En septiembre de 2010 Rosa Helena Jiménez, ‘la Nena’, se presentó por última vez en un escenario. Lo hizo en Armenia, donde cientos de personas la aplaudieron. Pero en esa ocasión, la humorista no fue tan elocuente como de costumbre. Por momentos, olvidaba las palabras, perdía el hilo de los chistes, vacilaba. Ese día, su hijo Juan Esteban advirtió que su madre no podría volver a los escenarios. Poco a poco su memoria se fue apagando.
Un mes después de su última presentación en Armenia, los hijos del humorista Montecristo le hicieron un gran homenaje en Medellín, le entregaron un trofeo en homenaje a su carrera. Fue la última aparición pública de la popular humorista que durante varias décadas se dedicó a contar chistes por todo el mundo.
Le gustaban las carteras, la ropa, teñirse el pelo de colores y llenarse los párpados de maquillaje. Era devota del Señor de los Milagros y rezaba en latín. Amaba los perros tanto, que llegó a tener 15 en su casa. Cuando murió tenía dos, pero ya no podía llamarlos porque perdió el habla. Como dice su nuera Beatriz Arango, quien la acompaño durante su enfermedad, ‘la Nena’ se fue desconectando poco a poco”.
La humorista sufría varios males, problemas de presión, de cadera y, el más grave de todos, alzhéimer. A pesar de que hasta el año pasado insistía en volver a los escenarios –tenía un carácter fuerte y enérgico–, la verdad era que ya no podía recordar los chistes. Juan Esteban se mantuvo firme en su posición de no dejarla volver a los shows.
Hace una semana llegó al hospital de Chía para un chequeo de rutina, pero su salud estaba muy deteriorada. Murió este miércoles en la mañana. En la página de discos fuentes aparece esta cita que da cuenta de cómo quería morir.
“Vivo el día y no temo porque el destino lo rige todo y el destino es marcado por Dios. Mi tesoro es que tengo fe, la que mueve montañas y a diario agradezco el que la vida ya cumplió conmigo. En mi muerte sólo espero que sea en paz con Dios, que tenga la conciencia tranquila y esté en mis cinco sentidos".