Tormenta en Brasil: los problemas se multiplican para Bolsonaro

Lun, 27/04/2020 - 13:38
Varios aliados políticos, incluidos dos de los hijos de Bolsonaro, están bajo investigación en una serie de indagatorias criminales y legislativas.
Créditos:
Dave Sanders/The New York Times

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, tenía dificultades para gobernar de manera efectiva antes de la dañina renuncia del ministro estrella de su gabinete, quien básicamente calificó a su próximo exjefe de ser un criminal.

Bolsonaro se convirtió en un presidente sin partido político en noviembre, después de la ruptura con líderes del Partido Social Liberal, el movimiento que respaldó su candidatura presidencial.

 

 

Varios aliados políticos —incluidos dos de los hijos de Bolsonaro— están bajo investigación en una serie de indagatorias criminales y legislativas. Incluyen sospechas de estrategias de lavado de dinero y campañas difamatorias de desinformación realizadas en línea.

En semanas recientes, su sorprendente y desdeñosa respuesta a la pandemia de coronavirus, la cual ha calificado como un “resfriado miserable” al que no se le puede permitir que frene el crecimiento económico, generó, en el país llamados a destituirlo y causó desconcierto en el extranjero.

Debido a estos desafíos, los cuales han dejado a Bolsonaro profundamente aislado, la dramática salida del ministro de Justicia Sérgio Moro el viernes fue vista por los críticos y los simpatizantes del presidente como un impacto potencialmente destructivo para su control del poder a medida que su segundo año en el cargo avanza en medio de una crisis de salud pública y una recesión.

Conocido por su rimbombancia y arrogancia, Bolsonaro podría estar apostando a que los legisladores no se atreverán a someterlo a un proceso de destitución y hacer que Brasil, el país más grande de Latinoamérica, atraviese otro espectáculo político como el que causó la caída de su predecesora, Dilma Rousseff, hace cuatro años.

No queda claro lo que los recientes acontecimientos significarán para la base de sus simpatizantes, la cual incluye a cristianos evangélicos y a un grupo firme de líderes militares designados en altos cargos.

Moro, un exjuez federal que se convirtió en la figura más icónica de una cruzada anticorrupción que generó esperanza en toda Latinoamérica en años recientes, renunció en protesta después de que Bolsonaro despidiera al director general de la Policía Federal, Maurício Valeixo.

En un extraordinario discurso televisado que pronunció la mañana del viernes desde el Ministerio de Justicia en Brasilia, la capital, Moro dijo que Bolsonaro tenía la intención de nombrar a un nuevo jefe policiaco que cumpliera sus órdenes políticas al mantenerlo enterado de investigaciones y recopilar documentos de inteligencia a solicitud del presidente.

 

 

Bolsonaro tiene la intención de nombrar a Alexandre Ramagem, el actual director general de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN por su sigla en portugués), como el nuevo jefe policiaco, de acuerdo con reportes en la prensa brasileña. Ramagem fue el coordinador de seguridad de Bolsonaro durante su campaña presidencial.

La acusación de Moro motivó que el procurador general Augusto Aras solicitara al Supremo Tribunal Federal que iniciara una investigación criminal sobre la conducta que Moro describió y dijo que, de confirmarse, equivaldría a obstrucción de justicia y otros delitos.

“Todo esto desgasta al gobierno en un momento en el que todas las energías deben estar enfocadas en combatir al virus y apuntalar la economía, la cual está atorada en la crisis debido al creciente desempleo, la miseria y el hambre”, dijo el viernes por la noche el senador Sergio Olimpio Gomes, quien hasta hace poco había estado entre los principales aliados de Bolsonaro en el Congreso. “Lo que ocurrió ayer constituyó una tormenta perfecta”.

Conforme el contagio de coronavirus en Brasil se aceleró la semana pasada, con casi 53.000 casos confirmados y 3670 decesos, se intensificó la especulación sobre cuánto tiempo más Bolsonaro podría durar en el poder a medida que aumentan las conversaciones sobre juicio político y renuncia.

“El presidente está cavando su propia tumba”, escribió en un mensaje en Twitter el expresidente Fernando Henrique Cardoso, quien gobernó desde 1995 hasta 2002. “Ojalá que renuncie antes de que sea destituido. Que nos evite, además del coronavirus, un largo juicio político”.

Gilmar Mendes, un ministro del Supremo Tribunal Federal, dijo el sábado que era difícil predecir cuán dañinas serán las investigaciones para Bolsonaro.

“Hasta hace poco, tenía la sensación de que la clase política no tenía ningún interés en hablar sobre el proceso de destitución”, dijo. “Ahora vuelve a ser discutido con mayor frecuencia”.

Bolsonaro parecía comprender el riesgo político que enfrentaba cuando pronunció un largo y desafiante discurso la noche del viernes en el cual llamó a Moro un mentiroso y un oportunista.

“El gobierno resiste”, dijo Bolsonaro casi al final, rodeado de sus ministros restantes.

La pandemia ha puesto de cabeza las políticas económicas del gobierno, las cuales buscaban promover el crecimiento a través de iniciativas de austeridad, privatizaciones y adoptar reformas de libre mercado para atraer la inversión extranjera.

“Ese discurso sobre el ultra libre mercado ha chocado con las necesidades impuestas por el coronavirus”, dijo Laura Carvalho, una economista en São Paulo, al destacar que el gobierno ha sido obligado a violar sus propios límites de gasto y a crear nuevos programas de asistencia social.

 

 

Dado lo lento y errático que la economía de Brasil había estado repuntando de la recesión que comenzó en 2015, las expectativas a largo plazo son sombrías, dijo. “No hay razón para esperar que la recuperación será rápida”, mencionó.

La partida de Moro enfrenta a Bolsonaro con un rival político poderoso que desde hace tiempo se ha asumido que alberga ambiciones presidenciales. Mientras varios líderes latinoamericanos han visto un repunte en la opinión pública a medida que impusieron medidas estrictas de cuarentena para detener la propagación del coronavirus, la popularidad de Bolsonaro ha caído en medio de lo que los críticos definen como una respuesta fallida.

La oposición del presidente a las medidas de distanciamiento social lo llevaron a despedir a su popular ministro de Salud la semana pasada y a iniciar peleas con algunos de los gobernadores más poderosos del país.

Acácio Machado, un hombre jubilado de 70 años en Río de Janeiro que votó por Bolsonaro en 2018, dijo que en los últimos meses se ha arrepentido de su elección.

“Voté con la esperanza de que hubiera algún cambio, pero fui engañado”, dijo y agregó que muchos amigos que votaron por Bolsonaro también lamentan su decisión. “Si hubiera tenido una bola de cristal en ese momento, habría anulado mi boleta”.

 

Por: Ernesto Londoño, Letícia Casado and Manuela Andreoni

Creado Por
The New York Times
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