
En el tradicional Club San Fernando y en su casa en Cali escuchó la música en vivo y los boleros que la marcarían para siempre. La primera vez que oyó música clásica fue en las misas de Semana Santa y de un pariente suyo, hijo de un magistrado, que renunció a ser abogado para dedicarse al violín. Estos son algunos recuerdos de la Directora de la Fundación Salvi y del Festival Internacional de Música de Cartagena que desde el 2006 abre la programación musical y cultural en Colombia.
Roldanillo, Cali y Bogotá fueron su territorio antes de un viaje a Londres que cambiaría para siempre su vida. Allí conoció a su esposo, Victor Salvi, un amante de la cultura y las arpas que la conquistaría con la música de Wagner.
-Yo tuve el coraje de escuchar a Wagner por primera vez por cuatro horas. Estaba muy impresionada de estar en el Covent Garden. Si yo me casaba con él, tenía que querer la música, no había nada que hacer.
Junto a su esposo crea el Festival Internacional de Música de Cartagena, con la venia de Charles Wadsworth, pianista y creador de la Sociedad de Música de Cámara de Nueva York y de los festivales internacionales Spoleto en Italia y Spoleto en el sur de Carolina.
Julia se prepara para la octava edición de este Festival que contará con algunos invitados de primera línea como Rodolfo Mederos, bandoneonista argentino, Luciano di Pasquale y la Orquesta de Cámara Orpheus de Estados Unidos.

"Este tipo de festival es un acercamiento a la música universal. Una experiencia para encontrarse con lo exquisito y la excelencia"
¿Qué recuerdos tiene de su vida en Cali? Primero que todo las familias de las mujeres son las que gobiernan, eran tres hermanas, vengo de una familia de Roldanillo en el Valle, que creció allí y que empezó a trasladarse a Cali, que fue la generación de mi mamá, que llegaron a estudiar en la Santiago de Cali, y que conoció ahí a mi papa, un opita. Hicieron su noviazgo en el Puente Ortiz y se casaron en la Ermita de Cali. Para hacerte un resumen de mi infancia, nosotros aparte de nacer en Roldanillo, Cali o Bogotá, siempre volvíamos a Cali porque la fuerza de esa familia es muy grande, nos movíamos por todo el país por la profesión de mi papá pero siempre volvíamos a Cali. Ya cuando venía la época de la universidad, los 16, 17 años, nos vinimos para Bogotá, y en Bogotá nos establecemos por el resto de nuestra vida y yo fui la única que me fui. Me fui a Europa, no quería irme para Estados Unidos, porque todos venían con tenis y masticando chicle, y en esa época la feminidad era una cosa fundamental para mí. Me voy para Europa y me voy a estudiar inglés a Inglaterra, y allí conozco a mi esposo, y lo conozco de una forma extrañísima, un gran amigo nos presenta por el tema de las arpas y de allí nace una historia de amor muy grande. ¿A qué sonó su infancia? A guitarra y acordeón, yo nací en otra época, no con el manejo de los medios y la libertad para escuchar todo tipo de música que ustedes tienen hoy, para nosotros era diferente. Mi casa era el recinto donde hacíamos los encuentros y todos los sonidos eran en vivo, los producíamos nosotros, y así aprendimos a cantar y a bailar. No teníamos computador y el televisor era mínimo. Entonces la música era una parte importantísima para nosotros. Cantábamos canciones de María Dolores y Pradera. Recuerdo también el Club San Fernando en Cali, toda una institución cultural de la época y cuando llegaron los Beatles, ellos representaban algo que para nosotros era imposible porque veníamos de una familia muy conservadora. Nosotros no podíamos pertenecer a ese grupo. ¿Y el gusto por la música clásica, cuándo llega? Definitivamente llega el día que conocí a mi esposo. ¿Cómo nace el festival, por qué escogen a Cartagena? Nace porque en esos viajes a Colombia, sobre todo en Bogotá, mi esposo iba mucho al León de Greiff a escuchar la filarmónica. Vemos que hay un gran interés por la música en Colombia y vivimos algunos procesos como el nacimiento de Batuta, y en ese momento había una gran dificultad y fue que ese gran desarrollo se dio durante la época de Pablo Escobar y el narcotráfico. Y eso impidió un lindo desarrollo y un plan de trabajo como lo ha tenido Venezuela. Al existir ese choque que el país vivió por diez años, afectó muchísimas las cosas culturales del país, vimos esos procesos y entendimos que había que hacer algo por la música en Colombia. Pero queríamos hacerlo desde el valor musical de los instrumentos porque vimos que el estado de los instrumentos que se tocaban y no entendimos cómo un país podía desarrollarse musicalmente con instrumentos de tan mala calidad y sin arreglo, porque no hay quien los arregle. Y creamos un