Miguel Ángel Díaz

Seguridad ciudadana y elecciones en el contexto mundial

El mundo ha cambiado, la globalización es sin duda uno de los fenómenos con mayores repercusiones en este siglo; hoy nada es local y todo nos impacta, los conflictos mundiales tienen efectos de largo alcance por la “eliminación de fronteras” que trajo consigo el fenómeno antes mencionado. Somos ciudadanos del mundo.

Hoy asistimos a una guerra entre dos países que dejaron de ser tan lejanos como los veíamos en el siglo XX; la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado un efecto dominó de graves consecuencias para todas las economías y Colombia no puede sustraerse de su impacto. Los insumos agrícolas, los químicos y la energía producida por el gas, generados en esas latitudes, hoy escasean, lo cual está provocando importantes alertas y gran zozobra, en y desde los entes encargados de las economías de las grandes potencias –de las que dependemos en mucho- porque no creen posible garantizar la seguridad alimentaria para el mundo.

No solo la seguridad de Europa está amenazada, una eventual guerra nuclear pondría en jaque al mundo. La estabilidad del euro como moneda se ha visto afectada y su competitividad frente al dólar se ha visto disminuida, todo ello, causando un acelere en la inflación y por tanto pérdida de valor de nuestras monedas. También hay que mencionar el costo en términos políticos y económicos para los países miembros de la OTAN, para la misma Rusia y todos los países cercanos al conflicto. Hoy, todo nos impacta a todos y tal vez por esa dependencia generada por los lazos que nos unen económicamente, es que ningún país se ha involucrado de frente en el conflicto entre los dos países, se habla en términos de geopolítica; Alemania y Francia no asumen una posición más fuerte, Estados Unidos dice respaldar a Ucrania, pero no lo hace con mayor beligerancia como le hubiera correspondido hace varias décadas, cuando se consideraba la más importante potencia mundial, porque hoy deben medir las consecuencias para todos. Naciones como Suecia, Noruega y Finlandia no dan el paso definitivo para hacer parte de la OTAN, buscar inclinar la balanza e intentar resolver el conflicto, por temor a mayores represalias económicas por parte de Rusia; porque en el contexto mundial, todas las decisiones deben mirarse con lupa, por cuenta de la globalización. 

Trasladados a esta parte de la región, tenemos que decir que, en Colombia, -como consumidores de los principales insumos que producen estas naciones-  se siente la afectación, en razón a que el país importa más de dos millones de toneladas de fertilizantes como cloruro de potasio, fosfatos monoamónico y diamónico y en el caso de la urea, el 42 % es proveniente de los países en conflicto, lo que ha hecho elevar el costo de la producción nacional de agroquímicos hasta en un 150 %, generando una reacción en cadena ( si podemos llamarla así) cuyos resultados pueden originar una crisis sin precedentes, derivada de una menor oferta de los productos básicos de la canasta familiar debido a la reducción de tierras destinadas a la producción agrícola, posibles cierres definitivos de cultivos y  por ende el aumento de los precios de los alimentos.

Colombia está “ad portas” de elegir a quien regirá los destinos del país en los próximos cuatro años y sin duda alguna, atraviesa por una coyuntura política -que no tiene semejanza con ninguna otra - la cual, ha sido aprovechada y “bombardeada” con mensajes amenazantes, por parte de quienes se considera son los principales socios de Rusia en Latinoamérica, con los agravantes de que Rusia nos considera el mejor amigo de su mayor enemigo, pero además, con informes de inteligencia que nos alertan sobre posible infiltración y respectiva alteración de los comicios, por parte de “hackers” rusos, venezolanos y nicaragüenses.

Dicha coyuntura, tiene varias aristas y desde diversos sectores políticos, le apuntan a que la confianza en los destinos del país, está “erosionada” por lo desesperanzador que ha resultado el proceso de paz firmado con los líderes de las FARC, el cual hasta ahora no da muestras de una paz con justicia, reparación y reconocimiento de responsabilidades, lo que ha derivado en un incremento de estructuras criminales y el empoderamiento de algunas guerrillas que creíamos casi extintas como el ELN, las cuales pretenden aterrorizar a la población con actos terroristas como el de “ Arborizadora Alta” en plena temporada electoral. “Erosionada” también, por las dudas sobre la actuación de la registraduría en los pasados comicios legislativos, por las actuaciones de la ex senadora Piedad Córdoba y el hermano del candidato del Pacto Histórico, por el paro armado convocado por los paramilitares del “Clan del golfo” tras la extradición de su cabecilla, alias “Otoniel” y todos al parecer, en una “alquimia” para lograr a través de la combinación de todas las formas de lucha, alcanzar el poder.   

El panorama para muchos, no puede ser más desalentador. Hoy los colombianos creemos que la seguridad ciudadana está en vilo y se ve afectada no solo por la incidencia que pretenden algunos gobiernos, sino por la asociación que parecen tener algunos mandatarios locales, los cuales en lugar de alinearse con la institucionalidad y la ley, sin ningún rubor, le otorgaron tiempo a los criminales para organizarse y generar el caos que, ha servido de caldo de cultivo para golpear las desvencijadas bases de la democracia colombiana.

Nunca antes habíamos tenido una necesidad tan grande de votar con responsabilidad, hoy más que nunca debemos volver a los valores, a la ética, si bien es cierto que el  mundo está convulsionado y que la más pequeña acción en el rincón más alejado del mundo nos puede afectar, también es cierto que podemos avanzar, seguir en la búsqueda de soluciones adecuadas para el desarrollo del país,  ejerciendo un voto sin presiones de gobiernos extranjeros que quieren desestabilizar y menos de grupos delincuenciales que, quieren seguir en la impunidad, respaldando los discursos de división, de desunión, de incendio, porque sus intereses son personales y no de proyectar a Colombia, como un país seguro para la población actual y las futuras generaciones. Votar bien, nos conducirá a la estabilización de la economía - hoy golpeada por agentes externos, pero también internos- votar bien hará que se incremente la inversión extranjera, que la empresa nacional crezca, los capitales permanezcan, los emprendimientos se proyecten a los mercados internacionales, que haya una sinergia en la que aumente la confianza y la generación de empleo. Todos debemos involucrarnos, el presente y el futuro es responsabilidad de todos.

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Miguel Ángel Díaz
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