Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

Nostalgia de la campaña electoral…

Hace casi tres semanas terminó la campaña presidencial en Colombia, y ya se siente nostalgia de numerosos momentos inolvidables de aquellos largos meses de entrevistas, debates, manifestaciones, riñas, guerra sucia y otros componentes. 

Por ejemplo, ¿cómo no sentir guayabo de las formas en que los candidatos empezaban un diálogo con periodistas? Muestras no faltan:  

• “Un saludo muy especial para ti, Julito, para Alberto, Juan Pablo, Johana, Kamilita y para cada uno de les oyentes que nos escuchan o ven”.

• Otra: “Le agradezco de corazón, admirado Gustavo, que me permita dejar muy claro cuál es mi propuesta concreta acerca del tema que me toca”.

•  O: “Mil gracias, Néstor, por tu invitación, y un abrazo cordial para ti y cada uno de los compañeros y compañeras de la mesa y para el pueblo colombiano que los y las escucha a diario”.

•  Y esta: “Un millón de gracias, Luis Carlos, lo mismo que a tu equipo, por esta gran oportunidad de dirigirme a todos y todas las compatriotas”.

En esa línea, cómo no experimentar nostalgia de los recursos de cada aspirante para manejar ciertos finales:

 • Final 1: “Por favor, Vicky, al candidato uribista le diste todo el tiempo que quiso, pero a quienes luchamos por lograr un país socialista feliz con Petro nos diste poco tiempo”. ¡De guardar!

• Final 2: “Esto no es un debate, sino un monólogo del compañero Petro, a quien usted, Juan Roberto, le da todo el tiempo que desee tomarse. Me retiro, aunque no me retiro del Pacto Histórico”. ¡Histórico!

• Final 3: “Antes de terminar, permíteme, Diana, aclarar brevemente algo que pudo quedar confuso”. Brevedad que llegaba a cinco o seis minutos. ¡Qué nostalgia, carajo!

• Un final categoría oro: “¡Voy a ganar en primera vuelta y al pueblo colombiano se le abrirán unas expectativas que serán el faro inextinguible de mi presidencia!”.

• Un final categoría platino: “Lo primero que haré al llegar a la presidencia será convocar a TODOS los colombianos y TODAS las colombianas a unirnos para vivir sabroso”. ¡La boca se me hace agua!

Más casos para la morriña:

• La tendencia tan espontánea en todos de hablar de sí mismos y su historia: medallas colegiales, deportes favoritos, postgrados, cargos, logros, etc. Un ejemplo: “He estado en el Congreso durante cinco legislaturas, y los colombianos saben todo lo que he hecho para que nuestro país salga de las desigualdades y de la corrupción”. ¡Una joya!

• El modo tan delicioso y creativo en que todos –en particular el Comandante– se iban por las ramas para no responder ciertas preguntas, y exponían locuaces tratados de economía lúdica, finanzas intergalácticas, ciencias políticas monoculares, derecho constitucional paralelo, relaciones diplomáticas en el metaverso, autonomía lingüística raizal, etc., lo que dejaba embelesados a los periodistas y analistas partidarios del Putin criollo.   

• Los silogismos de Fajardo (basta una muestra): “Los males de Colombia se deben a Duque y Uribe; Uribe propuso a Duque; Duque y Uribe apoyan a Fico, por lo tanto: 1) quien vote por Fico, lo hace sabiendo que lo apoyan Duque y Uribe, los máximos responsables de los males de Colombia, y 2) quien vote por mí sabe que no soy el candidato ni de Duque ni de Uribe”. Matemáticamente, bien; políticamente, mal.

• La convicción que los aspirantes inyectaban a sus palabras: “¡Si los colombianos y colombianas me honran con su voto, les aseguro que no los defraudaré, pues este inmortal y amado país será más inmortal y mejor país a partir del 7 de agosto de 2022!”. Jeje, claro que sí.

¡Qué nostalgias! Quedan por recordar las artimañas mutantes de Barreras, las insidias alicoradas de Benedetti, la agresividad edulcorante de Prada, la pasarela sinuosa de Íngrid, el aire ciclístico de Fico, las “rappi-manifestaciones” de don Gustavo, la anti-robadera del ingeniero Hernández, la obscenidad de los petro-videos, las cantadas gregorianas de tabla, el… Todo ello da para un libro. Sería una delicia y un best seller… ¿Alguien se le mide?

INFLEXIÓN. Las campañas suelen ser tan agitadas, que concientizarse de registros como los anteriores viene después. Como lo que lord Melbourne le dijo a la reina Victoria, luego de que ella, ya prometida con su esposo, le comentara que este no se fijaba en ninguna otra mujer, a lo que Melbourne acotó: “Es que eso, por regla general, viene después…”.

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Ignacio Arizmendi Posada
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