plan de trabajo para que la gente se dedique a reparar esos instrumentos. Luego empezamos a ir a Cartagena y esa ciudad empezó a ser como un punto de encuentro, mi esposo se recorre la ciudad y se da cuenta que está el Adolfo Mejía, las capillas, y pues así son las ciudades pequeñas en Italia donde hay festivales y relacionamos eso con que no había un festival de música en Cartagena, que están en otras ciudades y mi esposo mira a Cartagena y cree en esa iniciativa. Lo primero que yo le digo a mi esposo, es que tenemos que invitar a Charles Wadsworth, que tiene el know how y si él se anima, lo hacemos, si no, no. Invitamos a Charles durante cinco días y en una semana el festival está montado. Desde el inicio la reacción fue increíble, porque estaba el imaginario que sólo en la Costa Caribe se tocaba sólo champeta, pero una cosa que sí tuvimos muy clara Víctor y yo era que íbamos a tener esa acogida.
"Desde el inicio la acogida del público fue increíble, porque estaba el imaginario que sólo en la costa se tocaba champeta"
¿El Festival dura una semana, ¿qué proyectos apoya la fundación durante el resto del año? Trabajamos todo el año en el festival y trabajamos paralelamente con otros proyectos, y esos proyectos son un derivado de lo que hemos construido, los centros de reparación y mantenimiento que encuentra una aliada en Fanny Gutiérrez de Sarmiento, pero que viene del espíritu del Ministerio de Cultura, que viene de poder resolver el tema del mantenimiento de los instrumentos en los miles de millones que se han invertido. La fundación además sirve de puente a organizaciones que ya trabajan con la música para que sus proyectos puedan mejorar y otros que crezcan de una forma más amplia y más objetiva dentro de sus propósitos, eso pasa con Festicámara, con la Alcaldía de Medellín, y con todos esos proyectos musicales que el país tiene y que necesitan ese apoyo y esa experiencia para que puedan beneficiarse, eso lo hacemos con Medellín, Villavicencio, con universidades, con la Nacional, con una cátedra como la de arpa para que pueda tener apoyo. Hay una serie de acciones a las que nos dedicamos el resto del año para el crecimiento de la vida musical del país. ¿Personajes del festival que en lo personal significaron mucho para usted? Primero Charles Wadsworth, que abre unas puertas y todo va a ser más fácil. Haber traído a La Pasión según San Marcos de Osvaldo Golijov, fue un reto más grande. Golijov es un compositor extraordinario, y una persona muy especial, pero llegar a él, es muy difícil y estamos hablando de un montaje de 150 músicos, con una producción extraordinaria y que había sido muy exitosa en Europa y fue posible. Cartagena es epicentro de grandes festivales culturales, políticos, pero siguen unas problemáticas sociales muy fuertes y hay muchas críticas en torno a estos encuentros por considerarlos elitistas, ¿usted que tiene que decir frente a esas críticas? Primero que todo hay algo que se llama falta de información, por eso es importante que la gente conozca al festival. Hay que diferenciar también los dos tipos de públicos y espacios en esa ciudad, uno, para el negocio, los congresos, donde se deriva una comunidad empresarial que requiere un espacio como ese para convocar y hay otro que es el cultural, que no puede ser elitista, uno no puede ser elitista en un país como Colombia, lo que hay es un privilegio de una gente que maneja industria y que hoy en día dan su nombre para dar y apoyar y que gracias a ellos el festival es posible. No puede ser elitista un proyecto que le permite a los jóvenes venir a Cartagena a estudiar, no puede ser elitista cuando tiene un manejo de conciertos con sentido social, casi la mitad de sus espacios son gratuitos, no puede ser elitista cuando piensas en las plazas y los espacios públicos de Cartagena, no puede ser elitista cuando lleva luthier que reparen gratuitamente instrumentos que ellos no pueden pagar. No puede ser elitista alimentar el alma humana con música. Entonces hay una falta de información y la importancia de que todos entren a la página, que todos lean, que todos vean, o un querer desconocer las cosas es más fácil para la crítica. Es muy importante que la gente entienda que la belleza no es elitista, el festival desde su imagen hasta el concierto en que pagas tu boleta y el que llega al público en espacios públicos tiene la misma belleza y calidad. Porque creemos que el mejoramiento social y la educación de un pueblo no va a deteriorar el valor de los servicios y la calidad de las cosas
"La fundación apoya otros proyectos como Festicámara, proyectos con la Alcaldía de Medellín, Villavicencio y la Cátedra Salvi de arpa."
