Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

“¿Qué hace ese tipo aquí?”

Supimos el caso del nuevo gerente de una compañía que, cuando se presentó en el comité directivo, empezó a notar que en una de las esquinas de la mesa se sentaba un caballero que, en los asuntos importantes, decía cosas como “Agua que no has de beber, déjala correr”, “No hay que buscarle pelo negro al gato blanco”, “A Dios rogando y con el mazo dando”, y frases parecidas. Después de la reunión, el recién llegado preguntó: “¿Qué hace ese tipo aquí?”. “Nos mantiene unidos…”, respondieron varios. “¿Es muy líder?”, indagó el gerente. “¡Para nada! Es que todos, todos, queremos estrangularlo”… 

¿Tan singular miembro se apellidaría, por casualidad, Petro? Es que el relato parece inspirado en el aspirante de ultraizquierda a la presidencia porque, en esta segunda y definitiva vuelta, nos está uniendo a millones de colombianos demócratas, no para estrangularlo, claro está, sino para derrotarlo de modo contundente. Y como a usted, Gustavo Petro, a quien dirijo estos párrafos, le gusta tutear hasta al papa, le voy a decir, tuteándolo, por qué nos está uniendo a tantísimos ciudadanos. Ejemplos:

• Porque acusas a tus contrincantes de contar con “maquinarias” para obtener votos, pero no te importa aceptar en tu campaña toda suerte de maquinarias, unas inspiradas por los expresidentes Santos y Samper; otras, movidas por el expresidente español Rodríguez Zapatero; las que te proporcionan el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla; las que te facilitan organizaciones como Fecode, Eln, Farc y otras, etc.

• Porque señalas que los demás hacen campaña apoyados por líderes de la vieja política, “de los mismos con las mismas”, a sabiendas de que a tu alrededor se pavonean no pocos jugadores de la vieja política con viejos líos judiciales.

• Porque, por necesidad electoral, prometes combatir a quienes desean “hacer trizas la paz”, sin que te ruborice que hayas apoyado la violencia insurreccional de tus primeras líneas, que casi destruyen a Bogotá y Cali, gracias, también, a la debilidad del gobierno Duque. 

• Porque afirmas ser el mayor amigo de la “verdaT”, como dices, mientras te vales de cascadas de mentiras y suposiciones en discursos, debates, entrevistas, redes sociales, etc.

• Porque les pides juego limpio a tus críticos, pero a la vez te vales de una narrativa incendiaria y falaz para “estrangularlos”.

 

• Porque hablas del “amor por el pueblo” sin reconocer que los colombianos no olvidamos tus reiterados mensajes de odio de clases, y de toda clase, desde hace lustros, no solo ahora.

• Porque sostienes que “la corrupción no se combate en Ticktok” (en alusión a Rodolfo Hernández), pero mucho menos en una oficina clandestina recibiendo fajos de billetes en bolsas, según hiciste tú.

• Porque, por mucho que insistas en que eres sincero, millones creemos que te harás reelegir, pues has repetido que necesitas mínimo 12 años para cumplir con tus promesas electorales (mansiones, como la tuya, para todos los pobres; educación socialista gratis y obligatoria; finca para cada familia popular; médico gratis para cada compatriota, etc.).

• Porque invitas a la sociedad “a un cambio de verdaT, de nueva era”, como si en la nueva era que prometes –castrochavista– pudiera existir una verdad distinta a la que impondría el sistema totalitario por el cual luchas desde tus jornadas en el M-19.

• Porque proclamas que “no es estrafalario pensar que en Colombia se puede construir el derecho a la pensión”, sin caer en la cuenta de que lo estrafalario es lo que pretendes: echar mano de las pensiones privadas.

 

• Porque, si lo que le ofreces al empresariado “es justicia social y estabilidad económica”, no vemos por qué Jaime A. Cabal, presidente de Fenalco, contesta: “Está nuevamente en juego el sistema democrático de Colombia, los valores y los principios que defienden las libertades económicas, las individuales, la iniciativa empresarial, la capacidad de hacer empresa”.

• Porque tienes el apoyo disimulado o abierto de numerosos medios y periodistas, especialmente de la capital, por lo cual no te mencionan temas incómodos relacionados con actuaciones tuyas de ayer y de hoy.

• Porque compones todo tipo de frases ‘patrióticas’, ‘sentimentales’, ‘paternales’, lo que te convierte, no en un hombre de palabra, sino de frases.

• Porque te vas consolidando como un “man” de cuentos raros y cuentas oscuras.

• Porque estás obsesionado por pasar a la historia como un presidente grande. ¿Es que no entiendes que podrías pasar, pero por las historias que circulan de ti?

 

Te invito, pues, Gustavo, a que seas sincero y nos digas, sin ponerte “rojo”, que tu gran sueño es establecer en Colombia un sistema similar al cubano. Punto. No tienes que decir más.


INFLEXIÓN. Eso sí, si llegas a la Casa de Nariño, millones no tardaremos en preguntarnos en lenguaje coloquial: “¿Qué hará ese tipo ahí?”.

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Ignacio Arizmendi Posada
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