El pasado viernes 21 de agosto, el sacerdote jesuita, Alfonso Llano Escobar, cumplió 95 años en medio de esta inusual pandemia del COVID – 19. Por fortuna, se ha dedicado a cuidar más de su salud, permaneciendo fuerte y consciente de la importancia de conservar su natural inteligencia y su gran actitud positiva para resolver los desafíos diarios de la existencia.
Durante años, el padre Llano ha sido un referente espiritual confiable, seguro y muy respetado por muchos profesionales de diferentes áreas del conocimiento científico que admiran su labor como educador y formador integral, la cual ha realizado con abnegación durante toda su vida.
Hoy, como su alumno y amigo, quiero hacer un "alto en el camino" para honrar a este gran hombre que nació en Medellín, Colombia, en el año de 1925. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1941 y fue ordenado sacerdote en 1956. Es licenciado en Filosofía y Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
Realizó un doctorado en Filosofía con énfasis en Ética en la Universidad Gregoriana de Roma y, en Teología con énfasis en Moral en el Instituto Alfonsiano de Moral de la Universidad Lateranense de Roma. Fue director del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Javeriana y director de la especialización en Bioética que se dicta en esta universidad.
Siempre con argumentos de peso y fiel a sus convicciones, el padre Llano ha dejado una huella en la historia de Colombia a través de sus investigaciones en el campo de la bioética junto con sus más de treinta libros publicados y sus polémicas, pero reveladoras columnas dominicales tituladas “Un alto en el camino”, que fueron divulgadas por el periódico El Tiempo durante muchos años.
Con sus ideas confrontadoras ha despertado el debate en la sociedad y la Iglesia Católica al mostrar la humanidad de Jesús, que durante siglos había sido distorsionada por la Iglesia que sólo nos permitía verlo desde una dimensión divina.
De igual manera, ha cuestionado la virginidad corporal de María, afirmando que Jesús al nacer en un matrimonio judío tuvo varios hermanos como Santiago, Simón, José, Judas y algunas hermanas (Mt 13, 55) y no primos hermanos como la gente cree.
Con la misma disposición de su mente abierta a la investigación y al diálogo, el padre Llano ha confrontado las posturas a favor del uso de anticonceptivos en las parejas y enseñó el derecho de los católicos a “no acatar por excepción algún mandato de la Iglesia sin seguir el dictado sensato de su conciencia”.
Por eso, ha sido blanco de los ataques de algunas autoridades eclesiásticas conservadores, así como también, de otras personas de creencias limitantes y ciertos medios de comunicación que rechazan sus posturas “radicales” como ellos mismo las llaman. No obstante, en la actualidad, algunos de sus más profundos puntos de vista, se ven reflejados y apoyados por las revolucionarias ideas y enseñanzas del Papa Francisco.
Por esta razón, los pensamientos, orientaciones y reflexiones del padre Llano, hoy continúan más vigentes que nunca, despertando la admiración entre aquellos que reconocemos y admiramos su labor espiritual y filosófica a través de la comunidad jesuita en nuestro país.
Desde su sabiduría, disciplina y humildad, hasta hace poco tiempo, seguía dictando las clases magistrales a sus pupilos para explicar un nuevo concepto sobre “Jesucristo hoy: a la luz de la ciencia y la fe critica”. Por suerte, he tenido la oportunidad de asistir a varios de estos cursos que nutren la mente y el espíritu.
Hoy recuerdo con nostalgia sus orientaciones que eran sembradas en nosotros desde un lenguaje firme pero amoroso, el cual reflejaba su cercanía auténtica con Dios.
Este "viejo feliz" (según sus propias palabras) con su inagotable ánimo, fino humor y excelente memoria, nos ha llevado por el camino del sencillo entendimiento hacia un Jesús que ante todo fue hombre y que durante su proceso de transformación espiritual marcó la historia de la humanidad.
Cada martes y jueves, en alguno de los salones del Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios (CIRE), el padre Llano nos ayudaba a encontrar la verdad desde un criterio propio para madurar hacia una nueva relación con nuestro Creador mucho más auténtica y amigable, libre de miedo, prejuicios y culpas.
Con su amabilidad y alegría siempre presentes, este hombre de Dios y de la ciencia, me concedió esta sencilla pero significativa entrevista, que revela el lado más íntimo y humano de Alfonso Llano Escobar S.J.
1. ¿Cuál ha sido su mayor logro?
La perseverancia.
2. ¿Cuál es la cualidad que más aprecia en el hombre y en la mujer?
La amistad.
3. ¿Cuál es su pasatiempo favorito?
Leer.
4. ¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?
En la vejez
5. ¿Cuál es su talento más grande?
La entrega.
6. ¿Cuál es la persona que más admira y por qué?
San Ignacio de Loyola, por su entrega a Dios.
7. ¿Cuál es su estado de ánimo constante?
La alegría y la paz.
8. ¿Qué es lo que más aprecia de sus amigos?
La fidelidad.
9. ¿Con qué figura histórica se identifica?
Con ninguna.
10. ¿Cuál es su posesión más preciada?
La fe en Jesucristo.
11. ¿Cuál es la frase que repite usualmente?
Estoy sano y feliz.
12. ¿Cuál es el sentido de su vida?
Jesucristo.
13. ¿Cuál es la mayor tristeza de su vida?
La muerte de mi madre.
14. ¿Quién es su héroe favorito de la vida real?
No tengo.
15. ¿Cuál es para usted la máxima expresión de la miseria?
El egoísmo.
16. ¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?
La entrega.
17. ¿Cuál es su héroe de ficción favorito?
No tengo.
18. ¿Qué es lo que menos le gusta en el mundo?
La violencia.
19. Si pudiera cambiar algo de sí mismo ¿qué sería?
La seriedad.
20. ¿Qué mensaje le daría a Colombia?
Que nos amemos y nos respetemos.
