En el repertorio de Pedro David Nieves Mosquera hay más capítulos que años de libertad. A sus espaldas carga condenas por extorsión, un paso de casi una década por la Cárcel Modelo y una nueva judicialización en 2023 por un secuestro extorsivo ocurrido en Tunja, donde una víctima permaneció retenida durante nueve horas mientras era obligada a entregar las claves de sus tarjetas.
Pese a ese historial, llegó a La Picota para enfrentar una pena de 28 años, una condena que lo mantendría tras las rejas hasta bien entrada la próxima década. Pero lo que parecía un encierro seguro terminó siendo una oportunidad: Nieves conocía el sistema, entendía sus fallas y sabía detectar el eslabón débil.
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Las autoridades lo definen como un hombre metódico, que entiende el funcionamiento interno de los centros penitenciarios y que ha hecho de la manipulación una herramienta criminal. No solo acumulaba antecedentes: también tenía claro cómo operan los controles de ingreso, la burocracia cotidiana y, sobre todo, las rutinas repetitivas del penal. Esa experiencia, sumada a un plan ejecutado con precisión, le abrió la puerta, literalmente, para desaparecer.
El ‘cambiazo’: el truco antiguo con el que burló a La Picota
El domingo 7 de diciembre, a las 4:20 p.m., la Policía Judicial fue notificada de la fuga del recluso. Para entonces, Nieves ya estaba lejos. Había logrado evadir el penal con una modalidad que no se veía en el INPEC desde hace más de dos décadas: el ‘cambiazo’.
Su cómplice ingresó presentándose como su tío, autorizado como visitante. Una vez dentro, ambos esperaron el momento preciso para intercambiar identidades. Nieves asumió el rol de familiar visitante; el supuesto tío, el papel de recluso.
El plan no habría funcionado sin el detalle clave: la verificación dactilar. La perito responsable de la reseña de identificación validó como positiva la huella del falso preso. Ese cotejo, hoy bajo investigación, impidió que el personal detectara la suplantación.
Que la maniobra funcionara indica dos cosas:
- El fugitivo estudió cuidadosamente las rutinas del penal.
- La tecnología disponible no es suficiente para prevenir este tipo de engaños.
Un preso clave y un plan que revela grietas en el sistema penitenciario
La fuga no solo despertó alarma por el escape en sí, sino por el perfil del hombre que hoy es buscado en todo el país. Nieves no era un interno cualquiera: además de sus condenas, estaba vinculado a un plan criminal organizado desde prisión, según la Fiscalía Seccional de Boyacá, responsable de su captura en 2023.
El historial del fugitivo, extorsión, secuestro, hurto agravado, evidencia que su estructura criminal tenía alcance, contactos y experiencia para operar desde adentro. Por eso su fuga representa un riesgo real.
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La Picota, un penal con más de 8.000 internos, quedó expuesto ante una modalidad que parecía enterrada en la historia penitenciaria. Para Bustamante, el episodio confirma una urgencia: la implementación de tecnologías biométricas avanzadas que impidan que un simple error humano convierta un lugar de máxima seguridad en un coladero.
Hoy, mientras aumenta la presión sobre el INPEC y la búsqueda nacional de David Nieves Mosquera continúa, el país sigue preguntándose cómo un delincuente con semejante trayectoria salió caminando por la puerta principal sin romper una reja, sin violencia y sin dejar rastro.
Solo necesitó un visitante, una huella validada por error y un truco que llevaba décadas sin aparecer.
