Hoy, después de cuatro meses donde el mundo ha tenido que conocer y luchar contra un virus sin precedentes y desconocido, volvemos a unos principios fundamentales aprendidos ancestralmente: ¡Lo más importante es la salud y la familia! Frase que en la sociedad actual pareciera de cajón cuando queremos sonar espirituales y cercanos, pero nada más alejado de una realidad social donde se vive más por lo material y por el reconocimiento en redes sociales.
Odios viscerales, violencia política, violencia intrafamiliar y corrupción entre otros parece estar a la orden del día sin ningún tipo de reflexión ni pausa.
Ahora ha llegado un enemigo silencioso e invisible que nos ha puesto a prueba y nos ha hecho el examen más difícil como sociedad. En el arte de la guerra se predica que aprendemos más de nuestros enemigos que de nuestro propios amigos. Pues bien, ha llegado la hora de aprender.
Priorizar sentimientos, emociones y realidades será la tarea de los seres humanos a partir de la fecha. Observar detenidamente si el presente que vive cada uno registra lo que verdaderamente quiere para su vida y su futuro. Mirar a los demás con empatía y compasión, y abrir las puertas de los corazones, no por parecer altruistas sino por verdadera sensatez humana.
No es momento de reproches, es momentos de oportunidades para engrandecer la humanidad ante la naturaleza. Es momento de mejorar nuestra relación con otros, pero lo más importante, con nosotros mismos. Actuar y agradecer con las cosas sencillas, las pequeñas pero las que verdaderamente cuentan.
¡El Covid 19 abrió una oportunidad! No la dejemos ir y seamos por un momento conscientes que de toda adversidad nace una oportunidad. Hoy la oportunidad es retomar las riendas de nuestras vidas y sociedades y poner sobre todas la cosas nuestra salud y nuestra familia.