Una gran polémica desató el proyecto, que aprobó recientemente en su primer debate el Concejo de Bogotá, relacionado con la distribución de dispensadores de preservativos en baños públicos de universidades, restaurantes, bares y discotecas.
KienyKe.com consultó con los voceros de varias universidades de Bogotá para conocer su opinión al respecto.
El director de la Universidad El Externado y expresidente de la Corte Constitucional, Juan Carlos Henao, afirmó que esta es una medida obvia, que tiene que promoverse en todo espacio donde hay una población representativa de jóvenes.
“Eso existe en las universidades europeas y americanas, donde se encuentran preservativos, tal como uno los encuentra en la calle. El hecho de que haya preservativos en las universidades es natural, es algo obvio que se da en la población universitaria, y cualquier medida preventiva debe ser positiva, por eso no lo veo como algo extraño”.
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De igual manera, el exmagistrado aseguró que no cree que el uso del preservativo, “que es una herramienta de prevención, en términos de salud pública, vaya a generar mayor promiscuidad. Me parece más peligrosa una promiscuidad sin preservativos, porque la promiscuidad es algo personal”.
Gabriel Singado, de la decanatura del medio universitario de la Universidad El Rosario, afirmó que los dispensadores de preservativos en los baños de las universidades no debería ser la única salida al problema de las enfermedades de transmisión sexual.
“Esa sería una opción válida, pues el uso de los preservativos perdería ese tabú social. Sin embargo, el uso de estos dispensadores, si se toma como solución única, no dejarían efectos grandes, sino que deben ir acompañados de programas de manejo de sexualidad responsable. Hay que velar por la calidad del preservativo y ojalá que se ubiquen estos dispensadores tanto en baños de hombres como en el de las mujeres, porque al ser un tema de responsabilidad, compromete a ambos géneros”, dijo.
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Por su parte, Joimer Robayo, decano de la facultad de Psicología de la Universidad Sergio Arboleda, indicó que como método de prevención sería una medida acertada la implementación de dispensadores de preservativos en los baños de esa institución educativa.
“Es una disposición favorable y positiva, porque se está trabajando en la prevención en salud. Debemos ver que los preservativos tienen un uso muy prolongado en el mundo, se ha masificado su uso. Ya era hora que se pensara como factor preventivo para evitar enfermedades de transmisión sexual”, indicó.
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El decano indicó que no se estaría violando con esa medida el fuero que tienen las universidades.
“Las universidades en su fuero promueven hábitos de mejor calidad de vida. Y las universidades deben empezar por su propia población. Esto puede ser tomado de manera muy positiva por la población universitaria, estudiantes, directivos, administrativos, profesores”, aseguró.
Por último, Robayo afirmó que no hay que temer a “hablar abiertamente de la sexualidad, debe hablarse desde la educación básica del hogar y luego de prevención. Pienso que a los niños se les puede hablar desde los cinco años de prevención en el uso de dispositivos como los preservativos. Ya lo otro es el control del ejercicio de la sexualidad en las universidades, o manejo de la seguridad en las mismas instituciones. Una campaña y unos dispensadores, tal como ocurre con el papel higiénico, son indispensables”.
A su turno, Victoria Cabrera, investigadora del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana aseguró que esa entidad educativa es partidaria de una educación integral dirigida a los jóvenes, en lugar de soluciones rápidas, como la de los dispensadores.
“Yo sugeriría que más que trabajar en el uso del condón o de los preservativos, hay que trabajar en la habilidad que tiene el joven para poder hablar de temas sexuales y así decir no cuando convenga o decir sí cuando lo considere adecuado, y posponer el inicio de la actividad sexual”, indicó.
Según la investigadora, “hay que posponerlo porque cada vez se hace la persona más madura, más segura de su personalidad, tiene un nivel de responsabilidad más alto. Es un proceso más largo, más dispendioso, porque implica un análisis crítico con el joven, y no tomar una decisión de poner preservativos en las universidades”.
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Divergencias en el Concejo de Bogotá
La autora del proyecto de acuerdo, Liliana Guáqueta de Diago, explicó los alcances del mismo.
“Es un acuerdo en el que se propone instalar dispensadores de condones en determinados sitios como restaurantes, bares, portales de Transmilenio, discotecas, universidades. Esto es un problema de salud pública, porque hemos visto a través de las estadísticas, que una población entre los 15 y 35 años y de los 35 a los 55 años ha tenido un aumento en el contagio del Sida. La Secretaría de Salud dio concepto favorable al proyecto. Se van a hacer además campañas de prevención, educación y pedagogía, para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual”, puntualizó.
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En el 2013 se presentaron más de mil 600 casos de contagio de enfermedades de transmisión sexual en Bogotá.
La cabildante indicó que lo que se busca con la medida “es que una persona que está en una discoteca, en un restaurante a determinada hora que están cerradas las droguerías o tiendas, puede comprar los preservativos, porque van a tener un precio, que puede ser de 500 pesos o mil pesos”.
La concejal dijo que a “mucha gente le da pena comprar un condón en una droguería, entonces con los dispensadores en los baños públicos sólo es meter la moneda y sacar el preservativo”.
