Salvar la cultura para que la cultura nos salve

A mediados de abril de 2020, desde la sede del Centro para la Promoción de las Artes de Finlandia, la Organización Mundial de la Salud extendió una invitación a la comunidad científica y política del planeta: incluir las artes y la cultura en los sistemas sanitarios, pues la evidencia de más de 3.000 estudios confirma que diversas expresiones culturales tienen un impacto directo en nuestra salud.

Probablemente quienes viven día a día en relación con las artes dirán que esto se trata de una perogrullada, que no les es nueva la idea de que sus vidas han sido sanadas por el rol de la creatividad. Sin embargo, que esta idea esencialmente intuitiva tenga un sustento científico puede implicar transformaciones profundas en la manera de crear políticas públicas y, sobre todo, de aproximarnos a nuestra dimensión creativa personal.

El estudio publicado por la OMS se basó principalmente en información secundaria, a partir de más de 3.000 investigaciones cualitativas y cuantitativas en campos como enfermedades mentales, condiciones agudas, desórdenes en el desarrollo neurológico, enfermedades no transmisibles y el cuidado del final de la vida.

En síntesis, este estudio plantea una “lógica multimodal” a partir de unos componentes (que son los fenómenos generados por la práctica o consumo de artes; ej.: la “activación sensorial” al ver una obra de teatro), unos mecanismos causales (es decir, en qué ámbitos estos fenómenos generan un impacto, que pueden ser psicológicos, fisiológicos, sociales o comportamentales), y unos resultados de salud (o sea, los impactos probados en la salud, que pueden aplicarse en prevención, administración o tratamiento de la enfermedad).

Podríamos extendernos aquí explicando casos concretos como el de la música para padres e hijos en el período perinatal, el teatro para pacientes con demencia, la fotografía para el personal de salud o la composición musical para la rehabilitación neuronal, pero quizá sea mejor recomendarles que conozcan el estudio (en inglés), y enfocarnos en la posible relación de esto con la crisis global y las políticas públicas locales.

Por medio de una mesa de trabajo intersectorial en Medellín se han venido articulando propuestas públicas y privadas que se plantean como “salvamentos” para la cultura de cara a la crisis económica, social y ambiental. Vale la pena que revisemos algunas de esas propuestas.

Para el Consejo Municipal de Cultura, cuyos miembros son representantes de cada sector de las artes ante la administración municipal, es necesario construir una red de apoyo para artistas y creativos en alta vulnerabilidad, para quienes especifican la necesidad de paquetes alimentarios, jornadas de salud y alivios en el pago de los servicios públicos. Proponen unir esfuerzos con la plataforma de Compra Local de la Alcaldía por medio de la inclusión de oferta de arte y cultura (una propuesta que al parecer ya está siendo incorporada) y la formación de los actores culturales en marketing digital, que puede ser entre el mismo sector bajo un modelo circular.

La Plataforma Puente de Cultura Viva Comunitaria, a través de un documento titulado A la inversa horizontal, solicita una convocatoria especial que les permita avanzar en sus planes estratégicos de los próximos años; la perspectiva que proponen los procesos de Cultura Viva Comunitaria es el mejor camino para llevar intervenciones artísticas conciliadoras y sanadoras a nuestros territorios.

La Alianza Cultural por el Centro propone que se flexibilice el uso de los recursos de convocatorias, acelerar la entrega de recursos que ya fueron aprobados y que después del confinamiento los eventos de ciudad tengan políticas para apoyar los artistas y colectivos locales. Por su parte, la Mesa Cultural Prado propone la búsqueda de soluciones a través de consorcios tripartitos (academia, organización cultural, empresa privada), medidas para facilitar el pago de servicios públicos a quienes tienen espacios en comodato, y la destinación de auxilios específicamente para artistas de calle de la comuna 10 (centro). Por último, un grupo compuesto por algunos de los proyectos culturales más representativos de la ciudad (MAMM, Museo de Antioquia, Parque Explora, Filarmed, Teatro Metropolitano y Teatro Pablo Tobón Uribe) refleja en un informe conjunto que la cantidad de recursos que no percibirán por la falta de operación entre marzo y diciembre de este año ascendería a $20.000 millones.

El rol urgente de la cultura

De este breve recorrido por el sentir de los actores culturales podríamos decir que todos, desde el artista informal que vive del día a día hasta el museo más antiguo de la región, están en grave peligro. Lo positivo es que, con los nuevos hallazgos sobre antiguas sospechas del impacto de las artes en nuestras vidas, hoy tenemos más argumentos para afirmar que el arte salva, que el arte sana y que debe convertirse en una herramienta para enfrentar los efectos negativos del confinamiento en los ciudadanos y el personal de salud, incorporándose en el paquete de elementos vitales para sobreponernos a la crisis.

La coyuntura global ha dado a los consumos culturales un giro inevitable. Estar encerrados nos ha puesto a todos, sin importar la generación, a consumir más contenidos digitales: videos en línea, prensa digital, streaming de video y de música son los de mayor incremento. Podría decirse que el espacio que hoy están copando estas ofertas es el que no podemos satisfacer como diletantes del teatro, cine, eventos y ferias que no son ni serán posibles por un período indeterminado. ¿Cómo enfocar estos consumos de cultura que nos ayudan a procesar la complejidad y la dificultad? Y más aún, ¿cómo hacer que de esto devenga un apoyo a los creativos locales que más lo están necesitando?

El informe “¿Cuál es la evidencia sobre el rol de las artes en el mejoramiento de la salud y el bienestar?” de la OMS sugiere algunas ideas que intentaremos resumir y ubicar en nuestro contexto:

 

  • Implementar intervenciones a través de programas de arte comunitarios para mejorar la salud mental de toda la población
  • Fomentar diálogos científicos en los que se promueva la salud desde las artes a partir de la experiencia probada en otros países
  • Apoyar la investigación en las artes y la salud, priorizando áreas como la escalabilidad a poblaciones más grandes, o estudios sobre los impactos de nuevos tipos de intervenciones artísticas
  • Garantizar el acceso a formas culturalmente diversas de arte a lo largo de todos los momentos de la vida, especialmente para poblaciones en riesgo y minorías
  • Fomentar en las organizaciones culturales la incorporación de la salud y el bienestar como una parte integral y estratégica de su trabajo
  • Promover activamente la conciencia pública de los beneficios de las artes en la salud y el bienestar
  • Impulsar la incorporación de las artes en la promoción de hábitos de vida saludables
  • Fortalecer la colaboración entre los sectores cultural, social y de salud, a través de programas cofinanciados por diferentes presupuestos
  • Apoyar la inclusión de artes y humanidades en la formación de los profesionales de la salud para mejorar sus competencias personales, clínicas y comunicativas

 

Todas estas ideas tienen sentido en el contexto local de Medellín y es urgente que las secretarías, ONG y sectores responsables enfrenten este llamado de la ONU de una manera visionaria, asumiendo que la vocación creativa de la ciudad es la innovación social.

*Columna escrita en colaboración con Daniel Urrea (gestor cultural y docente)

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