El festival del Mono Núñez, este festival ¿qué significan este tipo de iniciativas para la música en Colombia? Así como el Festival Vallenato, no solamente ha logrado que su cultura se mantenga y su poesía, como que toda la gente del interior del país quiera ir a escuchar y a conocer la tradición de este festival. Entonces es un planteamiento que ellos han hecho, que va desde la gente que lo vive día a día, desde los que se presentan hasta los que llegan a vivir su cultura y esa es la parte brillante del manejo interno de saber cómo yo vendo un evento para que la gente conozca su cultura y se quede. El Festival del Mono Núñez es exitoso porque siempre busca la excelencia de la música que presenta, para que la gente vaya a lo más esencial que es la música, y que todo, desde el ambiente hasta la música sean una vivencia. Ese es el éxito de este tipo de festivales. Este tipo de festival es un acercamiento a la música universal. Una experiencia para encontrarse con lo exquisito y la excelencia, es lo que hace que tú puedas examinar en qué nivel estás como músico. Y el país esta ávido de esas experiencias, que no puedes vivir en Europa, porque no puedes salir del país, pero que puedes tener dentro de ese país. Y por eso al festival se le hace difícil mantener el equilibrio en la boletería para turistas, para la gente que viene de todo el país, para los que estudian música y para los locales, porque todos quieren la torta más grande. Y porque en la música de cámara, uno de los requisitos es el ambiente donde se debe tocar, es que no pase de unos lineamientos de espacios para estar muy cerca de un intérprete. ¿Cómo gestora y líder cultural cuál ha sido la mayor enseñanza? El compromiso. El compromiso, el valor de esa palabra. Porque si no está eso no puedes hacer un proyecto como este, no puedes cumplir y por eso valoro muchísimo y trato de enseñarle al equipo con que trabajo cómo es prioritario el compromiso. ¿Qué música no soporta? El metal y todas su manisfestaciones, para mi es una degeneración del sentido humano. Es una necesidad de transportarme a través de algo que no está. Una cosa es que tú me digas ir a ver a Madonna porque es un show y ver a Shakira, pero el metal, o la misma Gaga, es hacerle un mito a todo lo que se está degenerando en la sociedad y aprobarlo. ¿Y artistas colombianos, cuáles le gustan? Me encanta Fonseca, me haría una fiesta todos los días con Fonseca y Carlos Vives, yo descubrí el vallenato con Carlos Vives. La salsa si no me gusta un poquito, en cambio el vallenato me parece una poesía. ¿Los retos y sorpresas para la octava edición del festival en enero de 2014? Ojalá que el país esté emocionalmente bien, el festival es un espacio para que puedan sentir que algo maravilloso está pasando en Colombia y a pesar de las dificultades muchos estamos haciendo algo por Colombia @Lauquiceno Festival Internacional de Música de Cartagena @CartagenaFest