Edubar Arango

Director del Periódico La Gaceta y de la Agencia Imperio Publicidad y Comunicaciones.
Experto en Marketing, imagen Política y corporativa y Relacionista Público.

Ser Nini en Colombia: El Camello de no tener Camello

Los denominados "ninis", llamados así por no desempeñar actividades laborales ni educativas, o sea, Ni estudian Ni trabajan, alcanzaron una proporción del 26%, lo cual representa 3,2 millones de personas entre 15 y 28 años que se encontraban en esta situación.

En el trimestre móvil comprendido entre febrero y abril de este año, la tasa de desempleo de la población joven se ubicó en 20%, según reveló el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Se trata de una reducción de 3,9 puntos porcentuales si se compara con la cifra de 23,9% reportada en el mismo trimestre móvil del año pasado.

En cuanto a la tasa global de participación, la entidad aseguró que entre febrero y abril fue de 55,8%, lo cual significó un aumento si se compara con el mismo periodo de 2021 (54,7%). La tasa de ocupación para personas entre 15 y 28 años fue de 44,6% y presentó un aumento de 2,9 puntos porcentuales respecto al mismo trimestre móvil de 2021.

En Colombia existe un desbalance histórico en el mercado laboral, pues existe una abundante fuerza de trabajo y una débil demanda de trabajadores, lo cual implica grandes barreras en la inserción laboral de diferentes grupos poblacionales, entre los cuales los jóvenes son particularmente vulnerables.

De hecho, según la OIT, la mayor parte de los jóvenes tienen que esperar un promedio de 13,8 meses hasta encontrar un empleo estable o satisfactorio, lo cual refleja la difícil transición de la educación al trabajo, y conlleva el riesgo de deterioro de las competencias y de desaliento.

Un reciente estudio del laboratorio de economía de la educación LEE, de la Universidad Javeriana, confirmó que las ciudades con las tasas más altas de ninis son Quibdó, Valledupar, Cúcuta, Riohacha y Santa Marta.

Los microdatos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) de 2019; en la identificación del nini, realizó estimaciones según la importancia de las características familiares en la determinación de serlo, para lo cual implementó modelos econométricos de variable dependiente limitada.

Aunque para el total nacional y en la mayoría de las ciudades y departamentos es mayor la incidencia de nini inactivos, es evidente una mayor participación femenina en las ciudades más grandes (Bogotá, Medellín y Cali) y en otras como Bucaramanga e Ibagué, lo que lleva a que la proporción de jóvenes desempleados sea mayor.

Más allá de las preocupantes cifras globales, un reciente informe de la OIT explica que la magnitud del problema varía según el nivel de ingresos de las regiones y los países. Los últimos datos laborales examinados por el organismo internacional muestran que solo las regiones de altos ingresos verán probablemente para fines de año una recuperación en los niveles de desempleo juvenil, aproximándose “hacia los niveles de 2019”.

Por otro lado, el informe arrojó que en Colombia una de cada tres mujeres entre 18 y 28 años es nini, lo que muestra las restricciones para hacer una adecuada transición del sistema educativo al mercado laboral. Los hombres salen mucho más temprano del sistema educativo que las mujeres: ellas lo hacen a los 18 años y ellos entre los 15 y 16 años, una explicación podría ser que sobre ellos existe la presión de generar ingresos en sus hogares.

Para nadie es un secreto que en Colombia tener un título no es suficiente, pues al comparar los niveles educativos de los nini desocupados e inactivos en distintos rangos de edad, se observa que el grupo de desocupados tiene mayores niveles educativos que los inactivos, incluso el 17 % del primer grupo –entre los 25 y 28 años– es profesional.

Esta es otra situación que tiene un importante rasgo de género, ya que las mujeres nini que buscan empleo tienen mayores niveles educativos que los hombres (más de la tercera parte de ellas son técnicas, tecnológicas o profesionales), siendo el grupo poblacional menos aprovechado en el mercado laboral, aunque están altamente cualificadas.

Otro aspecto a tener en cuenta es que dejar de ser nini no necesariamente lleva al mejor de los escenarios para los jóvenes, ya que una parte importante de ellos se inserta en empleos inestables, insatisfactorios, con sobrecualificación o de bajas remuneraciones. Si los jóvenes estudian, pero no encuentran empleo en lo que estudiaron es como tapar un hueco abriendo otro.

En el departamento del Chocó, una región con una innumerable problemática de toda índole, se evidencia mucho más la falta de oportunidades laborales de la población juvenil. Esto va directamente relacionado con la enorme brecha social que redunda en la ola de violencia vivida en los últimos años.

Es que, si no hay trabajo y no hay apoyo a los emprendimientos y una carencia absoluta de industria, no es que sea lógico que un joven elija el camino de la delincuencia, pero como dicen los costeños: ¡Pero aja!

Ahora, tampoco hay que echarle toda la culpa al estado, pues a los entes territoriales les llegan recursos para inversiones de tipo social, pero ya sabemos en los bolsillos de quien terminan.

Ese cacareado y manido discursito de la famosa “Deuda Histórica” del estado con el Chocó y los Afro ya está ya mandado a recoger. Pongámonos ya a trabajar, a impulsar nuestros activos económicos, a formular proyectos viables y coherentes con sentido social e incluyente con la población joven y, sobre todo, a dejar esa vergonzante manía de estar de pedigüeños y acostumbrarnos al asistencialismo de que “Papá Gobierno” sea el que TODO nos lo tenga que resolver.

Con eso estamos es enviando el mensaje, el pésimo mensaje, de que no somos capaces. Y ahí es cuando nos mandan foráneos para que nos manejen hasta las ganas de hacer del cuerpo disfrazado de intervención, y luego nos embejucamos, porque dizque no nos respetan.

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