Edubar Arango

Director del Periódico La Gaceta y de la Agencia Imperio Publicidad y Comunicaciones.
Experto en Marketing, imagen Política y corporativa y Relacionista Público.

Reflexiones sueltas frente al computador

Escribir es un impulso vital. Algo íntimo se mueve dentro de uno para brotar de manera espontánea con palabras, una detrás de otra, para decir algo que está ahí, aunque a veces no nos demos cuenta de su preexistencia.

Es una acción tan personal que al momento de surgir nos aísla del entorno, sólo persiste la conexión del hombre con la computadora, en una realidad particular mientras ese impulso vital dicta a los dedos presionar el teclado con la arritmia de las ideas, al principio son lentas, pero conforme van tomando su forma se aceleran, señalan el camino a seguir sobre la luminosa pantalla.

Suele ser algo caprichoso, en momentos tiene la intensidad de un torbellino de ideas, con flujo constante, imparable. Pero en otras circunstancias se niega a dejarse atrapar, aunque sea para estampar un par de líneas.

 Hay quienes dicen que hay que escribir por disciplina, por ejercicio; hacer diagramas, temarios, todo aquello que ordene las ideas y así obligarlas a salir con un sistema. No, a la fuerza nada bueno resulta. Podrá resultar algo perfectamente estructurado, pero carecerá de vida, del movimiento y la frescura de la espontaneidad. Lo mejor es dejar libertad a ese impulso vital.

Y así precisamente me encontraba antes de escribir estas líneas. Hay días en los que mi mente, agobiada por tantas desigualdades y vicisitudes, vividas en mi Chocó querido, se llena de tantas cosas, que paradójicamente se bloquea. Y aunque parezca someramente sencillo, gracias a la cantera de temas de una inverosímil variedad, en esta macondiana “Aldea con semáforos” como es la capital del Chocó, no me resultan atractivos, los contenidos para desarrollar, ya sean por carecer de peso argumentativo o simplemente porque mi madurez no me lo permiten.

Petro y Fico, la corrupción rampante y desvergonzada de los mandatarios de mi región, el pésimo sistema de salud, el deficiente papel que juega en estos momentos el único centro de pensamiento académico de mi departamento, el desempleo, los asesinatos sistematicos que no paran, la gravedad de las brechas sociales, la pobreza monetaria y  la mental, la ingobernabilidad o el inminente desprestigio nacional que causará las capturas de varios personajes, son temas que ya agoté dentro de mi agenda narrativa para este y otros medios, incluido el mío, donde escribo periodicamente.

Caer en los intríngulis de la polémica entre Aida Victoria Merlano y el joven chocoano que apadrinaba y que luego, supuestamente salió a hablar intimidades, inclusive asuntos de cama, no es lo mio. Solo diré que desde el primer momento en que leí sobre las intenciones de la influencer, ofreciendo “Casa, Carro y Beca”, no me olió bien. Punto y fin.

Pero volviendo al tema, escribir no es fácil, porque en últimas se convierte en el medio para que otros lo lean, terminando así en la puerta de la comunicación, pues se escribe para un lector, aunque se desconozca su identidad.

Impulso vital es un término que Henri Bergson utiliza profusamente en su obra La evolución creadora, traduciéndose normalmente como «fuerza vital» o «impulso vital». Es una conceptualización de la fuerza o impulso que ha causado la evolución de los seres vivos y que existe en cada organismo originando su desarrollo.

Para Bergson el impulso vital tiene que ver directamente con nuestra percepción y en concreto con nuestra percepción del tiempo. Bergson huye de la idea de que el espacio es externo y objetivable y el tiempo interno y subjetivo. Solo existe el presente unificado en la percepción, el pasado es memoria y el futuro, anticipación. 

Y es precisamente escribir, lo que me da ese impulso vital, cada vez que me siento al frente de mi computador a plasmar mis ideas, criticando, ponderando, haciendo un llamado de atención o exhortando, cada causa, cada acción, ya sea del Chocó, del Pacifico, de Colombia o el mundo.
Pero totalmente despojado de apasionamientos y egos, que nublen mi raciocinio, ese mismo que he tratado, a través de los años que llevo en esta profesión/pasión, como concibo al Periodismo, gracias a mi querido Padre, Ricardo Arango Mosquera, Decano de los Periodistas del Chocó, de quien aprendí entre tantas cosas, que lo que se hace con placer, ya deja de ser trabajo.

Para concluir esta reflexión personal que convertí en artículo, sólo me falta agregar que estoy muy agradecido con Kien y ke, por la oportunidad de visibilizar la inmensa problemática, además de estar muy consciente de la gran responsabilidad que tengo sobre mis hombros al, a través de mis escritos, poder impactar positivamente mi región, una de las más pobres del país, económicamente hablando, pero llena de gente pujante y resiliente que hacen de las adversidades un motivo para continuar, cambiando las narrativas y coadyuvando a la reconstrucción del tejido social.

¡Vamos mi gente!

ADENDA:
El Presidente Ivan Duque resolvió las vacancias, tras fallos de separaciones de los cargos de alcaldes de Medellín e Ibagué, en menos de 24 horas, mientras que ya han pasado dos meses sin gobernador en el Chocó y aún nada. ¿Qué hay que esperar? El Chocó tambien  es Colombia

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