Enrique Herrera
Experto en Desarrollo Rural, Tierras y Agro. Abogado, Especialista en planificación y administración regional del Cider y Magister Artis en Administración Pública del Instituto Ortega y Gasset de Madrid, España. Con vasta experiencia en el sector público y analista de políticas públicas del sector tierras, desarrollo rural y de política electoral.
Enrique Herrera

¿Perder o perderse?

En la vida se pierde  pero hay que intentar conscientemente perderse y algo va de lo uno a lo otro.  Perder cosas tiene que ver con la desaparición de lo conocido y perderse, con la aparición de lo desconocido. Eso lo anota Rebecca Solnit. 

Y uno entra a lo desconocido perdiéndose,  sino pregúntenle a los científicos que recorriendo  los laberintos del desconocimiento encontraron la vacuna del Covid19.  En otro ámbito, en el filosófico,  no se trata de estar perdido sino de encontrar una vía para perderse para luego reencontrarse sin extraviarse. Hay que dejar la puerta entreabierta a lo inesperado,  lo sorpresivo y a lo incierto. Si uno no entra a lo desconocido no conoce nuevas fronteras ni se tiene nuevos conocimientos, ni experiencias, ni aprendizajes ni otras perspectivas. No hay que tener miedo a perderse, lo grave es estar perdido. 

Además, no perderse nunca es no vivir. Para encontrar hay que perderse en lo que no se conoce. La pregunta clave es ¿Cómo perderse? ¿Cómo emprender la búsqueda y no abrir las puertas del extravío?  No hay respuestas fáciles pero no hay otro rumbo que  entregarse a la incertidumbre, a lo incierto, pero sin angustias; aprendiendo, adaptándose  y transformándose. 

Es imperativo aprender a vivir en la incertidumbre, en lo inesperado, en lo volátil y en lo interdependiente en donde todo tiene que ver con casi todo; hay que aprender a navegar entre  las realidades virtuales y reales, los hechos alternativos,  las posverdades y con verdades múltiples y  fragmentadas. En ese mundo que nos espera es preciso tener las herramientas para adaptarse a él. Es más, no hay  de otra porque el hoy  es así.

Para conocer -y soy reiterativo- hay que entrar al mundo de lo inexplorado. En lo imprevisto está lo importante de la vida. Se llega a nuevos sitios  y destinos sí  se adentra en lo ignorado  y para llegar a esos lugares hay que ser consciente que  no se tiene el control, ni el timón,  porque los planes -que hay que tenerlos- los hace trizas la realidad. Lo desconocido marca una nueva ruta.   Lo inesperado tiene una función fundamental en la vida. Lo desconocido igual. Perderse también,  porque perderse tiene que ver  con descubrir lo ignoto. 

Y para dejar de estar perdido, lo importante no es tanto regresar -tal y como señala Solnit- sino transformarse. A lo desconocido no hay que rechazarlo sino todo lo contrario, aceptarlo, transitarlo. Eso sí, hay que tener la sensatez de no abrir puertas  que tienen el riesgo de llevarlo a uno  por caminos  de padecimientos como el de la droga o la violencia porque de esos es muy difícil regresar. 

Bienvenido perderse en el 2022; en los viajes, en el amor, en lo volátil del mercado de valores y lo incierto de las  elecciones y  del  cambio de gobierno. Todo puede pasar hasta que pase porque el mundo de las certidumbres es cada vez más inexistente.

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Enrique Herrera
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