Luis Arce, el candidato del partido del ex presidente, Evo Morales, ha ganado, con casi toda seguridad, las elecciones presidenciales bolivianas en la primera vuelta, tal y como indican los conteos realizados.
Arce, ex ministro de economía durante el gobierno de Morales, y candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), logró el 52,4% de los votos frente al 31,5% de su rival más cercano, Carlos Mesa. Por su parte, el candidato de ultra derecha Luis Fernando Camacho consiguió tan solo el 14% en los sondeos.
Al respecto, en la madrugada del lunes la presidenta interina, Jeanine Áñez, aseguró que el candidato de la izquierda Luis Arce obtuvo el triunfo en las elecciones bolivianas, marcando con esto el retorno al poder del partido del expresidente Evo Morales.
Por su parte, el ex jefe de estado, Evo Morales mencionó que "el triunfo de su partido en la primera vuelta de las elecciones generales devuelve la dignidad y la libertad al pueblo".
A las declaraciones realizadas por Morales, se sumó el comentario del candidato, Luis Arce, quien manifestó mediante su cuenta de Twitter que "con la jornada de hoy todos los bolivianos hemos dado pasos importantes: hemos recuperado la democracia y hemos, sobre todo, recuperado la esperanza (...) Vamos a gobernar para todos los bolivianos, vamos a construir un gobierno de unidad nacional, vamos a construir la unidad de nuestro país".
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Es necesario precisar que la presidenta interina, Añez, pidió paz mientras se daban a conocer los resultados definitivos, esto dado que las elecciones se han realizado en un ambiente de actos violentos, de vandalismo y de fuerte polarización política. Ha sido tal la tensión que se vive en el país, que algunos ciudadanos expresaron el miedo a salir por las calles para ejercer su derecho al voto.
Aunque los resultados definitivos no se conocerán hasta el martes, por lo pronto la victoria representa un triunfo para la izquierda boliviana y un momento importante en el ciclo político en lationamerica, puesto que durante años han ocurrido derrotas electorales, campañas de criminalización y golpes de estado blandos contra los partidos progresistas.
