
La cancelación -entiéndase supresión de contenidos o personajes de la opinión pública- sigue generando estragos en el mundo de la cultura, esta vez por cuenta de la alteración de las obras del escritor británico Roald Dahl (1916-1990). Los encargados de la adulteración de las novelas y relatos del mundialmente conocido Dahl son la editorial Puffin Books en contubernio con el colectivo Inclusive Minds.
Dahl es conocido por obras como ‘Matilda’ o ‘Charlie y la Fábrica de Chocolates’, ambas llevadas al cine y con gran popularidad en público infantil. Fue también autor de relatos mordaces en los que el humor negro es uno de los elementos clave. ‘Relatos de lo inesperado’ o ‘El gran cambiazo’ son notables ejemplos.
Muchas de las obras de Dahl han sido consideradas ofensivas por grupos de orientación progresista debido al lenguaje empleado en ellos. Por ejemplo, la palabra “gordo” -adjetivo de uso común- sería erradicado de los relatos originales para cambiarla por “enorme”. Pero no todo se queda en palabras que hagan referencia a la apariencia física de una persona. El género también será intervenido. Los famosos Oompa Loompas ya no serían llamados “hombres pequeños”, sino “personas pequeñas”, por aquello de que nadie debería asumir el sexo o género de nadie.
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Reacciones ante modificación de obras de Roald Dahl
El diario ‘The Guardian’ fue uno de los primeros en publicar la noticia, por lo que el anuncio rápidamente tomó relevancia, dejando varias reacciones, muchas del mundo literario. Salman Rushdie, autor de ‘Los versos satánicos’ -y quien el año pasado fue víctima de un brutal ataque que casi le cuesta la vida en Nueva York, justamente por parte de un fundamentalista religioso- rechazó el anuncio de Puffin Books:
“Roald Dahl no fue un ángel, pero esto es una censura absurda. Puffin Book y la casa Dahl deberían estar avergonzados”, escribió en su cuenta de Twitter.
A la indignación de Rushdie han suscrito autores como José Torres Criado o Jorge Corrales, quienes han expuesto que censuras como esta no solo dañan el arte, sino que subestiman el pensamiento crítico de los lectores.