Quienes vivieron los años sesenta piensan que a partir de esa década el mundo dejó de ser el mismo. El hervor de la Guerra Fría les hizo sentir que el planeta estuvo cerca de morir. La moda dejaba de ser acartonada y se llenaba de colores. Las músicas saltaban de suaves acordes en piano y cuerdas a estruendosos sonidos rebeldes con el rock.
La juventud era protagonista y sus movimientos influían en la política y el poder. El hipismo desafió al establecimiento y propició una irreverente visión del mundo, libertaria y pacifista. La revolución no era solo sangrienta: hablaba de nuevas visiones del sexo, la literatura, el arte, la igualdad y la religión. Pero al tiempo brotaban guerras rebeldes que en América Latina dejaron dictaduras y guerrillas.
Una década que es contada, con rigor y detalle, por el historiador colombiano Álvaro Tirado Mejía, abogado y politólogo de la Universidad de Antioquia, con doctorado en Historia de la Universidad de Paris 1 Panthéon-Sorbonne, quien publicó el libro “Los años sesenta, una revolución en la cultura”.
El libro de historia documenta los principales ingredientes que hicieron historia en dicha época del siglo XX, y que indudablemente influyeron en la vida colombiana.
Fue un trabajo de cuatro años que produjo un documento académico, no necesariamente anecdótico, aunque Tirado Mejía viviera su juventud en la década que ahora describe en 395 páginas. “Mi memoria me sirvió como contexto, pero todo está argumentado con pie de página. Es más un resultado de mi trabajo como historiador”, explicó en entrevista con KienyKe.com.
¿Por qué la década de los sesenta fue la más interesante del siglo pasado?
Por las secuelas que dejó. Hubo momentos importantes en el siglo XX como la Primera y Segunda Guerra Mundial. Sin embargo la gente no percibe que estamos viviendo cotidianamente los asuntos que se gestaron o impulsaron principalmente en los sesenta.
Por ejemplo se modificó la manera de vestir, apareció el blue jean, los tenis, el cabello largo, las camisas de varios colores. Una moda unisex de cierta manera. También en los 60 surge la píldora anticonceptiva, aunque ya se había inventado, pero se popularizó con los programas de planificación. Eso modificó las costumbres sexuales.
La de los sesenta fue la primera generación que se crió con la televisión; fuimos los que vimos la televisión desde muy pequeños. Vimos a través de ella la conquista del espacio, que hizo que el mundo se volviera de dimensión menor.
Y la revolución cultural. Por lo regular se estima que una revolución es un evento sangriento, como la Revolución Francesa, Revolución Bolchevique, Revolución Cubana. Pero en los 60, cuando la juventud comienza a tener un papel protagónico que nunca había tenido, se plantea revolución en las costumbres.
Para Colombia ¿esa década fue igual de interesante?
Fue una de las más interesantes de la historia de Colombia. Realmente Colombia se desparroquializó en los 60. Lo cuento en el libro: fuimos 20 mil estudiantes a estudiar posgrados al exterior, más que en toda la historia anterior de Colombia. Fuimos a Francia en la época de Mayo del 68. Fuimos a Estados Unidos cuando estaba el movimiento hippie y de derechos civiles, otros fueron a la URSS.
Lo segundo fue la Alianza para el Progreso. Colombia fue la vitrina para la Alianza por su papel de comandar el aislamiento de Cuba en la OEA. La contraprestación fue la doctrina de Kennedy para impedir que se desparramara la Revolución Cubana y Colombia fue elegido como la vitrina.
Y en los 60, para mal del país, se crearon todas las guerrillas. Surgieron las Farc, el EPL, el ELN y M-19 al final. Dejó una huella terrible para el país que todavía tiene sus secuencias. Los años 60 fueron un momento de quiebre en la historia de Colombia.
Dentro de las revoluciones en la cultura, en los sesenta se cambiaron muchas concepciones sobre el sexo y la sexualidad, en especial en Europa y Estados Unidos. ¿Esas revoluciones no lograron llegar en simultánea a América Latina? ¿Acá llegaron más tarde?
