“Westworld”: estos placeres violentos, conllevan finales violentos

Un parque temático del “viejo oeste”, con vaqueros, burdeles y tiroteos, es manufacturado para el deleite del 'huésped', quien ha de decidir cómo pasar su tiempo allí. Esta experiencia es facilitada por los 'anfitriones', seres artificiales adaptados a las demandas del consumidor. Estos anfitriones parecen humanos, responden al ambiente y están a la orden de las intenciones de los huéspedes: pueden ser tanto compañeros de aventuras, como objetos de violencia física y sexual. Pero tal orden se encuentra al borde de colapso cuando una nueva actualización en el componente cognitivo de los anfitriones amenaza la seguridad de los huéspedes y el status quo del mundo afuera del parque. 

"Westworld", la serie de HBO, estudia el entretenimiento como una creación humana peligrosa y autocomplaciente. La gente viaja al parque para obtener aventuras que les demuestren quienes son de verdad y poder explorar sus más oscuros impulsos. En el gigantesco establecimiento, logran justificar su violencia, argumentando que dado que el parque y sus habitantes no son reales, es un lugar donde pueden permitirse ser crueles. 

Por otro lado, los anfitriones, quienes deben someterse a ser asesinados y abusados todos los días, están condenados a despertar al otro día sin memoria de lo sucedido el día anterior, repitiendo sus papeles en un bucle eterno. Aunque están dotados de elaboradas historias previas que les permiten experimentar amor, dolor y resentimiento, su experiencia en el mundo solo sirve para satisfacer la trivialidad de los visitantes del parque. No obstante, durante los eventos de los episodios, los anfitriones adquieren una nueva destreza, el “ensimismamiento” (reverie, en inglés), una cualidad que les permite recordar algunos rastros de sus vivencias a pesar de que su memoria sea reiniciada. 

La primera temporada de “Westworld” construye sus temas desde el “ensimismamiento”: el camino que les permitirá a los huéspedes acceder a su conciencia y emanciparse. Si bien varias piezas de ciencia ficción giran alrededor de un montón de robots y sistemas operativos que despiertan, se vuelven locos y entablan una guerra con los humanos opresores, “Westworld” infiere otros aspectos de la conciencia humana. 


 

Westworld

Aquellos humanos que crearon el parque dotaron a los anfitriones de dos bases cognitivas, la memoria y la improvisación, esto con el fin de controlarles. Si evitan que los robots recuerden, los pueden mantener en eternos bucles de tiempo sin que ellos cuestionen la naturaleza de su realidad, y empiecen a improvisar y tomar decisiones al respecto. El tercer nivel es aquella actualización en particular que gatilla los eventos de “Westworld”. Es aquí donde la serie trata la conciencia, no solo como una apreciación de la propia existencia y los actos, sino como algo más: la habilidad de escuchar el llamado propio y ganar autodeterminación. 

Las dos anfitriones protagonistas de la serie, Dolores y Maeve, encuentran este nuevo nivel de experiencia cognitiva pero lo que concluye cada una al respecto resulta ser distinto. Dolores es una anfitriona creada para ser una damisela llena de esperanza y la necesidad de encontrar un propósito. Cuando empieza a escuchar una voz que la lleva en un viaje de descubrimiento que 

la enfrenta con sus recuerdos y la violencia que ha recibido, su conciencia le invita a tomar un partido respecto a sus opresores y definir en quién debe convertirse para poder escapar. 

Por otro lado, varias causalidades sacan a Maeve de su bucle temporal y le hacen consciente de que no es humana. Viendo que toda su existencia ha sido manufacturada por las necesidades de los consumidores, incluyendo varios aspectos de su personalidad, Maeve se coloca en la tarea de modificar cada aspecto de sí misma de acuerdo a sus intenciones propias. Sin embargo, el recuerdo de todas las vidas que ha tenido en el parque pesan en su conciencia, particularmente la reminiscencia de haber sido madre. A diferencia de Dolores, Maeve si nota que este tercer nivel, por más que le permita emanciparse de los humanos, también implica someter su voluntad ante una voluntad externa.

 

Westworld

De esta manera, el propósito es explorado por los creadores de la serie, Lisa Joy y Jonathan Nolan, quienes maquinan una complicada historia que recompensa gracias a lo vívidos que son sus personajes, sean anfitriones, huéspedes o programadores. Su caracterización llena de ambición, desgarradoras experiencias y una necesidad de encontrar la motivación de su existencia, enriquecen la temática de la serie y proveen al espectador de una atractiva e intrigante narrativa, cuyos secretos y revelaciones impactan por el extremo cuidado y sensibilidad con la que se presentan. "Westworld", un universo estimulante, cuestiona al espectador, lo recompensa, y lo vuelve a retar: es ciencia ficción desencadenada y una crítica social caracterizada por imaginación salvaje. 

Carlos Yaya
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