Conciencia planetaria: nuestro derecho a desaprobar

Lun, 18/11/2019 - 07:27
El filósofo y escritor Jean-Jacques Rousseau, publicó en 1762 un acuerdo llamado Contrato Social, con el fin de explicar los orígenes y las funciones del Estado y los derechos humanos. Esta te
El filósofo y escritor Jean-Jacques Rousseau, publicó en 1762 un acuerdo llamado Contrato Social, con el fin de explicar los orígenes y las funciones del Estado y los derechos humanos. Esta teoría se basa en la premisa de que, para vivir en sociedad, los miembros de esta acuerdan un compromiso unificado, en donde priman los derechos y deberes de los individuos. Del mismo modo, en cualquier momento la comunidad e incluso la persona pueden aprobar o desaprobar, si lo desean, alguno de los puntos del contenido. Esa es la esencia de la libertad y el derecho propio, pues en cualquier situación la inteligencia del hombre puede cambiar el rumbo de las cosas para mejorar su existencia. Hace poco, tuvimos el gusto de recibir en nuestro círculo de profundización y diálogo existencial, un texto sobre la “Desaprobación” enviado vía e-mail por el ingeniero electrónico y cibernético Paul Díaz, quien además de pertenecer a este grupo, es un inquieto y moderno pensador e investigador del comportamiento humano. En esta sesión, los participantes fueron el psicólogo clínico Alfredo Alvernia, el médico Hernando Mosso, el sacerdote Giovanny Sierra y el ingeniero de sistemas Manuel Día. [single-related post_id="1210828"] Inspirado en los argumentos del mencionado texto, quiero invitarlos a que despierten su conciencia y voluntad hacia la erradicación de la indiferencia social, venciendo el estado de indolencia en el que permanece nuestra actitud diariamente, visualizando la terrible realidad planetaria en donde estamos arrasando con los recursos naturales y afectando el bienestar de los seres humanos, su comunicación e interacción con los otros. Partiendo de la premisa: “nada podemos hacer solos”, debemos entender que es a través de la fuerza de la unidad tanto personal como social, por medio de la cual podemos encontrar el sentido de la vida, apoyándonos y ayudándonos mutuamente, pero teniendo presente que al final, cada uno de nosotros es responsable de encontrarse a sí mismo y de decidir su propio destino. Por lo tanto, mi deseo e intención, es que florezca en sus mentes el derecho natural a la “Desaprobación” de los temas que a continuación les relaciono, con el fin de que reflexionen y comenten al respecto. Recibiré con gusto sus opiniones, para seguir ampliando el constructo hacia un pensamiento más libre, incluyente y lúcido en cada uno de mis queridos lectores: [caption id="attachment_1213397" align="aligncenter" width="600"] Cortesía Revista Life (1973 – Time Inc.)[/caption] 1. Desapruebo la despiadada competitividad como la base de nuestro sistema, pues soy consciente de que este funcionamiento engendra descontento, dolor y frustración a la inmensa mayoría de los perdedores.  2. Desapruebo la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles, porque a pesar de los límites que puede asumir la sociedad, ellos no deben quedar excluidos pues la compasión y el servicio al prójimo, debería ser uno de los principales valores de la comunidad. 3. Desapruebo que congelemos o desechemos diariamente toneladas de comida para que los índices bursátiles no se derrumben, en lugar de ofrecer esa comida a los necesitados y de permitirle a algunos centenares de miles de personas, no morir de hambre cada año.  4. Desapruebo que se divida a la opinión pública creando partidos de derecha y de izquierda, que tienen como premisa los habituales desacuerdos y las peleas entre ellos, haciéndonos creer de esta manera, que el sistema está mejorando y avanzando, cuando en realidad está polarizado. 5. Desapruebo el poder de influir a la opinión pública según los intereses de algunos dirigentes de empresas e instituciones oficiales, grupos políticos, económicos y religiosos. Históricamente sabemos que en algunas ocasiones esta posibilidad ha estado en manos de algunas religiones y partidos políticos. 6. Desapruebo que la idea de “la felicidad” se reduzca a la comodidad; desapruebo que “el amor” se reduzca al sexo y que “la libertad” se reduzca a la satisfacción de todos los deseos, porque esto es lo que refuerza la publicidad cada día. La verdad es mucho más simple: “cuanto más infeliz soy, más consumo”, aceptando el triste papel de ficha de ajedrez, sacrificándome por el buen funcionamiento de la economía global. Esta no es la idea de la felicidad: cambiar el ser por el tener. [caption id="attachment_1213402" align="aligncenter" width="700"] Cortesía Revista Life (1973 – Time Inc.)