Hace cuatro años, Johana Ríos cuidaba a sus sobrinos mientras jugaban en la calle. Era una tarde tranquila. Sentada en el andén al frente de su casa se divertía viendo a los niños corretear. De pronto, sintió que un calor extraño invadía su cuerpo, que algo le perforaba su espalda y la taladraba por dentro. Cuando su mamá salió, vio a su hija tendida en el suelo con la ropa ensangrentada. Corrió a llamar a la policía. En minutos llegó una ambulancia. Johanna había sido herida por una bala perdida.
Pero la vida de Johana le dio una nueva oportunidad. Ha pasado un año del incidente. Hoy, a los 21 años, es una de las nuevas reinas de la moda en Colombia. Tiene piel de porcelana, largas extremidades, ojos azules penetrantes y 1,78 metros de estatura. Su cuerpo alongado se desliza sobre las pasarelas. Ha sido escogida para vestir los diseños de Cavalli, Alberta Ferreti y Moschino. Los asistentes a los desfiles quedan con la boca abierta al ver a esta mujer, ignorantes de que lleva una bala incrustada en uno de sus pulmones.
Johana modela desde hace 4 años y ha aprendido a vivir el contraste del mundo de su profesión y el de su día a día. Cuando camina frente a los fotógrafos y el público, luce los vestidos de grandes diseñadores y se convierte en el lienzo perfecto para los más diestros maquilladores y estilistas. En ese momento se siente imponente, dueña del momento. Da la vuelta y se queda inmóvil por unos segundos para que los flashes de las cámaras le iluminen la cara. Miles de dólares la cubren. Pero una vez finaliza el momento, Johana vuelve a la calle y se alista para tomar el MIO, que luego de un trayecto de hora y media la llevará hasta su casa, en el barrio Comuneros 2 del distrito de Aguablanca, en la ciudad de Cali.
Cuando Johana salía de clases, vistiendo el uniforme de falda azul con camiseta blanca del colegio San Antonio María Claret Satelite, iba a las tiendas del barrio a buscar revistas para hojear. Primero quería ser veterinaria para salvarle la vida a los animales. Luego pensó en ser azafata, para poder viajar por el mundo y vestir un uniforme lindo. Pero cuando miraba revistas soñaba que estaba frente a las cámaras: “yo recuerdo que pasaba las páginas y pensaba en lo chévere que sería salir en ellas. Seguí estudiando normal, sin pensar en que algún día me llegara la oportunidad de ser modelo”, dice Johana.
Hace cuatro años Juan Pablo Montaño, agente y booker de modelos, vio a Johana haciendo fila para el casting de un evento. “Juanpa me llamó para que trabajara con ellos en la agencia y me regaló media beca para que yo no pagara nada”, dice Johana. Montaño cuenta que aunque Johana hacía parte del grupo de niñas que no eran modelos, lo impactó su porte. “Sobresalía sin dificultad entre las demás”. Decidió entonces regalarle la beca completa para estudiar modelaje.
La fotógrafa Beatriz Carabalí fue la encargada de realizar, sin un peso a cambio, el book fotográfico con el que Johana llegó a Cali Exposhow. Según Carabalí, Johana tenía tantas dificultades económicas, que a duras penas podía conseguir la plata para pagar el bus que la llevaba a los castings y desfiles. El rojo intenso del pelo de Johana tiene un responsable directo: Anderson, su amigo y estilista. Cada vez que es necesario, visita la peluquería de Anderson para que éste le tiña el pelo con lo que sobra, exprime hasta la última gota de los tubos y los usa en el pelo de Johana. “Su apariencia es impactante. La piel blanca, el pelo rojo y los ojos azules. Un día en una exposición fotográfica, la gente se preguntaba quién era la extranjera, refiriéndose a ella”, cuenta Carabalí.
Los castings son un reto. Ser escogida entre un grupo de decenas de mujeres hermosas no es fácil. Las jornadas son extenuantes. Movilizarse cuesta tiempo y dinero. Hace dos años, Johana presentaba el último casting de la noche para el Cali Exposhow. A diferencia de las otras modelos, decidió irse en shorts y camiseta. Se cogió el pelo y apenas se maquilló. Estaba aburrida de ser rechazada por algunos diseñadores de la feria: “Como no tenía claro para quién era el casting y era tarde, me fui en plan muy relajado”. Después de la media noche le avisaron que había sido elegida por el italiano Roberto Cavalli para hacer parte de su desfile.
El diseñador Otto Gonzales es uno de los mentores de Johana: “La característica principal de Johana es la sencillez”. Se siente orgulloso de ver cómo ha progresado y dice que admira su tranquilidad y la manera como se adapta a diferentes circunstancias. Johana no siente vergüenza alguna de su origen y habla con tranquilidad de su barrio y de su familia. Sus papás y hermanos han sido quienes más la han apoyado. “Siempre he contado con mamá, ella me hace los vestidos que uso en los castings. Mi papá me ayuda con el dinero, y mis hermanas me prestan ropa y accesorios cuando los necesito”.
Johana está cumpliendo su sueño de aparecer en las revistas, pero al mismo tiempo estudia mercadotecnia. Antes trabajó en el área de servicio al cliente en una miscelánea de su barrio y luego estampó camisetas para poder pagarse la universidad. Hoy hace parte de la agencia de modelaje Chachi Ledesma, una de las más importantes de Cali. “Fabio Arias, booker de la agencia, siempre creyó en mí, decía que yo lo tenía todo para salir adelante. Me llevó a la agencia, Chachi me vio por primera vez y desde entonces trabajo con ellos. Me he sentido muy contenta porque los eventos son grandes, muy importantes y con los mejores diseñadores”.
Johana dice que el modelaje le ha cambiado la vida: “ahora soy más decidida. Aprendí a valorar cosas a las que antes no les daba importancia, como la sencillez de las personas. He aprendido a valorar mis esfuerzos y aprovechar las oportunidades”. Ríos dice que prefiere el reto de un casting masivo, donde las posibilidades de ser seleccionada son reñidas, a uno en el que sabe que va a ser escogida. “El modelaje me ha enseñado a ser más segura, a arriesgarme, a conocer sin miedo a equivocarme. Y si me equivoco, simplemente trato de verle el lado positivo. Y listo”.
El modelaje es la pasión de Johana Ríos. Pero ella sabe que esa pasión no durará por siempre. Tiene claro que la belleza física no es eterna: “mi familia me ha enseñado a dar siempre lo mejor y me dicen que el modelaje es algo que dura muy poco”. Sin embargo, vive sus sueños. No solo ha sido una de las favoritas de Roberto Cavalli, también fue protagonista en los desfiles de Alberta Ferreti y Moschino. Tal vez porque Ríos es única en el mundo del modelaje. Su historia, sus piernas largas, sus ojos azules y su melena roja, viva.
La modelo de Aguablanca que desfila con una bala en su pulmón
Mié, 07/12/2011 - 05:30
Hace cuatro años, Johana Ríos cuidaba a sus sobrinos mientras jugaban en la calle. Era una tarde tranquila. Sentada en el andén al frente de su casa se divertía viendo a los niños corretear. De p