Sí y no. En Francia, tan desarrollada en 1967, todavía una señora casada que quería sacar una cuenta bancaria le tenía que pedir permiso al marido. En Colombia se podía hacer desde 1932 por la república liberal. En otros aspectos, como el divorcio, los cambios sí se demoraron. Lo importante fue que cambiaron las costumbres y el modo de pensar. La juventud de ahora, por todos esos cambios, no está sometida a esas correas restrictivas con las que vivíamos nosotros con 15 o 20 años a principios de los años 60.
“Mi memoria me sirvió como contexto, pero todo está argumentado con pie de página. Es más un resultado de mi trabajo como historiador”, dice Tirado sobre el libro Los años sesenta, una revolución en la cultura.
De esa bipolaridad global, y lo que hacían las potencias por debajo de la mesa para mantener sus influencias, se produjeron tanto dictaduras como guerrillas. ¿Quizá sea una secuela de los sesenta y la guerra fría el surgimiento de movimientos marxistas armados en Colombia?
En toda América Latina hubo guerrillas después de la Revolución Cubana, pero lo interesante en Colombia es que sobrevivieron. ¿Por qué? Las Farc son herederas de las guerrillas comunistas y liberales de los años 50 cuando los gobiernos conservadores reprimieron ese campesino y se transformaron luego en las Farc prosovieticas. Otras por influencia de la Revolución Cubana, como el ELN. Y el EPL que era totalmente pro-China. En mi concepto eran grupos revolucionarios con poco de marxismo. Se les llamaba marxista pero estoy seguro que los dirigentes, como Marulanda no creo que haya leído El Capital.
La iglesia también tuvo su revolución por cuenta del Concilio Vaticano II y la llegada de Juan XXIII. Pero causa curiosidad que esas reformas coinciden con la aparición de sacerdotes en filas guerrilleas ¿Qué piensa de esa hipótesis?
La iglesia católica es la institución más antigua de occidente y en ese momento la mayoría de latinoamericanos eran católicos. El Concilio Vaticano II fue un intento de llevar a la iglesia al mundo moderno. Tenían aún ideas medievales.
Cuando vino a América esa reforma, la oposición de las jerarquías católicas decían que las cuestiones del Concilio eran para la liturgia pero no para aplicar en cambio profundo. Generó un choque muy fuerte con sectores laicos y religiosos y eso produjo que algunos grupos se fueran para la izquierda como Golconda, y otros adoptaron la lucha armada. Hubo una intensa identificación entre esos grupos y el ELN especialmente. Camilo Torres se incorporó al ELN. También ha habido sacerdotes españoles y que en su pensamiento se conoce como revolucionario más de un cristianismo radical que del mismo marxismo.
De los sesenta también supimos del movimiento nadaísta. ¿Fue algo espumoso que tuvo esplendor entonces pero que ahora es solo recuerdo?
Le doy mucha importancia al nadaísmo en los 60 más como fenómeno sociológico que literario. Realmente el nadaísmo literariamente es muy regular, con excepción de una o dos personas, pero no fue gran movimiento literario. Fue fuerte porque los jóvenes todavía hablan del nadaísmo. Es por la ruptura de la época. El hecho que salieran con pelo largo, con camisas rojas, algunos fumaran marihuana, o les gustara otro tipo de música, generó ruptura. En ese sentido fueron muy interesantes. Y el nadaísmo es un fenómeno muy antioqueño. En el libro cito que cuando ellos se dispersan y salen de Medellín, en Bogotá nadie les para bolas, en Barranquilla son inconcebibles…
Aunque en ciudades paisas como Manizales sí tuvieron eco. ¿Qué piensa usted de uno de los exponentes de ese movimiento sea el actual negociador de paz en Cuba, Humberto de la Calle?
A mí me da la impresión que fue más como amigo del movimiento. Conocí a todos los nadaistas en Medellín y tomábamos tragos en el mismo café, pero él no estuvo. De Humberto de la Calle sé que es una gran persona y gran jurista, pero creo que él y el nadaísmo tienen muy poco que ver.
Qué gran aporte le dio Colombia al mundo en los sesenta?
