
Artículo de Revista Bienestar Sanitas para KienyKe.com
El cáncer es una enfermedad que puede afectar de manera directa o indirecta a cualquier persona; por eso, hay que conocer qué se puede hacer para prevenirlo.
Si bien la mortalidad por esta enfermedad en los países desarrollados está en descenso gracias a los avances en el tratamiento y en la instauración de programas organizados de tamizaje, la situación no es la misma para los países en desarrollo y en especial en Hispanoamérica, donde las cifras indican que hay un incremento anual de las muertes por este cáncer.
Según el Ministerio de la Protección Social, en Colombia cada año se diagnostican cerca de 7.000 casos, en años recientes ha sido una de las primeras causa de muerte por cáncer durante en ciudades como Bogotá. A continuación se aclaran algunos de los principales interrogantes acerca del tema:
¿A qué se le llama cáncer de seno?
La presencia de un nódulo palpable en la mama es todo un reto para el médico. Por fortuna, alrededor de 80 por ciento de todas las masas palpables en la mama son benignas. Eso significa que esos nódulos no invaden el tejido circundante ni se diseminan a otras partes del cuerpo; además, pueden ser extirpados. Por el contrario, en un tumor maligno las células tienen un crecimiento anormal y desordenado. Estas masas malignas pueden aparecer en los lóbulos (glándulas productoras de leche) o en los ductos (canales que trasportan la leche).
En Colombia un porcentaje importante de los cánceres ya están en etapas avanzadas cuando se logran palpar. Un estudio reciente con la Asociación Colombiana de Mastología (ACM 1) mostró un 69 por ciento de casos en los estados tempranos en una muestra de 1.514 pacientes en todo el país. Esto ya es un avance.
De otro lado, el término avanzado quiere decir que el tumor tiene un tamaño considerable o que se ha extendido a los ganglios o a otras partes del cuerpo; es decir, que ha hecho metástasis. Por eso, lo primero que hay que hacer es diferenciar una masa sólida, que pueda indicar un tumor maligno, de una masa benigna que también puede ser sólida o un quiste.
¿Este cáncer es hereditario?
Aunque se han identificado algunos genes que determinan el desarrollo de la enfermedad, cerca del 70 por ciento de las mujeres con cáncer de mama no tiene ningún antecedente familiar de la enfermedad o factores de riesgo. Esto quiere decir que no existe ninguna señal que pueda servir de alerta. De todos modos, la evidencia científica ha demostrado que la posibilidad de presentar un tumor maligno es mayor cuando existe predisposición genética y que las mujeres que tienen un familiar en primer grado (madre, hermana, tías) con cáncer de seno deben estar más pendientes y, sobre todo, si a ellas se les ha presentado en edades jóvenes.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Ser mujer y envejecer es, quizá, el principal factor de riesgo para desarrollar este cáncer. Eso explica por qué a medida que aumenta la expectativa de vida se reportan más casos. Existen otros factores que se han asociado con una mayor probabilidad de tener la enfermedad, como haber tenido la primera menstruación (conocida como menarquia) antes de los 12 años y la menopausia después de los 55, tener el primer hijo a una edad tardía o no tener hijos y haber recibido radioterapia de tórax.
Ser mujer y envejecer son realidades que no se pueden modificar, tampoco se puede cambiar la raza o las fechas de la menarquia y la menopausia que están determinadas por la influencia hormonal. Inclusive, es imposible alterar el número de hijos o qué tan joven se da a luz. No obstante, existen otros factores de riesgo que tienen que ver con el estilo de vida (obesidad, dieta, ejercicio, cigarrillo y alcohol) que sí se pueden cambiar.
La obesidad se ha considerado por mucho tiempo un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de seno. Al revisar los mapas de incidencia mundial de cáncer de seno y los de la obesidad en el mundo, se aprecia que en los países donde hay más cáncer de seno también existe un mayor número de obesos. Del mismo modo, la obesidad en pacientes con cáncer de seno está asociada con un porcentaje más alto de recurrencia y con disminución de la sobrevida. De 34 estudios científicos publicados, 26 muestran una relación estadísticamente significativa entre obesidad y mal pronóstico.
