Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

*** para Fico G

Una campaña presidencial, como la actual en Colombia, supone considerar mil y una cosas, dada su naturaleza multifactorial, poliédrica, compleja, sorprendente, impredecible. Y es un escenario tan especial, tan sui géneris, que cualquier cosa puede ser clave para lograr o no el éxito buscado. Lo ilustran situaciones iguales o similares a las siguientes, dirigidas al ingeniero Federico Gutiérrez, por quien votaré, y su campaña.

* Hay que tener claro, Dr. Fico, que una cosa es una promesa y otra, una propuesta. Por ejemplo, usted ha dicho: “Lo primero que haré, si llego a la presidencia, es unir a los colombianos”. Vale. Sin embargo, esa no es una propuesta, es una promesa. La propuesta la configura cuando especifica las acciones concretas para cumplir lo prometido.

* La primera propuesta, la propuesta alfa, es usted. Es el resultado de haber decidido presentarse como candidato, como “producto”, por estar persuadido de ser •una persona idónea •con condiciones e ideas idóneas •para gobernar idóneamente. En otras palabras, se “compró” a sí mismo, ahora necesita “venderse”.

* Las promesas y las propuestas pueden darse al menos en doce campos: científico, comercial, cultural, económico, emocional, fruitivo, ideológico, legal, operativo, político, social y tecnológico. Todos de enorme significación individual y colectiva.

* Son un reto para realizar una persuasión cooperativa, esto es, gana-gana, que se da cuando sus propuestas benefician tanto a su aspiración como a las aspiraciones ciudadanas respecto de una mejor vida en sociedad. 

 

* Eso sí, es absolutamente esencial que toda propuesta suya nos parezca interesante y sensata a los ciudadanos. Por ello debe estructurarla y comunicarla de una forma tal que la veamos y sintamos •oportuna •beneficiosa •posible y •sostenible en el tiempo. Si omite alguna de esas guías o condiciones, la propuesta –incluso la promesa– se resquebraja en nuestra mente de electores, y sus contrincantes harán un festín implacable con su ingenuidad (¿recuerda lo del tren petrista entre Buenaventura y Barranquilla?). 

* Estudie la manera de aplicar, además, este principio de la persuasión comercial: “No le explique la propuesta al cliente, dígale qué hace por él”. Considérelo, si quiere, bajo la mirada del satírico autor irlandés, de los siglos xvii y xviii, Jonathan Swift, quien decía que muchos “nobles” son como las plantas de papa, que todo lo bueno lo tienen bajo tierra… Y mezcle la reflexión de De Fontenelle, escritor y filósofo francés de los mismos siglos, según la cual “lo bueno necesita demostración; lo bello, no”. 

* Preséntenos propuestas encantadas, mágicas, sugestivas, ‘geniales’, arrolladoras, con alto coeficiente de provocación o conquista, a las que como ciudadanos nos sea imposible decir no, y evite propuestas chatas, deslucidas, en borrador, sin ángel.

* Formúlenos propuestas limpias de agentes patógenos y daños potenciales para el elector o la sociedad. O sea, que no se le escapen ideas tóxicas, inconvenientes, envenenadas: ¿recuerda lo de la “democratización de la propiedad” de su contrincante castrochavista? 

 

* Le hablo de persuasión remota: la de aquel ciudadano que votará por usted porque desde tiempo atrás se convenció de que es la persona adecuada con las ideas adecuadas. Y le hablo de persuasión cercana: la del elector que le dará su voto como consecuencia de sus intervenciones en la presente campaña. Se lo recuerdo para que con sus promesas, propuestas y respuestas conserve los viejos seguidores y consiga que los nuevos queden inmunizados hasta el final.

* Al igual que sucede con las personas, las propuestas tienen carácter, una carga vital esencial que las individualiza ante los electores, por lo cual percibiremos la relevancia de las mismas: alta, si nos agregan un valor sobresaliente como sociedad y país; media: cuando no tienen un impacto tan especial como en el grado anterior, pero suman en las realidades de una nación o sociedad; baja o nula: si, por su debilidad o futilidad, nos despiertan muy poco entusiasmo o ninguno.

* Optimizará la comprensión del tema si lo relaciona con los estados primarios de la propuesta: hostil, cuando los votantes la rechazamos por sentirla tóxica; gélido, cuando carece de atractivos mínimos; frío, cuando nos parecen deslucidas, mal elaboradas; tibio, cuando sus fortalezas superan las debilidades, y caliente, cuando su “pinta” es tan relevante que nos arrolla y entusiasma. 

 

Por ahora no eran más los asteriscos, ingeniero Fico G. Espero que alguno le sea útil. 

(Notas basadas en mi libro Proponga persuasivamente, 290 pág., Medellín, 2018).

 

Ahí le quedan, mi compadre, / para que vaya pa’rriba. / Buenos deseos reciba / ¡y que no se nos descuadre!…


INFLEXIÓN. Como “ñapa”, lo invito a navegar en estas palabras de la tratadista estadounidense Kathleen K. Reardon: “La persuasión no es algo que una persona hace ‘a’ otra, sino algo que esa persona hace ‘con’ otra”.

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Ignacio Arizmendi Posada
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