homenaje puro y espiritual.

Apenas el Papa tomó la decisión, se generó en todos los rincones del mundo una reacción de los creyentes de la fe católica, para celebrar que el hijo de Dios fue concebido sin ningún tipo de pecado y, además, por obra y gracia del Espíritu Santo.

La iglesia católica determinó definir el 8 de diciembre, como la fecha de conmemoración de la Inmaculada Concepción. Pero el día anterior y durante esta fecha elegida, los fieles de forma espontánea comenzaron a prender velitas, como un gesto de tributo a María.

Colombia es uno de los países que aún preserva esta fecha especial, que, con velitas y faroles, se confirma la iluminación que hizo Dios a la Virgen y su aceptación para convertirse en la madre de Jesús.

El Papa Francisco nunca ha sido ajeno a este momento de la historia católica, hace algún tiempo destacó: “En su humildad sabe que todo lo recibe de Dios. Por tanto, está libre de sí misma, completamente orientada a Dios y a los demás.  María Inmaculada no tiene ojos para sí misma. Aquí está la verdadera humildad: no tener ojos para uno mismo, sino para Dios y para los demás”

Desde entonces la tradición se ha mantenido. También es el comienzo formal de la navidad y las velitas se encienden como demostración de la luz de La Virgen María y se ha constituido en uno de los símbolos más influyentes de la fe católica.

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