Los deportes de combate pueden llegar a ser de los más emocionantes para ver, pero también los más peligrosos par la salud de sus deportistas. Patadas, codazos, puños y fuertes impactos contra el suelo son la receta perfecta para las lesiones, entre ellas, los diferentes traumatismos cerebrales.
Cuando se recomienda no intentar ni imitar ninguna de las acciones de estos combatientes, se hace porque siendo ellos profesionales sus vidas corren peligro. Este riesgo es mucho mayor en un aficionado.
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La cabeza es una de las partes más delicadas del cuerpo humano, y es comprensible que una carrera como peleador, boxeador o luchador pueda causar gran cantidad de traumas, algunos tan graves que pueden acortar la vida de los deportistas, además de afectarse la calidad de esta. De ahí que muchos mueran ates de cumplir los 50 años, o que algunos se vean obligados a someterse a delicadas cirugías.
A lo largo de décadas nunca se encontró mayor relación entre estos cuadros clínicos con la labor de los atletas sobre los cuadriláteros. Pero todo empezó a esclarecerse cuando se dieron a conocer varios casos de encefalopatía traumática crónica (CTE), antes conocida como demencia pugilista, en algunos boxeadores y jugadores de fútbol americano en las décadas de 1970 y 1980.
Se trata de una terrible enfermedad crónica producto de la acumulación de lesiones cerebrales que puede causar trastornos afectivos, síntomas psicóticos, inestabilidad social, comportamiento errático, la pérdida de la memoria, síntomas iniciales del Parkinson, la disfunción cognitiva en general progresando a demencia, así como anomalías del habla y de la marcha.
Un caso muy conocido de este trauma es el del luchador Chris Benoit, considerado uno de los mejores de la historia. El deportista asesinó a su esposa e hijo, para luego suicidarse. Un estudio posterior a su cerebro reveló la presencia de CTE.
Pero no es este cuadro el único. Las contusiones y conmociones cerebrales se acumulan, causando varios problemas como la falta de sensibilidad y control de las extremidades, problemas del habla, memoria, convulsiones y hasta la muerte.
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De ahí las crecientes medidas para proteger a los peleadores por parte de las diferentes compañías y federaciones. Pese a esto, las lesiones continúan, como sucedió con Tito Ortiz, , miembro del salón de la fama de la UFC, que ha sufrido cerca de 27 contusiones. Otro ejemplo es el de Junior dos Santos, que tras su pelea en 2013 contra Caín Velázquez sufrió un duro trauma que por poco acaba con su vida.
Otro caso conocido son los de Daniel Bryan, extrella de WWE que tuvo que retirarse en 2015 con apenas 34 años por la acumulación de conmociones que causaban convulsiones y pérdida de fuerza en su brazo derecho.
Más reciente es la lesión de Katsuyori Shibata, que en abril de este año recibió varios golpes mientras luchaba. En medio de la contienda tuvo un corte en la frente y sus movimientos eran erráticos. Al entrar al camerino se desplomó. Por un tiempo estuvo sin habla y actualmente, luego de más de 7 cirugías, sigue con dificultades para moverse y con serios problemas de visión.
Traumas cerebrales: enemigo de los deportes de combate
Sáb, 24/06/2017 - 06:56
Los deportes de combate pueden llegar a ser de los más emocionantes para ver, pero también los más peligrosos par la salud de sus deportistas. Patadas, codazos, puños y fuertes impactos contra el