[/caption] 7. Desapruebo que el valor de una persona sea siempre proporcional a su cuenta bancaria; que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades; y que sea marginado del sistema si no produce lo suficiente.  8. Desapruebo que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia y sabiduría nos es muy útil, entendiendo que no somos la sociedad más evolucionada del planeta y necesitamos de sus consejos y guía. 9. Desapruebo que se me muestren las noticias más negativas y violentas del mundo todos los días, sin hacer el suficiente énfasis en los acontecimientos positivos y esperanzadores que también ocurren en el planeta. Es increíble que nuestras mentes se puedan programar para creer que nuestra situación es normal y que tenemos la “suerte” de vivir como vivimos. No podemos aceptar que mantener el miedo en nuestros espíritus, en ningún momento sea beneficioso para todos nosotros. 10. Desapruebo consumir gustosamente la carne avícola, vacuna o de pescado tratada con abundancia de hormonas, sin que explícitamente nos avisen del riesgo que corre nuestra salud.  11. Desapruebo que el cultivo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) se establezca como una práctica, permitiendo a las multinacionales agroalimentarias modificar genéticamente las plantas, patentar nuevos seres vivos, almacenar ganancias considerables y tener bajo su “control” la agricultura mundial.  12. Desapruebo que algunos laboratorios farmacéuticos de forma irresponsable vendan en los países económicamente desfavorecidos, medicamentos experimentales y descontinuados en naciones más “desarrolladas” que las nuestras. [caption id="attachment_1213403" align="aligncenter" width="629"] Cortesía Revista Life (1973 – Time Inc.)[/caption] 13. Desapruebo la idea de que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza: cazar/ser cazado o ganar/perder, pues si estamos dotados de una conciencia, un lenguaje y una inteligencia superior, no deberíamos utilizarlas para justificar este modo de actuar tan irracional y primitivo. 14. Desapruebo considerar nuestro pasado como una continuación ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas, violación de derechos, injusticias, terrorismo, inseguridad y falta de paz, cambiando estas erradas premisas por la búsqueda de la felicidad sencilla y verdadera.  15. Desapruebo la inconsciencia del ser humano, pues la naturaleza dedicó millones de años para su creación y evolución, y no es justo que por culpa de la aterradora enfermedad de “la locura del poder” padecida por algunos gobernantes del mundo, nuestra especie se vea amenazada de ser destruida en pocos instantes a través de las armas nucleares. 16. Desapruebo la búsqueda desesperada del beneficio propio, como fin supremo de la humanidad y la acumulación de riquezas como la máxima realización de toda la existencia. De esta manera la vida, jamás será plena y no podrá tener equilibrio mental ni emocional y mucho menos sanidad interior. 17.  Desapruebo la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y de la vida en nuestros océanos. Desapruebo la extinción de las especies animales y el aumento de la polución industrial, al igual que la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos que dañan el agua, el aire y la naturaleza, haciéndonos creer que es algo necesario para el mejoramiento de la vida. [caption id="attachment_1213404" align="aligncenter" width="700"] Cortesía Revista Life (1973 – Time Inc.)[/caption] 18. Desapruebo la utilización de toda clase de aditivos químicos y artificiales en las máquinas, en la tierra y en mi alimentación, pues contrario a lo que dice la publicidad sobre algunos productos, estos son nocivos y peligros para la salud y pueden generar enfermedades crónicas.  19. Desapruebo varias cosas del sistema, planteándome objeciones al mismo, pues no estoy dispuesto a seguir cerrando los ojos ante todo este caos con la excusa facilista de que estoy demasiado “ocupado” con mi subsistencia y el resto de mis preocupaciones. Además, de seguir creyendo que es una “suerte” sobrevivir de este modo sin aspirar a ser más feliz, sereno y con paz personal, en otras palabras, “vivir plenamente”. 20. Desapruebo la imposición de este contrato social, porque he preferido ver la realidad de las cosas así sea dolorosa y confrontativa, y no con la realidad engañosa que el mismo sistema me las quiere presentar (Es mejor el “dolor” de ver al “sufrimiento” de no querer hacerlo).