Lo digo en el libro en un capítulo: la literatura. Hasta ese momento la literatura que se apreciaba era de los países desarrollados o colonialistas. Por primera vez, en occidente, con el boom latinoamericano aparece una literatura de una región del tercer mundo, que se equiparan a las literaturas avanzadas y las supera en la apreciación del público. Entre ellos principalmente Gabriel García Márquez.
¿Qué significó esa década de los sesenta para la integración latinoamericana?
A finales de los cincuenta surgió, pero en los sesenta tomó impulso el concepto de los países del tercer mundo y los no alineados. Fue la época de la descolonización. Latinoamérica era el patio trasero de los Estados Unidos…
Esa influencia de Washington también provocó que se convirtiera a Cuba como el “malo” del paseo en el hemisferio…
El Fidel Castro de hoy no es el de los años 60. Los cubanos se toman el poder, hacen la revolución y exportan la revolución. Mandan guerrilleros para todas partes de América y no lo esconden. Ante eso vino la respuesta norteamericana que fue inteligente, de (John F.) Kennedy, que fue combatir a cuba militarmente pero al mismo tiempo proponiendo reformas en América Latina. Pero se murió Kennedy y los norteamericanos prometieron mucho dinero y no se invirtió, además se empantanaron en Vietnam.
"Fui testigo de acontecimientos muy importantes"
¿Cómo recibe Colombia el boom del Rock, que entrega en los 60 a grandes exponentes como The Rolling Stones o The Beatles?
Esa música entró, y sin embargo acá se le dio un poco la vuelta. Ese rock era para unos sectores, pensaría que jóvenes y más de clase alta que habían viajado a los EUA y sabían inglés. Pero en general para la población vino el rock latinoamericano, en español, y de ahí se va a la música protesta y a la balada.
¿Y la influencia en las artes plásticas? ¿El tradicional arte indigenista, muralista o la generaicón de los ‘Bachué’ se vio relegada por nuevas estéticas?
El arte moderno entró tarde a Colombia. El movimiento Bachué fue muy interesante, nacionalista de los 20 o 30; era moderno y politizado. Pero ya los 60 era el arte abstracto. Hubo discusiones fuertes entre partidarios del realismo socialista por una parte o las pinturas nacionalistas, que estaban unidas. Fue muy interesante porque hubo un cambio.
Fue una época de oro para las artes…
Ha habido muchos cambios. No es romanticismo, pere en al época de los 60 hubo excesos, desmanes, surgimiento de guerrillas, pero hubo cosas muy positivas. La juventud quería cambiar el mundo, tenia ideales. Ahora es despolitizada. Había discusiones en universidades, asambleas, se debatía sobre el país, desarrollo económico y sobre el arte, el cine, la literatura. De cierta manera eso ya no se vive de forma tan viva.
¿Cómo vivió esos sesenta usted?
Empecé a estudiar derecho en 1960, terminé derecho, mi tesis de grado la hice sobre introducción a la historia económica en Colombia, un libro del cual se han distribuido más de 100 mil ejemplares, el 80% pirateado; tuve oficina de abogado, vi el derecho laboral y al vida sindical de cerquita, después fui a la Universidad Nacional como profesor y luego decano. Estuve en Francia poco después del Mayo del 68; hice diferentes cosas y también fui testigo de acontecimientos muy importantes.
¿Una anécdota sobre esa década que comparte cuando recuerda el pasado?
El mundo estuvo al borde de destruirse por el problema de los misiles en cuba. Recuerdo que eso fue un noviembre. Estábamos estudiando tercer año de derecho y uno veía la tensión en el mundo. En radio decían: ya viene el barco ruso, lo van a requisicionar. Si lo requisicionan, los soviéticos reaccionan y lanzan bombas atómicas. Era tanta la tensión que con compañeros de estudio dijimos: no estudiemos más este examen porque si el mundo se va a acabar en tres días, ¿para qué derecho procesal? Lo viví como vivieron millones en el momento.
Lo que usted debe saber de la década más interesante del siglo pasado
Vie, 22/08/2014 - 07:43
Quienes vivieron los años sesenta piensan que a partir de esa década el mundo dejó de ser el mismo. El hervor de la Guerra Fría les hizo sentir que el planeta estuvo cerca de morir. La moda dejaba