Desde que comenzó el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc en Cuba, la guerrilla ha estado obsesionada con conseguir que en la mesa de diálogos se siente uno de sus líderes célebres y titulares: Ricardo Palmera, conocido con el alias de ‘Simón Trinidad’.
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El rebelde está preso en Estados Unidos desde diciembre de 2004, condenado a una pena de 60 años de prisión por el secuestro de Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves, tres contratistas estadounidenses que estuvieron en poder de las Farc desde el 12 de febrero de 2003 hasta el 2 de julio de 2008, cuando fueron rescatados con la Operación Jaque junto a Ingrid Betancourt.
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Cada vez que tienen la oportunidad, los voceros de las Farc insisten en la necesidad de que ‘Simón Trinidad’ haga presencia en La Habana. Consideran que “su convicción revolucionaria, a prueba de todas las bajezas del capitalismo”, es necesaria para darle un empujón definitivo a los diálogos.
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Es tanta la urgencia de los negociadores de las Farc para que Trinidad se sume a los diálogos, que Seusis Pausivas Hernández, alias ‘Jesús Santrich’, advirtió que “un acuerdo no será posible sin la firma de Simón Trinidad”.
“Simón Trinidad estuvo en El Caguán y tiene la experiencia. Debe estar negociando en Cuba por las calidades que tiene, por ese conocimiento que logró de las Farc relacionado con lo que es Colombia... Simón Trinidad tiene que estar en La Habana”, ha insistido el vocero del grupo guerrillero en diferentes oportunidades.
La delegación de las Farc en Cuba, con el dummy de 'Simón Trinidad'
Los guerrilleros ofrecen ruedas de prensa acompañados por un dummy de quien fuera el jefe del bloque caribe de las Farc; lo ponen como ejemplo y se refieren a él como si fuera un ídolo.
“Tiene un compromiso serio y férreo con la causa de los pobres del mundo”, dijo Iván Márquez en una oportunidad. “Es un símbolo de los prisioneros, aquellos que reciben el maltrato y el odio del sistema”, agregó otro día. “Incluso ha defendido con su vida, los derechos de los desposeídos", sostuvo en otra ocasión.
De la política a las armas
¿Pero quién es ese hombre al que las Farc se refieren con tanta reverencia? ¿Por qué presionan tanto por su presencia en la mesa si ni siquiera ha hecho parte del secretariado? ¿Por qué lo ponen al nivel de ‘Marulanda’ (fundador de las Farc) o de ‘Alfonso Cano’, quien fue recientemente el jefe máximo de esa guerrilla?
En el libro “Simón Trinidad el Hombre de Hierro”, escrito por el periodista Jorge Enrique Botero, se exponen algunas razones por las cuales Ricardo Palmera es tan importante para las Farc.
La principal, según se puede concluir del texto, es que ‘Trinidad’ es un ejemplo claro de que la lucha armada de esa guerrilla tiene una justificación.
Cuenta, por ejemplo, que antes de su ingreso a las Farc, el guerrillero coqueteó con la política legal.
“Entre 1980 y 1987, Trinidad se había lanzado con furor a la política de su natal Valledupar, primero al lado de Luis Calos Galán y Rodrigo Lara, quienes andaban por todo el país fundado el Nuevo Liberalismo, luego se puso al frente del movimiento regional Causa Común y más tarde se unió a la Unión Patriótica”.
Según un fragmento de la autobiografía que escribió Trinidad en la cárcel de Cómibita “en unas mayúsculas nítidas y fluidas, sobre hojas de cuaderno en tono de crónica, tiene 35 páginas”, escribe Botero. “Conocí personalmente a Galán y a Rodrigo Lara, los acompañe en su gira por Barranquilla, Santa Marta y poblaciones menores de la Costa Atlántica, e incluso fui con ellos a Bogotá. Recuerdo que Rodrigo Lara nos comentó a varios de nosotros, en Valledupar, que la idea última que tenía era fundar el Partido Socialdemócrata y que veía en muchos de los militantes del Nuevo Liberalismo su semilla”.
Luego, ante el exterminio de la Unión Patriótica, Trinidad se vio obligado a enlistarse en las Farc para “defender sus ideas”, decisión que tomó a los 37 años de edad.
El libro presenta una imagen de Trinidad que dista de la de los otros guerrilleros de las Farc. Lo muestra como un hombre estudioso, que incluso, según le dijo Raúl Reyes a Jorge Enrique Botero, “estudió en Harvard con Pastrana (el expresidente)”.
