Necesitamos respuestas. ¿Por qué, si se cuenta con la fortuna de que aparezcan y la familia da la autorización, las autoridades no le cuentan al país qué pasó y qué están haciendo para prevenir que esto siga pasando?
Seguramente habrán notado que en las últimas semanas muchas personas han compartido en sus redes sociales las fotos de jóvenes mujeres entre 12 y 17 años que han desaparecido. Algunas, gracias a Dios, aparecen unos días después, lo que es un alivio, especialmente para sus seres queridos. Sin embargo, llama la atención que en la mayoría de casos, no se le hace un seguimiento a largo plazo ni se logra entender por la sociedad las razones de estos preocupantes hechos.
Por supuesto, hay algunas familias que prefieren no exponer su vida privada y es completamente respetable. Tampoco está bien que ciertas personas, sin el más mínimo nivel de empatía, se enojen con los padres o autoridades por “perder el tiempo buscando niñas que se han ido de rumba”. Esto es absolutamente irresponsable y revictimizante en una sociedad donde los menores corren peligro sólo con pisar la calle. Según Medicina Legal, el año pasado desaparecieron tres niños cada semana en Colombia.
Todos los casos deben abordarse con seriedad y así lo hacen, en general, la Policía y Fiscalía. No obstante, en muchas de las historias que se conocen por medios de comunicación o redes queda al final una incógnita que no ha sido resuelta. ¿Por qué desaparecen? Los datos que tiene Medicina Legal es que en el 92% de los casos no hay información o pista que permita esclarecer lo ocurrido.
El día de las velitas una joven de 17 años desapareció y unos días después fue ubicada por la Sijín y el Gaula en el apartamento de un hombre mayor de edad. Afortunadamente, apareció viva, sana y salva. Hace unos días, otra menor de 12 años desapareció al norte de Bogotá luego de decirle a sus padres que le compraran un helado. Su padre relató a algunos periodistas que la menor salió inmediatamente después de ellos, cargando un maletín con un computador, dejó el celular en casa y encontraron que venía usando una nueva aplicación que se llama Discord a la que ni él mismo, como ingeniero de sistemas, pudo ingresar. Dos días después, la niña se presentó por sus propios medios en un CAI en el centro de la capital. No se tienen más detalles.
Otra de las historias que se han revelado es la desaparición de una joven de 15 años desde el 30 de noviembre, con el agravante que padece un retraso mental cognitivo. Según su madre, a la adolescente le robaron el celular días antes en la estación de Transmilenio Avenida Jiménez en Bogotá y ella, al parecer, se fue a buscar al ladrón en su bicicleta. Algunas personas dicen que la han visto caminando por la zona de tolerancia y el Tercer Milenio. Aún las autoridades no han podido hallarla.
Cada caso es distinto y las razones son múltiples. Sin embargo, el llamado, en primera medida, es a los padres de familia y no con el ánimo de juzgarlos porque muchos hacen lo mejor que pueden. El mismo ingeniero de sistemas, papá de una de las menores que apareció, invitó a los otros padres a hablar más con sus hijos, vigilar sus redes sociales y sus celulares. Especialmente en la adolescencia, los jóvenes suelen ser muy herméticos y retraídos, pero los psicólogos aconsejan abordarlos respetando su privacidad, aunque manteniendo cierto control sobre el contenido que comparten y las personas que frecuentan.
En segunda medida, invitamos a las autoridades a hacerle seguimiento a estos casos y contarle constantemente a la ciudadanía cuáles son las pistas que tienen sobre esas desapariciones. Muchas familias con niños y jóvenes en sus casas deben conocer las nuevas modalidades de secuestro, desaparición forzada o trata de personas, para nombrar sólo algunas, pero además necesitan saber qué pueden hacer para evitar que sus hijos caigan en manos de personas malvadas, en redes o sectas de las que no tienen escapatoria.
Con la constante evolución de la era digital, cada vez es más difícil para una mamá conocer todas las aplicaciones o juegos que existen en la red. La tarea de las autoridades y de cada uno como ciudadano es mantenernos actualizados, denunciar y rodear a los adolescentes antes de que sea tarde.