La necesidad de descubrirme

“El ruido hace mucho mal y el mal hace mucho ruido”, me lo decía durante sus conferencias en los retiros espirituales el querido padre Fernando Umaña Montoya, fundador en Colombia del Foyer de Charité y quien mientras escribo este artículo, se encuentra muy delicado de salud. Pero contrario a algunas “noticias falsas”, no ha fallecido y está siendo cuidado por la comunidad Alianza Nueva en su casa de Zipaquirá. [caption id="attachment_1213405" align="aligncenter" width="626"] Padre Fernando Umaña Montoya, quien se encuentra delicado de salud[/caption] Él me enseñó que debemos oír nuestra voz interior pero conectada a una fuente de amor espiritual, y que los espacios de “soledad reparativa” son vitales para tomar decisiones que ayuden a fortalecer nuestra autoestima a través de una actitud sencilla y humilde que nos libere de las cadenas de la ambición desmedida y el ego insano. Así lo describo en mi libro Viajero Interior: Un Camino Simple hacia la Serenidad Personal: “Debemos buscar el equilibrio escuchando más y aconsejando menos. A veces, cuando nos dejamos influenciar por las sugerencias no siempre positiva de los demás, se puede empeorar la situación, sobre todo si quien nos aconseja, tiene conflictos y debilidades personales por resolver. Por eso, más allá del personaje social y el actor emocional, debes encontrar la persona auténtica para desarrollar tu verdadero potencial interior”.

Pasos para aprobarme a mí mismo

[caption id="attachment_1213406" align="aligncenter" width="623"] Cortesía Revista Life (1973 – Time Inc.)[/caption] 1. El cerebro es el canal que mueve la energía a través de la mente: mediante la interpretación de todo tipo de códigos, símbolos y lenguajes para entender mejor la realidad. Por eso, en el silencio debo preguntarme ¿quién soy yo realmente? Y esperar a recibir una respuesta desde las profundidades del inconsciente, sin las interferencias de ruidos externos o de aparatos electrónicos como celulares y computadores, que hoy en día son los causantes de la “intoxicación” digital. Recordemos que la tecnología es beneficiosa para nosotros en la medida que la usemos de forma equilibrada y sin las exageraciones que nos induzcan a la adicción y la obsesión. 2. Tener una mente abierta significa estar dispuesto a resignificar creencias, cambiar hábitos y reaprender nuevas opciones de transformación personal, para escuchar la contestación del corazón a los cuestionamientos del alma. 3. Con el fin de lograr una comunicación clara, debo empezar por aceptarme con mis defectos y virtudes, teniendo en cuenta la flexibilidad para el cambio y la confianza en la buena intención que tengo hacia mi crecimiento personal. 4. La intención de este diálogo es la autoafirmación personal que se reflejará en el mejoramiento de los pensamientos, acciones, palabras y emociones, con una cálida y amorosa actitud hacia las relaciones afectivas, familiares y laborales, desde la base de la sinceridad. 5. Al escucharme a mí mismo puedo aprender a escuchar al otro: así́ comprendo la importancia de utilizar el lenguaje como una herramienta para perdonar, sanar y transmitir opiniones de una manera considerada y compasiva, sin caer en la trampa de culpar a los demás.
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