
El nombre de alias “Lámpara” quedará marcado como sinónimo de barbarie en Medellín. Cristian Alexis González Gallego, de 28 años, es el hombre que acabó con la vida de Nairkel, un niño de apenas cuatro años que murió tras recibir brutales machetazos por llorar.
El menor presentó heridas en la cara, la espalda, el tórax y las piernas. Luchó por su vida durante tres días en una UCI, pero la violencia desmedida de su padrastro fue letal. La ciudad está indignada: no fue un accidente, no fue un arrebato aislado, fue un acto monstruoso.
Pero este crimen no surgió de la nada. González Gallego carga un prontuario que revela el rostro más cínico de la impunidad en Colombia. En los archivos de la justicia figuran 11 procesos en su contra: secuestro, homicidio simple, concierto para delinquir, extorsión, narcotráfico, desplazamiento forzado, uso de documento falso y hasta terrorismo. Un historial que grita “peligro” y, aun así, lo mantenía libre.
El pasado 3 de junio había sido condenado por homicidio simple. La pena: dos años y diez meses. Una condena irrisoria que, además, fue suspendida. Resultado: este criminal volvió a caminar por las calles, listo para volver a delinquir.
Las autoridades lo identificaban como un jíbaro del grupo delincuencial Los Mondongueros, pero su crueldad también se cebó contra su entorno cercano. Reportes judiciales señalan que no era la primera vez que golpeaba al niño ni a la madre, a quien agredía con la misma brutalidad. La violencia era su sello, y nadie lo detuvo a tiempo.
El alcalde Federico Gutiérrez confirmó su captura, pero la pregunta que queda en Medellín es tan dolorosa como inevitable: ¿cómo un hombre con semejante prontuario, con condenas, investigaciones y denuncias por violencia, estaba libre?
Alias ´Lámpara´ no es solo un asesino. Es el reflejo de un sistema judicial enfermo de impunidad, que permite que un criminal sanguinario entre y salga de prisión hasta que su violencia explota en tragedia. Esta vez, la víctima fue un niño de cuatro años.