Julio Teherán, la historia de todo un "bravo"

Sáb, 05/10/2013 - 10:01
Edgar Rentería abrió la puerta, pero por ella han pasado decenas de sueños buscando convertirse en realidad en las Grandes Ligas del béisbol estadounidense. Imponiéndose por encima del resto Juli
Edgar Rentería abrió la puerta, pero por ella han pasado decenas de sueños buscando convertirse en realidad en las Grandes Ligas del béisbol estadounidense. Imponiéndose por encima del resto Julio Teherán, un joven pitcher cartagenero que acarrea consigo un pasado difícil, llegó al montículo para en base a rectas y curvas olvidar una infancia bañada por la pobreza y el entorno en que creció. Hoy, a sus 22 años, este abridor de los Bravos de Atlanta quiere repetir las glorias para el béisbol colombiano. El hijo del templo Su infancia no fue sencilla. Creció en el barrio Olaya Herrera de Cartagena, uno de los más marginales de la heroica. En medio del hambre, la pobreza y la delincuencia del sector, Teherán miraba al costado. La única ‘calentura’ que quiso desde pequeño fue la pelota, por lo que la extraordinaria fuerza que tiene en sus brazos la usó para el bate y el lanzamiento, alejándose de la violencia que lo seducía a participar. Julio Teherán, Béisbol, Kienyke Ya en los Bravos, Teherán regresa a las calles que lo vieron nacer y ascender al estrellato. El magnetismo se produjo de manera instantánea gracias al templo del béisbol colombiano, el estadio Once de Noviembre de Cartagena, que lo llamó a participar de los partidos que se juegan en las tardes y las noches. En él, sin mayor conocimiento de este deporte, Teherán se dedicó a pegarle fuerte a las pelotas con el bate, sin embargo su habilidad era la de lanzar. Jugando en diferentes posiciones, los entrenadores improvisados de la zona se debatían entre colocarlo a batear, algo que realizaba con gran éxito, o utilizarlo en el montículo. El gran impedimento era el poco control que tenía en sus lanzamientos. Allí, fue cuando alguien que lleva entre sus venas la misma sangre caliente que Julio, puso la primera piedra de la gran carrera del pelotero. La herencia Tiempo atrás, Miguel Teherán quiso llegar a los Yankees de Nueva York. A pesar del talento que poseía, la ilusión se apagó al borde de la puerta. Con la pasión intacta, el tío de Julio empezó a enseñar a niños de estos barrios el amor por este deporte. Ante la recurrente insistencia de su sobrino, Miguel lo fue llevando por la carrera de pelotero y sorprendido por el talento de ‘Julito’, lo presentó con su amigo Carlos Roque García que empezó a acercarlo a la novena de Atlanta. Julio Teherán, Béisbol, Kienyke Con herencia de campeón, Julio realiza el sueño que su tío Miguel estuvo a punto de concretar. El ojo de las Grandes Ligas ya se había posado en el joven. Según cuenta Eugenio Baena, especialista en béisbol y quien conoce a Teherán desde niño, las treinta franquicias del beisbol norteamericano preguntaron por él, asombrados por la velocidad de 86 mph que alcanzaba su recto en tan corta edad. 14 de los 30 mandaron agentes para contratarlo, por lo que Miguel y Carlos pusieron en marcha una estrategia distractora. Por unos días en la heroica, la pregunta de colombianos y gringos era ¿dónde está Julio? El chico maravilla del deporte del bate y las manillas desapareció. Mientras las especulaciones florecían, el joven se encontraba en San Andrés junto a su tío y a Roque García, quien a la postre sería su representante. Esconderlo en la isla permitió que el único que negociara con él fueran los Bravos de Atlanta que por 850.000 dólares, cifra récord entonces, se quedó con Teherán para sus inferiores. Al estampar la rúbrica, Julio en lo primero que pensó fue en la casa de su abuela Aida, por fin iba a poder reparar todos los destrozos que con un palo usado como bate y unas piedras, hizo en su infancia. Talento Bravo Las ligas menores de Estados Unidos, denominadas AA y AAA, no fueron escollo para Julio. Su recta y su curva, los dos lanzamientos con los que pisó suelo americano, mejoraron. Su velocidad pasó de 86 millas a un promedio de 90 y su control mejoró. Un día normal de 2011, antes de una práctica, el entrenador del equipo juvenil de los Bravos se acercó a donde Teherán con una actitud desafiante. Regañándolo por el poco cuidado que tenía, David Brundage le soltó la buena nueva: “A la tarde viajas a Filadelfia, mañana abrirás para el equipo mayor, felicitaciones”. Julio Teherán, Béisbol, Kienyke 14 juegos ganados en temporada regular. El nuevo objetivo de Julio es la postemporada. Julio no lo creyó de entrada. Atónito cogió su celular, marcó a su natal Cartagena y luego de varios intentos le transmitió su alegría a padre y madre. La carrera en el montículo era un hecho, las luminarias del Turner Field (como se llama el estadio de los Bravos), apuntarían a él. 14 juegos ganados en la actual temporada a sus 22 años, cinco por detrás del líder Adam Wainwright de los Cardenales, certifican la calidad de Teherán, que ahora planea conquistar la postemporada con su actual club. El domingo, en la nueva casa que le construyó a sus padres, ellos prenderán el televisor y verán a Julio parado en la montañita de los pitchers, tratando de acercarse un poco más al máximo sueño de todo beisbolista: ser campeón de la Serie Mundial.
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