De otra parte, tanto el alcohol como el tabaco aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de seno; por lo tanto, son un factor de riesgo modificable. En cuanto al alcohol, la mayoría de estudios muestran que si se consume más de un trago de alcohol al día se aumenta significativamente la probabilidad de cáncer de seno. En la actualidad ya no existe duda de que el cigarrillo favorece el desarrollo del cáncer de seno, debido a que la nicotina es un carcinógeno en la glándula mamaria. El análisis reciente de unos pacientes de la Clínica Mayo mostró que las mujeres fumadoras tienen 25 por ciento de aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de seno. En mujeres ya diagnosticadas con cáncer de seno, fumar aumenta la mortalidad por cáncer de seno en 39 por ciento. Al mismo tiempo la posibilidad de morir de otros tipos de cáncer es mayor cuando se fuma.
¿Cómo influyen las hormonas?
Los estrógenos (hormonas femeninas) juegan un papel importante en el desarrollo y crecimiento de las mamas. Aunque después de la menopausia, precisamente cuando hay mayor incidencia de la enfermedad, los ovarios ya no producen más estrógenos, una hormona conocida como aromatasa puede convertir otras hormonas, como los andrógenos, en estrógenos. Por esa razón, aún después de la menopausia persiste la estimulación de los estrógenos.
En el cáncer de mama, aproximadamente dos tercios de los tumores presentan receptores para los estrógenos, lo que conlleva a un crecimiento anormal de las células y tejidos de la mama. A este tipo de cáncer se le denomina dependiente de estrógeno o receptor hormonal positivo. El estudio ACM 1 demostró que aproximadamente un 70 a 75 por ciento de las pacientes expresan receptores hormonales. Estas son las pacientes que se benefician de tratamiento anti hormonal.
Por otro lado, la terapia de remplazo hormonal (TRH) utilizada en mujeres que entran en menopausia se ha asociado a un aumento muy pequeño del riesgo de contraer cáncer de seno. El estudio WHI (Women’s Health Initiative) publicado en 2002, demostró la relación entre la terapia de remplazo hormonal y el cáncer de seno. Sin embargo, esta relación se observó únicamente en mujeres que recibieron la terapia conjugada (estrógenos y progestágenos) y no en las pacientes que recibieron estrógenos únicamente. El mismo estudio mostró que el riesgo de cáncer comenzaba a aparecer después de cuatro años de tratamiento y aumentaba con cada año. Desafortunadamente, los casos de cáncer en estas mujeres fueron más agresivos. Teniendo en cuenta que el riesgo es muy pequeño y que la terapia puede favorecer a algunas mujeres en el alivio de los síntomas del climaterio, debe utilizarse cuando esté indicado y teniendo en cuenta el riesgo individual.
¿Cuál es el tratamiento?
Muchos cánceres, como el de seno, no dan aviso. A veces se descubre cuando se detecta un nódulo o masa, cuando aparece una retracción en la piel o si hay secreción por el pezón. Como en toda enfermedad, cuanto más temprano se realice el diagnóstico y se inicie el tratamiento adecuado, mejor es el pronóstico. Para ello hay que lograr detectar el tumor en estados iniciales, es decir, cuando es muy pequeño y está solo en el seno. El cáncer de seno requiere un tratamiento personalizado de acuerdo con el tipo de tumor, el tamaño, la clasificación de los receptores hormonales y las mediciones de un oncogen que se llama HER 2 NEU. Para conocer todas estas características es necesario hacer una biopsia, que es la que determina el diagnóstico.
