El derecho al silencio por parte de la víctima en el abuso o la violación es respetable y además debe ser reparador porque no hay nada más doloroso -no solo física sino psicológicamente- que el abuso al ser humano. Es ahí cuando una persona pierde la dignidad y se vuelve vulnerable. Repararse y olvidar es uno de los propósitos de las víctimas de delitos sexuales, pero esto toma tiempo y valor.
Arranco por esto porque quienes han sido abusados deberían recurrir a la justicia y denunciar, aunque no sea fácil debido al dolor interno y a la vergüenza que se transforma en un miedo paralizante y se encarga de traer a la memoria, una y otra vez, esos momentos de terror y crimen.
Estamos en tiempos en los que las confesiones se vuelven mediáticas: las redes sociales, por su capacidad de convertir en parte de la masa al individuo, ayudan a fortalecer y a eliminar la mordaza, para socializar la acusación, que aún no es denuncia real. Pero hace daño -sin pretenderlo- a otras víctimas que no se han atrevido a denunciar por culpa de ese miedo que paraliza.
Los medios debemos ser cuidadosos de que, cuando se hagan estas revelaciones públicas, las víctimas hayan acudido a la justicia y entonces si, apoyar y mostrar las caras de las acusadoras -si lo desean- y sus victimarios, que después de haber sido juzgados y encontrados culpables, se merecen el escarnio público.
Las víctimas de delitos sexuales tienen 20 años para denunciar -contados a partir de los 18-. Durante ese tiempo se puede descongelar el dolor y tomar valor para hacerlo, pero en tiempos electorales puede sonar a oportunismo político y mediático. No es que las denuncias públicas no sean válidas, es que la temporada política les resta importancia e inclusive las vanaliza.
Es cierto, es hora de hacer denuncias a gritos, pero sería bueno hacerlas de frente a la justicia y desde allí generar toda la presión para que los agresores paguen por estos delitos.
Romper el silencio frente a la justicia
Mar, 30/01/2018 - 13:00
El derecho al silencio por parte de la víctima en el abuso o la violación es respetable y además debe ser reparador porque no hay nada más doloroso -no solo física sino psicológicamente- que el