Imelda Daza, sobreviviente de la Unión Patriótica, cuenta en el libro que ‘Simón Trinidad’ “era muy disciplinado, no era de parrandas ni de bebetas, ni mujeriego.
Cuando nos pillaba emparrandados, nos decía que mamando ron no íbamos a cambiar el país, así que se ganó entre nosotros el apodo de ‘El Alemán’”, señala.
Imelda confiesa que durante esta época, Palmera evitaba hablar en público. “Qué le van a creer a un burguesito como yo”, decía.
De banquero a guerrillero
Una de las facetas más conocidas de Simón Trinidad, antes de su ingreso a la guerrilla, tiene que ver con su relación con el sector bancario. Fue gerente del Banco de Comercio y miembro de la Junta Directiva del Banco de la República de Valledupar.
En su momento se dijo que Trinidad utilizó a información a la que tuvo acceso como gerente bancario, para extorsionar a las personas más ricas de la región así financiar al grupo guerrillero del que empezó a hacer parte en 1987.
El libro recuerda una nota del diario El Tiempo que señala que “a los pocos días de que Trinidad se fue a las Farc, los hombres más prestantes de Valledupar cargaban un cheque en blanco en sus bolsillos, lo denominaron ‘El Cheque Simón’. Una especie de salvoconducto para evitar el secuestro”.
Al respecto, Jaime, hermano mayor de alias ‘Simón Trinidad’ dice: “Eso es una infamia. No había que ser gerente de un banco para saber quién tenía plata en la Valledupar de los finales de los ochenta y comienzos de los noventa”.
Una historia que quiso escribir Gabriel García Márquez
Jaime Palmera, hermano de ‘Simón Trinidad’, le contó al autor del libro en un bar de Washington, que Gabriel García Márquez había planeado escribir un libro sobre el guerrillero. Según cuenta, Jaime y el Nobel se encontraron en un aeropuerto de Francia y tras reconocerlo, Gabo le dijo: “No sabes cuánto me gustaría escribir la historia de tu hermano”.
La docencia, una pasión
Antes de ingresar a las Farc, ‘Trinidad’ fue profesor de la Universidad Técnica de Valledupar. Durante su paso por la guerrilla, también dio clases de economía política e incuso, mientras estuvo preso en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita en Boyacá, dio clases a los hombres que tenían la misión de custodiarlo, según el libro.
“Dos de aquellos muchachos estudiaban Economía y en lugar de vigilar al recluso se pasaban sus turnos haciendo con él los trabajos que les pedían en la universidad”.
Trinidad, el primero en enterarse de la muerte de Carlos Castaño
A finales de febrero de 2004, cuando ‘Trinidad’ llevaba un par de meses en asilamiento total en la cárcel de Cómbita, llegó un nuevo inquilino al patio de máxima seguridad. Se trataba de Gilberto Rodríguez Orejuela, el capo del cartel de Cali.
“La cuenta regresiva para la extradición del jefe mafioso se había iniciado y aquel remoto lugar del departamento de Boyacá sería su última estación antes de ser llevado a EE.UU.”
Hablaban durante horas y durante largas jornadas. Hablaban de política pero también de filosofía, la carrera que había cursado el capo durante su etapa en la cárcel. ‘Trinidad’ le hablaba de historia, una carrera que siempre quiso estudiar.
El poderoso capo le contó a Trinidad una noticia que para el momento, todo el país desconocía: Carlos Castaño estaba muerto. El capo le contó al guerrillero que gente de las propias autodefensas se había encargado de descuartizarlo.
En el libro “Simón Trinidad el Hombre de Hierro”, además de presentar una faceta más humana del primer ‘pez gordo’ de las Farc que se atrapó durante el gobierno Uribe, también se muestra a un hombre contundente, estricto, imperturbable. Que además de enviarle “besitos de chocolate, mandarina o fresa” a Lucero, su eterno amor, expresa sin titubeos:
“Las Farc tienen dos nuncas: nunca olvidarán el genocidio contra la Unión Patriótica y nunca dejarán las armas”.
Cuando ‘Simón Trinidad’ fue banquero, estudió en Harvard y lo apodaron 'El Alemán'
Mié, 19/08/2015 - 04:41
Desde que comenzó el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc en Cuba, la guerrilla ha estado obsesionada con conseguir que en la mesa de diálogos se siente uno de sus líderes célebres y titula