En las últimas décadas han surgido nuevas alternativas para el tratamiento con mejores resultados. En la mayoría de casos ya no se hace necesaria la mastectomía o extirpación de la mama. La cirugía puede ser radical (mastectomía) o conservadora (se extraen segmentos del seno). En ambos casos se puede hacer la reconstrucción del seno, ya sea con colgajos musculares de otras partes del cuerpo o con prótesis. Con los avances de la cirugía oncoplástica, que combina la cirugía del cáncer con la plástica, se obtienen cada vez mejores resultados estéticos.
En ocasiones se emplea quimioterapia o terapia hormonal antes de la cirugía para destruir parte del tumor y hacer una cirugía menos extensa. Muchas veces se dan este tipo de terapias también después de la cirugía para reducir el riesgo de recurrencia del cáncer. Hoy en día se pueden hacer una pruebas genóminas en el tumor de la paciente (Mammaprint u Oncotype dx), que son como la huella genética del tumor y que permiten definir mejor el pronóstico y si la mujer se beneficia de la quimioterapia o no. Estos análisis se hacen en cánceres tempranos y con receptores hormonales positivos, aunque en el futuro se ampliará el uso a otros tumores.
Vale la pena resaltar que en los últimos años han surgido nuevas alternativas para las pacientes con cáncer de mama avanzado, es decir cuando ya no es posible efectuar una cirugía con fines curativos o cuando la enfermedad ha hecho metástasis. Hoy en día existen varios tratamientos que se ajustan a las características del tumor, que pueden incluir diferentes agentes anti hormonales, quimioterapia o terapias blanco (que van directo a la mutación de la célula). Así, siempre hay algo que hacer, aun cuando el cáncer esté en una etapa avanzada.
¿Cómo se previene?
Se habla de prevención primaria en cáncer de seno a las medidas que se adoptan para evitar la enfermedad en mujeres sanas. La secundaria hace referencia a la prevención de la recurrencia de la patología en quienes ya han sido diagnosticadas con cáncer de seno.
Para el primer caso es fundamental hacer énfasis en los tres pilares del diagnóstico temprano: el autoexamen mensual, el examen clínico cada año y la mamografía a partir de los 40 años. Si existe algún síntoma o se detecta una masa se puede hacer una mamografía antes de esa edad. Respecto al temor que suscita la mamografía, hay que aclarar que es un método diagnóstico seguro que, mediante imágenes radiológicas digitales, sirve para descubrir o descartar la presencia de cáncer o tumores benignos de la mama. Existen otros estudios como la ecografía, que complementa la mamografía, especialmente en mujeres jóvenes y la resonancia nuclear magnética. La mamografía por emisión de positrones (PEM), la tomografía por emisión de positrones (PET Scan) y la tomosíntesis son otros análisis que tienen indicaciones muy específicas y se utilizan de acuerdo con las necesidades de cada paciente.
En cuestión de prevención es decisivo tener una historia clínica completa, especialmente cuando se detecta un nódulo o masa en la mama. Debe tenerse en cuenta el momento de la aparición, su evolución con el paso del tiempo, si se acompaña o no de dolor, así como si hay secreción -ya sea espontánea o ante la presión- y la edad de presentación. Las masas benignas son más frecuentes en mujeres jóvenes, aunque no se debe descartar en primera instancia un tumor maligno, ya que cada vez se diagnostican más cánceres en mujeres menores de 50 años. Hay que analizar, además, la relación entre el síntoma y el ciclo menstrual o la lactancia, y tampoco se deben dejar pasar los antecedentes de cáncer de mama en la familia.
De cualquier forma, el éxito del tratamiento que sea radica en el diagnóstico precoz y oportuno y el manejo por parte de grupos interdisciplinarios de especialistas.
Que toda mujer aprenda a conocer su propio cuerpo desde pequeña y que adquiera el hábito sano de explorarlo para poder entablar una relación íntima consigo misma, en la que pueda reconocer cualquier alteración en el primer momento y no ignore lo que su cuerpo tiene que decirle, es tan importante como los estudios científicos que permiten saber más acerca de la enfermedad y todas las campañas que se hacen en el ámbito mundial para salvar a muchas más mujeres.

