Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Se busca MinDefensa (II)

Meses han pasado desde que pedía una Moción de Censura contra Iván Velásquez y que señalaba que el exmagistrado auxiliar no era el hombre para llevar las riendas de las relaciones cívico-militares porque rápidamente se pudo apreciar la manera en que el liderazgo político-militar, en el Ministerio de Defensa, iba la baja. 

Y aunque parecía prematuro, lo mejor que Petro pudo hacer en su momento era buscarle una salida decorosa a Velásquez para no producir la crisis de orden público por la que actualmente atraviesa el país y que sabiamente los colombianos han interpretado, según la última encuesta de Datexco para la WRadio. 

Algo que caracteriza a un líder de Estado es hacer la elección adecuada de los servidores que mejor puedan interpretar su idea de gobierno. En este sentido, Petro debería pensar en un Ministro que, en términos generales, sepa de asuntos estratégicos. Fue así que, durante el Frente Nacional (1958-1974) el Ministerio de Guerra -después de Defensa- estuvo bajo el liderazgo de hombres cuya carrera terminaba en este despacho después de recorrer todo el escalafón del oficialato. 

A inicio de los años 90’s volvimos a tener en el Ministerio de Defensa a civiles que poco o nada conocían de política militar. Principalmente, por presión de las guerrillas y sus aliados políticos, la condición para ocupar esa cartera ha sido no conocer de la materia. Este error ha hecho carrera en muchos gobiernos que, por temor a enfrentar la furia y el simplismo de los simpatizantes de la guerra revolucionaria, optaron por aceptar la exigencia subversiva en parte para neutralizar la iniciativa militar so pretexto de la falacia llamada “procesos de paz” y luego esquivar la avalancha propagandística de la insurgencia. 

Por venir de la guerrilla, Petro podría hacer lo obvio: nombrar como MinDefensa a un general en retiro. Sin duda alguna, los que hubieran estallado en histeria en contra del presidente que hubiese hecho ese nombramiento, callarán; y los que hubiéramos aprobado el nombramiento, simplemente aplaudiremos.  

Así, el Ministro de Defensa debe ser, por encima de todo, un líder que gestione con facilidad las relaciones cívico-militares; es decir, que entienda que la tropa de aire, tierra y mar (guerreros natos/soldados perfectos) conoce de sobra su oficio y solo acepta órdenes de los comandantes de fuerza y, a su vez, maniobre eficazmente en términos políticos lo que suceda en el campo de batalla.  En efecto, le corresponde blindar al pie de fuerza de las emboscadas políticas de congresistas, de la prensa hostil, del hostigamiento que proviene de sectores antimilitaristas que se camuflan en la sociedad civil para tareas varias y de la siempre voluble opinión pública. 

La moral de la tropa no le corresponde al MinDefensa (si es civil), para eso están los comandantes de fuerza, el comandante de las FF.MM´s y el presidente de la República que deben saber conducirlos y motivarlos. Es el Ministro quien debe utilizar esa moral para que la tropa se sienta blindada y respaldada en el frente político. Sin moral en la tropa, la gestión política de cualquier funcionario resulta difícil de ejecutar; una moral alta en la tropa es para el Ministro lo que el fusil es para el soldado.  

Así muchos crean que el radio de acción de MinDefensa se agota en el frente político de las operaciones militares, se equivocan al no entender que la paz es el fin último de la guerra. Sin una conducción acertada de esta, salir a buscar la paz con un digno adversario será misión imposible, ya que solo es viable una paz verdadera si se tiene poder militar suficiente para doblegar la capacidad de combate en el adversario. Si un presidente quiere la paz total, debe estar en disposición de ir a la guerra total y aceptar el costo que de ello se derive. De ahí, que todo proceso de paz inicie en el teatro de operaciones. 

Y no menos importante resulta que MinDefensa tenga, de sobra, la destreza para interpretar los códigos geopolíticos de los países limítrofes a fin de anticipar cualquier tipo de injerencia en territorio propio. Los servicios de inteligencia como el pie de fuerza son para la seguridad nacional, lo que el cuerpo diplomático es para la política exterior. Un engranaje mental de ambas esferas garantiza un liderazgo idóneo de los intereses vitales de cualquier nación.

Dicho todo lo anterior, no eran tan apresurado ni difícil ver que Iván Velásquez no cumplía con estos requisitos mínimos para estar al frente del Ministerio de Defensa. Aprovechando el momento, se puede concluir que el exmagistado auxiliar es todo (insisto: todo) lo opuesto de lo que representan hombres como Henry Alfred Kissinger que, después de 100 años de existencia, ha sido finalmente llamado ante la justicia divina. 

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