Otra vuelta de tuerca

La Ley de Financiamiento primero y la reforma tributaria que la suple ahora no se contentan con mantener las onerosas gabelas impositivas a las grandes empresas, que siguen vigentes y que no son pocas, sino que las amplía generosamente. Las exclusiones, deducciones, exenciones y descuentos tributarios en vigor, 229 según el inventario de la DIAN, las cuales, según reporte de la misma al Ministerio de Hacienda para el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) de 2018, le abren un boquete al fisco nacional del orden de los $60 billones anuales, de los cuales $13 billones corresponden a impuesto de renta. Con razón, después tantas reformas tributarias, una cada 18 meses, el recaudo apenas sí pasó de 4.1% del PIB en 2000 a 5.3% en 2016. Y lo más preocupante, por no decir alarmante, que dichos beneficios fueron blindados a través de los contratos de estabilidad jurídica, amparados en la Ley 963 de 2005.

Con la reforma que se debate, con mensaje de urgencia, en el Congreso de la República, se le da otra vuelta de tuerca a un sistema impositivo regresivo y profundiza la inequidad. Y no es para menos, toda vez que el costo fiscal del cúmulo de nuevos beneficios tributarios contemplados en la misma supera los $9 billones. Entre las nuevas gabelas tributarias se cuentan: la reducción de la tarifa del impuesto de renta corporativo desde el 33% al 30% en 2022 y cada punto porcentual representa $1.2 billones. Descuento del IVA a la importación de equipos y maquinaria, con un costo aproximado $6.5 billones. El descuento del 50% del impuesto de industria y comercio (ICA) entre 2020 y 2021 y del 100% a partir de 2022, el cual, según el Ministerio de Hacienda, le costará al fisco $1.7 billones en 2020 y 2021 y más de $7 billones a partir de 2023. A ello, habría que añadir el 50% del gravamen de movimientos financieros (GMF), más conocido como el 4 X 1.000, que será deducible también del impuesto de renta. A ello se viene a sumar la eliminación gradual de la renta presuntiva al 0.5% para 2020 y 2021 y su eliminación a partir de 2022. Así las cosas, nos parece demasiado optimista el cálculo del Ministro Carrasquilla según el cual con esta reforma tributaria 2.0 se recaudará el año entrante $11.4 billones más, cuando el recaudo esperado con la que se está refrendando a duras penas era de $7.3 billones(¡!).

Huelga decir que para la aprobación tanto estas gabelas impositivas como las que se otorgaron en el pasado, siempre se adujo que tienen como motivación principal el mayor crecimiento de la economía y la generación de empleo. Sin embargo, aunque el Gobierno se solaza y se ufana porque la economía colombiana está creciendo por encima del promedio de la región y de la economía global, no se puede perder de vista que el crecimiento potencial del PIB en Colombia pasó del 4.8% en 2012 al 3.5% en 2018 y lo que es peor en los últimos cuatro años el débil crecimiento del PIB ha estado por debajo de este menguado crecimiento potencial.

Como lo advierte el ex ministro Carlos Caballero Argáez, hay que recibir con beneficio de inventario la cifra del crecimiento reportada por el DANE del 3.2% en el acumulado de los tres primeros trimestres. Según él “los sectores que crecen son el financiero, el comercio, la administración pública, las actividades profesionales, las inmobiliarias y las artísticas”. Entre tanto, la industria manufacturera sólo crece un anémico 1.5%, minas y petróleo 1% y la construcción en baja con el – 2.6%. Se pregunta y con razón el ex ministro Caballero, acaso “son estos motores de crecimiento sostenibles en el tiempo? ¿O estamos experimentando una situación muy particular, impulsada por el consumo de los hogares, en una coyuntura extraña en la cual el desempleo aumenta pero hay factores como la demanda de los migrantes venezolanos y de quienes reciben remesas del exterior?”. Cabe preguntarse, de donde saca el Ministro Carrasquilla que el incremento del recaudo que aparejaría el mayor crecimiento compensará el menor recaudo, habida cuenta que por cada punto de mayor crecimiento de la economía se incrementa el recaudo de impuestos en $2 billones y según la más reciente previsión del Banco de la República el crecimiento del PIB para este año estará alrededor de 3.2% y 3.3% para el próximo año.

Pero, el otro caballito de batalla sobre el cual se ha venido cabalgando para sustentar la decisión de dar más y más beneficios a las grandes empresas, es que de esta manera se incentiva la generación de más empleo, objetivo este que no sólo no se ha venido cumpliendo sino que la tasa promedio de empleo volvió a los dos dígitos hasta alcanzar el 10.2% en el mes de septiembre de este año, la más alta tasa de desocupación para este mes desde 2010. Recordemos que, según el Observatorio del Mercado de trabajo y la Seguridad social de la Universidad Externado de Colombia, en el trimestre abril – junio de este año se perdieron 360 mil empleos y en el siguiente trimestre, julio – septiembre, se perdieron 475 mil más.

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