Estoy convencido de que los cambios deben hacerse para mejorar, pero siempre con responsabilidad y claridad. Hoy quiero hablar de una situación preocupante: la suspensión del formulario C600, una herramienta que desde hace años nos permite conocer cómo está la educación preescolar, básica y media en Colombia.
El DANE decidió detener la recolección de este formulario, argumentando que necesita rediseñarlo para hacerlo más útil. Pero, ¿qué significa esto en la práctica? En teoría, suena bien, pero en la realidad, el problema es la forma en que lo han hecho. Sin un plan claro para empalar los datos antiguos con los futuros, estamos dejando un vacío enorme en la información sobre nuestra educación.
Imagina que estás manejando por una carretera en plena niebla, sin un mapa ni GPS. Eso es exactamente lo que está pasando con la educación ahora. El formulario C600 era como nuestro mapa: nos decían cuántos niños estaban dejando el colegio, cuántos repetían año, en qué condiciones estudiaban y cómo estaban los docentes. Ahora, sin esa información, ¿cómo sabremos qué está funcionando y qué no?
Por ejemplo; deserción escolar, este formulario nos decía cuántos niños dejaban de estudiar y en qué regiones eran más graves. Sin esos datos, no podemos actuar rápido para prevenir que más niños abandonen las aulas. Otro foco es la Infraestructura escolar. ¿Cómo ponerle la lupa a los gobiernos que dejan escuelas sin agua potable, internet o espacios seguros? Sin este formulario, estamos a oscuras.
Cuando algo tan importante como esto se suspende de golpe, sin planificar cómo mantener la continuidad de los datos, las decisiones que se toman pierden fuerza. Es como intentar curar una enfermedad sin exámenes médicos: tomamos decisiones sin saber exactamente qué está pasando.
El impacto no solo afecta al Ministerio de Educación, también a los gobiernos locales, investigadores y organizaciones que trabajan por una mejor educación. Todos dependen de estos datos para diseñar programas y dirigir recursos donde más se necesiten.
Sin datos actualizados, los problemas se pueden agravar. Inicialmente podríamos experimentar más niños fuera de las aulas. No sabremos qué regiones necesitan más apoyo urgente. Hay alta exposición a Menos oportunidades. Si no podemos medir cómo está la infraestructura escolar o las condiciones de los docentes, no podremos garantizar que las escuelas sean espacios seguros y adecuados. Y algo muy importante, es que se tomarán decisiones sin fundamento. Las políticas educativas corren el riesgo de convertirse en experimentos, en lugar de estar basados en evidencia sólida.
El problema no es rediseñar. Es importante actualizar las herramientas para que sean más útiles. Pero lo que necesitamos es hacerlo bien, con un plan claro para no interrumpir el flujo de información. El DANE debería garantizar que los datos no se detengan mientras hacen los cambios. Además, a la fecha no han explicado claramente por qué se tomó esta decisión y cómo se va a implementar el rediseño.
La educación en Colombia enfrenta demasiados retos para que añadamos más incertidumbre. Veo a diario cómo las decisiones que se toman desde el escritorio afectan la vida real de los niños. Por eso, necesitamos datos confiables para entender qué está funcionando y qué no.
Esta pausa en el formulario C600 es un recordatorio de que la educación no puede ser un ensayo, sino un proyecto serio y planificado. Si queremos que nuestros niños y jóvenes tengan un futuro mejor, necesitamos actuar con responsabilidad, con información y, sobre todo, con urgencia.
Porque la educación no puede detenerse.