La cara humana de la papatón

Jue, 19/11/2020 - 12:02
La papatón más allá del dinero, dejó lecciones de vida y mostró que con unión y solidaridad se logran grandes proyectos.

Una vez cambió la tranquilidad de las montañas, el silencio y la naturaleza por las matracas de las motos, los edificios y el smog, pero sus raíces lo halaron a donde pertenece,  el campo. No fue por gusto, la crisis que generó el paro agrario obligó a Pedro Tulio, un campesino de Cundinamarca, a irse a la ciudad.

Duró cuatro años por fuera y después de cerrar los ojos ya con patas de gallina, mover la cabeza de un lado a otro y una sonrisa noble, admite que la vida en el campo es dura pero que con la moral en alto regresó para demostrarle a la gente que allí está lo mejor.

A veces a la familia le toca madrugar desde las cuatro de la mañana y parar hasta las siete de la noche, embarrados, trabajando a sol y agua, pero con un aire más tranquilo que en la ciudad. Él ya sabe de crisis y luego de la llegada del Coronavirus, llegó un nuevo golpe para su sector.

La papatón

La crisis de la papa en Colombia ya era un hecho, al igual que diferentes sectores y por la pandemia se vieron golpeados. En una de las tendencias que aparecen en Twitter a diario, varios campesinos se hicieron virales por vender su producto en las carreteras, ¿El problema? Es que producto sí hay, pero los bajos precios, las importaciones y la escasez de consumidores obligan a casi que regalar el producto.

Pedro Tulio explicó: “Desde septiembre estamos sufriendo la pérdida, la papa está demasiado barata, una razón es la pandemia, porque las personas están en la crisis total, las importaciones son otro motivo, aquí un bulto de papa llegó a costar $7.000 pesos, eso no da los costos ni de la sacada”.

Muchos invitaron a comprarles, otros subían estados en sus redes apoyándolos y figuras públicas empezaron a pronunciarse, pero surgió una iniciativa que integró al campo con la ciudad e hizo que los papicultores recibieran por un fin de semana las ganancias netas sin la necesidad de un intermediario, los campesinos se instalaron en los diferentes peajes de Cundinamarca para vender sus productos, uno de los beneficiados fue Pedro Tulio, que nunca se imaginó que vendería 130 bultos en un día y mucho menos en casi cuatro horas.

Un día que no olvidará

El puente festivo llegó, el sábado ya había ido y el domingo a las 4:20 a.m. Cecilia, con la mujer que lleva 28 años de casado y le dio cuatro hijos, le estaba dando su tinto mañanero en el típico vaso verde de rayas desechable: “A los cuatro siempre los hemos sacado adelante con en el agro, a Brayan Steven siempre lo llevo para todo lado (el consentido)”.

Esta no sería la excepción y Brayan junto a su hermano acompañaron a su papá con la motivación de vender un poco más caros los 130 bultos de papa de lo que los venden en la plaza. En medio del hielo de la madrugada y con una chaqueta que poco cubría del frío explicó algunos costos y el porqué de la crisis.

“Por la sacada de un bulto se paga 5.000 pesos, a eso súmele los gastos de alimentación, de transporte, empaque… entre otros gastos, estamos por encima de los $15.000, estamos perdiendo $6.000 con el solo hecho de sacarla a la plaza, uno trata de buscar recursos para sacar adelante a la familia, pero es lo contrario, queda uno en deuda con todo el mundo”.

La historia de Pedro Tulio es tan solo una entre miles, ese día él salió con sus 130 bultos lavados y empacados con papas sin imperfecciones y de buena calidad, además tiene la posibilidad de contar con un camión, que hace más llevadera la situación, a comparación de campesinos que la única alternativa que tienen es llegar a la plaza y esperar a que un intermediario llegue a recoger su producto y no tener otra ganancia.     

Junto a sus colaboradores e hijo, Don Pedro Tulio recibió el día y llegó al destino que fue el peaje de Los Andes en la Autopista Norte con su producto listo: “Papa lavada superior, seleccionada, muy bien escogida, en bolsas de ocho kilos y también por medios bultos”.   

No solo llegó Pedro Tulio sino más agricultores, él sacó su estantería y acomodó cada bolsa y bulto. Los clientes empezaron a llegar y con orgullo describía su producto, camionetas, carros particulares y hasta buses de transporte público paraban a comprar.

“Es bueno apoyarnos entre los colombianos”, “Hay que apoyar a quienes de una manera directa o indirectamente nos llevan el sustento a nuestros hogares” fueron tan solo algunos de los comentarios que recibió este pasado domingo.

Los bultos fueron desapareciendo y de un camión cargado de papa, solo quedó una gaseosa, unas latas de cerveza vacía y una carga, pero de satisfacción. Brayan, quien había acompañado a su papá con sus ojos llenos de emoción le contó a su mamá: “Mami ya vendimos los 130 bultos”.

Las cifras ya son conocidas, la papatón en Cundinamarca superó las 2.073 toneladas de papa vendidas en los peajes del departamento, esto equivale a 41.000 bultos para una venta de 1.455.000.000.

El gobernador de Cundinamarca expresó que este tipo de iniciativas no deben parar allí y que se tenían que sumar esfuerzos no solo del gobierno departamental, sino de todos en el país, y como el campesino colombiano se caracteriza por su bondad y amabilidad, anunciaron que ayudarán los hermanos de la Isla de San Andrés luego del paso del huracán Iota.

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