No obstante, la concejal del Partido Liberal, María Victoria Vargas explicó la inviabilidad del proyecto de acuerdo.
“Tanto la Secretaría de Movilidad, como las directivas de Transmilenio han sostenido que es importante saber de dónde van a salir los recursos, y la misma Secretaría de Salud consideró que ellos no tienen el personal suficiente ni la infraestructura para hacer el control y asegurar el cumplimiento de la norma. Entonces el proyecto tendría un gran impacto fiscal porque no se sabría de dónde provendrían los recursos para comprar los dispensadores”.
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Vargas indicó además que ya hay abundante normatividad sobre el tema y la Secretaría de Salud ya viene desarrollando también ese tipo de proyectos.
Los concejales Marco Fidel Ramírez del movimiento Opción Ciudadana y Olga Victoria Rubio se oponen al proyecto de acuerdo por motivos morales y religiosos respectivamente.
Por su parte, Joimer Robayo, decano de la facultad de Psicología de la Universidad Sergio Arboleda, indicó que como método de prevención sería una medida acertada la implementación de dispensadores de preservativos en los baños de esa institución educativa.
“Es una disposición favorable y positiva, porque se está trabajando en la prevención en salud. Debemos ver que los preservativos tienen un uso muy prolongado en el mundo, se ha masificado su uso. Ya era hora que se pensara como factor preventivo para evitar enfermedades de transmisión sexual”, indicó.
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El decano indicó que no se estaría violando con esa medida el fuero que tienen las universidades.
“Las universidades en su fuero promueven hábitos de mejor calidad de vida. Y las universidades deben empezar por su propia población. Esto puede ser tomado de manera muy positiva por la población universitaria, estudiantes, directivos, administrativos, profesores”, aseguró.
Por último, Robayo afirmó que no hay que temer a “hablar abiertamente de la sexualidad, debe hablarse desde la educación básica del hogar y luego de prevención. Pienso que a los niños se les puede hablar desde los cinco años de prevención en el uso de dispositivos como los preservativos. Ya lo otro es el control del ejercicio de la sexualidad en las universidades, o manejo de la seguridad en las mismas instituciones. Una campaña y unos dispensadores, tal como ocurre con el papel higiénico, son indispensables”.
A su turno, Victoria Cabrera, investigadora del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana aseguró que esa entidad educativa es partidaria de una educación integral dirigida a los jóvenes, en lugar de soluciones rápidas, como la de los dispensadores.
“Yo sugeriría que más que trabajar en el uso del condón o de los preservativos, hay que trabajar en la habilidad que tiene el joven para poder hablar de temas sexuales y así decir no cuando convenga o decir sí cuando lo considere adecuado, y posponer el inicio de la actividad sexual”, indicó.
Según la investigadora, “hay que posponerlo porque cada vez se hace la persona más madura, más segura de su personalidad, tiene un nivel de responsabilidad más alto. Es un proceso más largo, más dispendioso, porque implica un análisis crítico con el joven, y no tomar una decisión de poner preservativos en las universidades”.
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Divergencias en el Concejo de Bogotá
La autora del proyecto de acuerdo, Liliana Guáqueta de Diago, explicó los alcances del mismo.
“Es un acuerdo en el que se propone instalar dispensadores de condones en determinados sitios como restaurantes, bares, portales de Transmilenio, discotecas, universidades. Esto es un problema de salud pública, porque hemos visto a través de las estadísticas, que una población entre los 15 y 35 años y de los 35 a los 55 años ha tenido un aumento en el contagio del Sida. La Secretaría de Salud dio concepto favorable al proyecto. Se van a hacer además campañas de prevención, educación y pedagogía, para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual”, puntualizó.
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En el 2013 se presentaron más de mil 600 casos de contagio de enfermedades de transmisión sexual en Bogotá.
La cabildante indicó que lo que se busca con la medida “es que una persona que está en una discoteca, en un restaurante a determinada hora que están cerradas las droguerías o tiendas, puede comprar los preservativos, porque van a tener un precio, que puede ser de 500 pesos o mil pesos”.
La concejal dijo que a “mucha gente le da pena comprar un condón en una droguería, entonces con los dispensadores en los baños públicos sólo es meter la moneda y sacar el preservativo”.
No obstante, la concejal del Partido Liberal, María Victoria Vargas explicó la inviabilidad del proyecto de acuerdo.
“Tanto la Secretaría de Movilidad, como las directivas de Transmilenio han sostenido que es importante saber de dónde van a salir los recursos, y la misma Secretaría de Salud consideró que ellos no tienen el personal suficiente ni la infraestructura para hacer el control y asegurar el cumplimiento de la norma. Entonces el proyecto tendría un gran impacto fiscal porque no se sabría de dónde provendrían los recursos para comprar los dispensadores”.
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Vargas indicó además que ya hay abundante normatividad sobre el tema y la Secretaría de Salud ya viene desarrollando también ese tipo de proyectos.
Los concejales Marco Fidel Ramírez del movimiento Opción Ciudadana y Olga Victoria Rubio se oponen al proyecto de acuerdo por motivos morales y religiosos respectivamente.
