La resistencia antimicrobiana (RAM) se considera un grave problema de salud pública mundial, que es impulsado por el uso inadecuado de los medicamentos antimicrobianos, particularmente los antibióticos (1,2). La resistencia a los antimicrobianos se produce cuando bacterias, virus, hongos y parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, lo que dificulta el tratamiento de infecciones y aumenta el riesgo de propagación de enfermedades, enfermedades graves y muerte. Como consecuencia de la farmacorresistencia, los antibióticos y otros medicamentos antimicrobianos se vuelven ineficaces, por lo que las infecciones son cada vez más difíciles o imposibles de tratar (1).
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, más de 700 mil muertes anuales se presentan cada año en el mundo debido a infecciones por bacterias resistentes a los antimicrobianos, lo que se ha convertido en un serio problema de salud pública mundial, que podría ocasionar hasta 10 millones de muertes en los próximos 25 años y dejar pérdidas económicas que superarían los 100 billones de dólares para 20502.
Es importante reconocer que, los antibióticos han salvado millones de vidas, pero además, han marcado una revolución en la medicina, razón por la cual se ha constatado a nivel mundial un aumento importante en la prevalencia de la resistencia (3). Es por esto, que la Organización Mundial de la Salud ha pedido una acción mundial sobre la RAM, respaldada por los gobiernos y las agencias de salud. A fecha de hoy se están evaluando soluciones potenciales para tratar el problema, entre ellas, el aumento en inversión para investigación, el desarrollo de nuevos antibióticos y la reducción del uso de estos en animales (4).
Es primordial trabajar de manera articulada para frenar la resistencia a los antimicrobianos, utilizar con prudencia los antibióticos, adoptar medidas preventivas y las acciones que recomienda la OMS para contribuir a reducir la necesidad de antimicrobianos y minimizar la aparición de resistencias, entre las que está el fortalecimiento de la prevención y el control de infecciones en los establecimientos de salud, las granjas y las instalaciones de la industria alimentaria, garantizar el acceso a los servicios de agua limpia, saneamiento e higiene y minimizar la contaminación y garantizar una gestión adecuada de los residuos y el saneamiento (5).
Pese a que el uso adecuado de antibióticos es la medida más afectiva de prevención y control de infecciones, hay maneras adicionales que pueden aportar en el desafío mundial de la resistencia; de ahí el valor de la vacunación, una estrategia adicional que implementándose de manera correcta podría combatir este enorme problema de salud (4).
Aumentar la sensibilización y la comprensión de la resistencia a los antimicrobianos y fomentar mejores prácticas entre los públicos involucrados, desempeñan un papel fundamental para reducir la aparición y propagación de la resistencia a los antimicrobianos en el futuro (1).
