Mañana viernes se llevará a cabo el Social Entrepreneurship Summit en Cartagena, organizado por la Universidad Tecnológica de Bolívar de Cartagena y la Universidad de Bruselas de Bélgica. Este espacio reunirá a líderes locales e internacionales para discutir cómo avanza el emprendimiento social a nivel mundial. Tengo el honor de dirigir la organización RECON, que, con el invaluable apoyo de Suecia, presentará un informe que podría cambiar radicalmente nuestra percepción del emprendimiento social en Colombia. Para quienes no estén familiarizados con el término, el emprendimiento social se refiere a modelos de negocio que buscan resolver problemas sociales o ambientales mientras generan ingresos sostenibles.
Este diagnóstico es crucial porque se basa en más de 1,000 entrevistas realizadas en todas las regiones de Colombia, a emprendedores y emprendedoras sociales con participación igualitaria de hombres y mujeres, y con representación de comunidades indígenas y afrodescendientes. Consta de 28 preguntas profundas que van desde el valiente y diverso liderazgo, acceso financiero, políticas públicas y apoyo gubernamental en el sector, hasta la significativa contribución económica de estos emprendimientos. A pesar de la falta de apoyo gubernamental, el estudio revela el potencial de estos proyectos para la reducción de la pobreza, la construcción de paz y el desarrollo sostenible. Además, cambia nuestra comprensión del sector y destaca la necesidad urgente de un compromiso más robusto tanto del gobierno como de la sociedad civil. Este análisis es el único insumo de este tipo realizado en Colombia.
Me adelanto a compartir algunos hallazgos: los datos son sorprendentes y reveladores. El 73.21% de los emprendimientos sociales en Colombia están formalizados, subdivididos en un 36.25% como Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) y un 20.48% como Fundaciones. Sin embargo, estos números contrastan con la alta insatisfacción hacia las políticas gubernamentales. Un 63.14% de estos valientes emprendedores califica su relación con el Gobierno Nacional como "Regular", y otro 20.15% como "Mala", sintiendo que el Gobierno Nacional hace poco por impulsar el sector. Esto es contradictorio, dada la narrativa actual del Gobierno sobre temas de impacto social.
Además, los resultados nos enseñan que no podemos considerar a estos emprendimientos como meras figuras legales; son una fuerza viva que dinamiza la economía nacional. Un 66.66% de ellos son microemprendimientos y, aunque puedan parecer pequeños, su impacto es poderoso. En promedio, cada uno de estos proyectos emplea a 10 personas. Además, un 14.76% de los emprendedores son víctimas del prolongado conflicto armado en Colombia, lo que añade una dimensión socialmente transformadora a su labor. Su gran mayoría trabaja por la población vulnerable.
Sin embargo, los desafíos no son menores. Un 64.63% destaca la falta de recursos financieros y el limitado apoyo gubernamental como barreras significativas. Preocupantemente, un 65.09% nunca ha recibido ningún tipo de apoyo financiero o en especie. Además, un alarmante 78.18% cree que los consumidores finales podrían hacer mucho más por apoyar estas iniciativas. Financieramente, los números tampoco son alentadores. Un 57.29% no se atreve a solicitar créditos por miedo a obstáculos burocráticos o tasas de interés; solo un 19.12% ha logrado acceder a financiamiento, y a un 23.58% se les ha negado de manera categórica.
Pero no todo es sombrío. Un alentador 78.92% de los emprendimientos miden su impacto social de manera activa. Más aún, un 69.55% genera la mayor parte de sus ingresos a través de ventas de productos o servicios, y solo un 10.03% depende principalmente de donaciones.
En conclusión, el informe dibuja un panorama agridulce. Por un lado, revela un sector lleno de potencial, resiliencia y un deseo ferviente de cambio social. Pero también muestra un ecosistema que clama por más apoyo, recursos y comprensión tanto a nivel gubernamental como societal. Es crucial fortalecer la capacidad de medición del impacto social y brindar apoyo y recursos adicionales para la formalización y el financiamiento. Los emprendedores sociales de Colombia están transformando nuestras comunidades, generando empleo y abordando problemas sociales críticos. Es hora de que este incansable trabajo reciba el reconocimiento y el apoyo que merece. La pelota está ahora en el campo del gobierno y de la sociedad en su conjunto. ¿Actuaremos a tiempo o dejaremos pasar, una vez más, una invaluable oportunidad de impulsar un cambio social y económico significativo y sostenible?.
En conclusión, este informe va revelar una realidad agridulce. Nos muestra un sector lleno de vitalidad y potencial, pero también nos enfrenta a los desafíos notables que están obstaculizando su pleno desarrollo. Los emprendedores sociales de Colombia están haciendo un trabajo invaluable al transformar comunidades, generar empleo y abordar problemas sociales críticos. Sin embargo, este esfuerzo necesita ser reconocido y apoyado más eficazmente tanto por el gobierno como por la sociedad civil. La información que hemos recogido subraya la necesidad de actuar ahora: de fortalecer la capacidad de medición del impacto social, de brindar más recursos para la formalización y el financiamiento y de profundizar el compromiso gubernamental y social. Si no actuamos a tiempo, podríamos perder una invaluable oportunidad para impulsar un cambio social y económico significativo y sostenible en Colombia.
