El humano tiende a compararse con el mundo paralelo del “si hubiera”, de la frustración de no haber hecho lo que convenía, o peor, el del “si no hubiera”, del arrepentimiento por haber hecho lo que no convenía.
Hoy lo vemos por cuenta del COVID-19, a propósito del sistema de salud y otros temas, como la informalidad y la pobreza, que agravan la crisis con una demanda creciente de recursos, o la dependencia petrolera, que la agrava aún más por la disminución de ingresos.
Si hubiéramos destinado más recursos a la salud; si no hubiéramos politizado el sistema; si no hubiéramos sido tolerantes con la corrupción, si hubiéramos…, si no hubiéramos… Esa tendencia diletante, sin embargo, cae frente a la adversidad, y lo que no se había podido en años, resulta posible en apenas meses. Nuestro sistema de salud, tras la pandemia, será el que “hubiéramos querido” desde hace décadas.
Me referí a la dependencia petrolera, porque llevamos décadas hablando de diversificación exportadora, y hoy nos amenaza una “debacle cambiaria”, pues si la Balanza Comercial era deficitaria en más de US$10.000 millones con petróleo a US$60, el horizonte es oscuro con menos de la mitad de ese precio.
Desde Fedegán llevamos años insistiendo en el reconocido potencial exportador de la carne, pero igual han pasado años sin completar la tarea, y hoy enfrentamos una coyuntura de sobreoferta por la crisis y la temporada invernal, con consecuencias desastrosas para los ganaderos.
Ahora mismo la ganadería enfrenta el reto formidable de aplicar más de ¡27 millones! de vacunas contra aftosa, en el país rural, en 45 días y en medio de la pandemia, tarea que asumiremos con asesoría del INS en protocolos de bioseguridad para llegar a¡700.000! predios ganaderos.
Pero lo que hoy quiero resaltar es que lo hacemos ¡desde 1997!, aplicando recursos ya billonarios, pero sin lograr la promesa de valor de ser un país exportador de carne, pues aunque abrimos camino, nuestro producto no es admitido en mercados de mejores precios y volúmenes, como USA, la UE y China.
La “admisibilidad” no depende solo del estatus sanitario, que ya recuperamos, sino de dos sistemas importantes: Trazabilidad, e Inspección, Vigilancia y Control, que garantizan la inocuidad desde el productor hasta el consumidor. En ambos habíamos avanzado, pero el gobierno Santos retrocedió suspendiendo los decretos que reglamentaban la vigilancia, y quitándole a Fedegán, unilateralmente y sin argumentos técnicos, el manejo de la trazabilidad y del Fondo del Ganado.
En el mundo después de la pandemia, la inocuidad de los alimentos será exigente y bien pagada en los mercados, mientras Colombia necesita con urgencia productos exportables que ayuden a tapar el hueco de la renta petrolera.
En este, como en otros campos, debemos salir del mundo del “si hubiéramos” y entrar al de ¡Lo hicimos!