Jhon Jairo Armesto

Periodista independiente, relacionista pública y cronista de memoria histórica de Chapinero, localidades del norte de Bogotá y en general del patrimonio hispánico e indígena presentes en Colombia y América Latina. Estudiante Administración Pública Territorial de la ESAP.

Jhon Jairo Armesto

Rafael Uribe Uribe y su zona L: tres años de persistencia y reconocimiento para Colombia

Muchas veces, las iniciativas que son realizadas por la economía popular y comunitaria son vistas desde la otredad y hasta desde narrativas clasistas -lamentablemente tengo que decirlo pese a que estas palabras son plasmadas en un medio masivo digital- desde las plataformas mediáticas hegemónicas. Al igual que el deporte, la ciencia y la cultura, solamente es importante cuando existe un triunfo significativo, por lo general de una persona o un grupo reducido de colombianos o colombianas talentosos en esa disciplina -eso me recuerda cuando reviví en YouTube ver la transmisión de la final del Mundial de Billar celebrado en Colombia en 1999-. En su Tercera edición, el Festival de la Lechona 2025 celebrado los pasados 27 al 30 de junio, fue un éxito no solamente en ventas sino en que venía con una campaña de expectativa por este plato originario del Tolima Grande como el mejor plato de cerdo del mundo del Ranking Taste Atlas Award 2024-2025.

EMPRENDIMIENTO BOGOTANO POSCOVID

La en ese momento ya desgastada frase: “Nueva realidad” y “reactivación económica, social y ambiental” de Bogotá fue el comienzo de algo que había iniciado por supervivencia de los empresarios, pero también por aliviar el clima de irracionalidad y control -que fue aprovechado en desordenes sociales posteriores, y por el Estado para que los gobernantes de turno hicieran de las suyas-. Quienes hicieron realidad estas iniciativas, como todas las populares, solamente son tenidos en cuenta cuando bajo una lógica EXTORSIVA los medios masivos cubren sus inauguraciones. Pasó en 2018 con el Centro Comercial NEOS Moda cuando la emisora que dice ser la más escuchada de Colombia estuvo en su inauguración. O un candidato a la alcaldía de Bogotá que trató despectivamente a los desfiles de moda del Gran San, que hoy en día cruzan fronteras en nombre de la industria textil, el modelaje y el empresariado colombiano. Y pasó en las ediciones pasadas de 2023 y 2024 del Festival de la Lechona. Su ingenio, creatividad, calidad, sabores y un punto de referencia en Bogotá desde los años ochenta donde personas de todas las clases sociales y lugares van a comprar la lechona comparando precios -dado que es un punto de fábrica- como por la atención con que cada uno en una sana competencia se esmera por ser el ganador de la “licitación” de un cumpleaños, bautizo, fiesta familiar, evento comunitario o los eventos políticos en período electoral -donde se dice que faltando una semana para el día de votaciones, no se consigue una lechona en todo el barrio Olaya Herrera, y si hay, está por las nubes-. 

El segundo día, el 28 de mayo quintuplicó la venta normal consolidada del fin de semana anterior -puente festivo de tres días-, cifra histórica que debió ser igualada o superada la noche del 29 por la coyuntura de la final Medellín-Santa Fe. 

PARA TENER EN CUENTA

El éxito de un producto tan típico y de alto consumo entre la población colombiana, sumado a coyunturas importantes que coincidieron con los días de realización: puente festivo, vacaciones de mitad de año -que aunque se registra un alto flujo de salida de la ciudad, también mucha gente llega y se queda en la misma-, final del Fútbol Profesional Colombiano con un equipo bogotano que quedó campeón, conmemoraciones de la Marcha del Orgullo. 

No menos importante, pero que no fue factor determinante -la gestión y coordinación de las ediciones del Festival de la Lechona son netamente privados a través del gremio de los restaurantes tradicionales del barrio Olaya Herrera, ubicación de la Zona L-, es el apoyo de la Administración Local y Distrital. Las actividades culturales y recreativas permanentes para amenizar el ambiente y atraer visitantes fue muy buena….pero faltaron los medios y los periodistas. 

Alejandro Marín dijo alguna vez muy cierto sobre el manejo artesanal y esa lógica del “sacrificio extremo” judeo-cristiano de que un Festival debe ser respetado o un evento por más improvisado que sea. Eso puede ser válido para sus primeras veces…pero a partir de una tercera -que es un triunfo porque quiere decir una confianza del público y un espacio ganado- debe haber más orden. Y la promoción y apoyo debe ser algo grandioso. Allí es donde debe existir tanto la confluencia del gremio, marcas privadas que por mercadeo puedan estar presentes en el evento -bancos, productos para el hogar y cocina, el gremio porcicultor Porkolombia, etc.- y de la Administración Distrital y Local para generar los recursos para poder pagar bajo diferentes acuerdos, modalidades y montos las coberturas y generación de contenidos del Festival. Lo dije muy claro: PAGAR.

No hay que caer en la simplicidad de creer que una activación es que una emisora comercial -la que sea-, venga, esté dos horas, haga bulla, fidelice a los oyentes y cobre una millonada a punta de “chapa” y “camiseta”. Un evento comunitario tiene esa esencia de pertenecer a todos y debe dar espacio a las voces que lo hacen posible y a ese segmento emprendedor de la comunidad y solamente los medios comunitarios y alternativos de la zona, y los medios especializados en temas alternativos y gastronomía deben tener la voz cantante. 

Aunque mi opinión no sea muy popular entre los colegas que manejan las relaciones públicas del Festival, repetiré una frase del ex canciller Leyva sobre las promesas del Gobierno Nacional a la región del Catatumbo: “en este lugar no comemos mariposas amarillas”. Pues los periodistas y medios comunitarios y alternativos de Bogotá -en la localidad de Rafael Uribe Uribe son alrededor de veinticuatro registrados ante el Instituto Distrital de Participación y Acción Comunal-IDPAC- no vivimos de platos de lechona. 

¿Cómo dar esa batalla? Presionando los presupuestos participativos en su segunda fase, yendo a la Junta de Rafael Uribe Uribe -y a las demás en sus rubros de fortalecimiento y apoyo a medios-. 

Por mi parte, lucharé desde esta columna para que el Festival de 2026 sea mucho mejor y estemos más presentes. ¿Se imaginan un gran evento como este con poca publicidad lo que ha hecho, se imaginan con más? Invitación a pensar en grande y evolucionar.

Iré por mi lechona, nos vemos en ocho días. Soy norteño, de Chapinero, pero Bogotá entera y sus restaurantes son nuestra vocación. 

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Jhon Jairo Armesto
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