El primer día de agosto inició de la mejor manera, aunque en las siete primeras horas no lo parecía. Tenía tres llamadas perdidas - ¡Mierda! - exclamé, mientras intentaba meter la mano al bolsillo para revisar el celular, pero escasamente podía mover el cuello en TransMilenio.
Llegué a la siguiente estación, me bajé en medio de empujones y descubro que el entrevistado era el que insistía. - Qué habrá pasado, será que no puede y me cancelará- me pregunté, mientras veía agonizar mi teléfono por no enchufarlo durante la noche. Acudí a mi libreta de apuntes y allí estaba el número en letras mayúsculas: ESCRITOR Y PERIODISTA , CRISTIAN VALENCIA.
Digité el número con expectativa y zozobra. - Alo- me respondió con la frescura mañanera y su acento caldense. La conversación fue rápida, solamente cambiamos el lugar del encuentro. No sé si fue una jugada planeada, pero entendí que 'El Andante' hilaba con las letras que me dibujó en cada respuesta.
El lugar estaba cubierto con un tono ocre y unos cuadros a blanco y negro que muy seguramente imponían alguna alegoría. Además, los dueños eran artistas del pan y no puedo negar que sus arepas de maíz, acompañadas de pequeñas bolitas de mantequilla para esparcir, ¡estaban deliciosas!
Terminó el desayuno, vamos al monólogo
Conocer un homónimo es un hecho particular y en ocasiones atado al azar, al destino, a la vida. Sin embargo, esta vez lo busqué por mi cuenta; me intrigaba el hecho de que una persona se llamará igual que yo y fuera periodista. ¡Periodista en Colombia! Para ponerme en contacto con él recordé un hecho que sucedió hace unos años. [single-related post_id="919623"] Cristian Valencia visitó mi colegio en Bogotá. Yo me encontraba en el salón de clases cuando la profesora de literatura, muy emocionada, me llamó apresuradamente para presentarme a mi 'tocayo', -reconocido escritor- mencionaba la maestra. Tuve el gusto de estrecharle la mano aún en mi desconocimiento adolescente. Recuerdo que me hizo un par de preguntas que hasta el momento han definido mis gustos y podría afirmar que mi única intención en la vida. De seguro, o quizá no tanto, que la profesora, tras su expresión de curiosidad al encuentro, entregó alguna referencia sobre mi trabajo en la clase, algo sobresaliente. La pregunta que Valencia hizo fue ¿te gusta escribir? , ¿ te gusta el periodismo?. En ese momento, aunque la memoria ahí comienza a nublarse, me sonrojé y dije con cierta inseguridad que sí. Ahora estamos sentados, descomplicados y con esa compinchería que nos brinda la prensa. Cristian Valencia desde los ojos de Cristian Valencia.Bitácora del dragón
Cristian Valencia resumió sus 55 años en cortas oraciones. Ha pasado por la vida narrando a Colombia en experiencias, viajes, temas, obsesiones, admiraciones, conflicto y paz. Nació en Santa Marta por una casualidad pero se crió en Caldas, Quindío. Dice que cuando joven no pretendía terminar su carrera de periodismo."Yo solo recuerdo que escribía. No escribía nada pero escribía".En busca de experiencia logró escribir noticias en el diario La República, en donde lo contratarían después como periodista. Afirma con cierta complacencia, -siempre he sido independiente y ahí no encajé.- Es amante de la diversidad, de la prosa directa y el lenguaje colorido de las diferentes regiones. Conversar con la gente de este país es su nacionalidad. Su rostro denota cansancio, lucha, incertidumbre y en palabras tenues admite que -¡toca salir a buscar la papita, hermano! - Confiesa que -al principio fue difícil, los cánones editoriales del país antes no aceptaban la crónica, escasamente uno o dos cronistas. Solamente permitían las noticias y las entrevistas.- de ahí que su trabajo sea hecho a pulso e imaginación. Ha sido reconocido por su columna en el periódico El Tiempo, con la que ganó en el 2016 un Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Su objetivo en ella es entregar - una alternativa de lectura creativa y diferente a la que proponen los demás, siempre hay una fabula adentro que obliga al lector a conocer las realidades posibles mediante un personaje o un narrador responsable del recorrido.- Sus relatos han sido publicados en revistas como Gatopardo, Soho, Cromos y abandera con total orgullo al pronunciarlo los programas públicos para fomentar la lectura y la importancia de las ciencias sociales en -la Colombia profunda que no se ha explorado.-
García Márquez no escribió 'Cien Años de Soledad' sentado en un computador desde Bogotá"Se autodenomina un 'quemador' pues escribió cinco novelas y las carbonizó ahí mismo porque no cumplieron su propósito. Escribió una selección de crónicas en el 2007 con la editorial Random House- Mondadori, titulada 'Hay días en los que amanezco muerto'. También escribió un par de novelas con la editorial Planeta como 'El rastro de Irene', publicada en el 2001; 'Bitácora del Dragón', en el 2003 y su última obra en el 2017, 'Perdidos en Carsonciti'.
El periodismo de Guerra
En escocia, el apellido Valencia se le otorgaba a los guerreros que liberaban a un pueblo de las opresiones. Es la analogía que con su respectiva adaptación representa a mi 'tocayo'. El cronista, con ironía expresó, que en plenos años 80, época de violencia y de una sociedad burócrata desinteresada por la desigualdad inminente, se encontraba cubriendo una zona en conflicto y les gritó a varios periodistas europeos que esperaban alguna masacre para reportar de inmediato."Chulos, carroñeros, hijos de puta... vienes a buscar muerte y sangre, yo busco vida. Mi patria me duele".El samario siempre soñó con un periódico de guerra, - no como los tradicionales que reportan desde las grandes ciudades: Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga, y que hablan de conflicto hasta sin conocerlo, sino uno que brindara soluciones reales a la población olvidada. Algo así: ¡Señora, mire! para que su casa no se inunde haga un pozo séptico, de está manera, con estos materiales y no espere la ayuda de nadie que nadie la va ayudar. Ese periódico no hubiera prosperado porque es prensa revolucionaria-.
Navegar en tiempo narrativos
Para lograr toques independientes y personales, el novelista aconseja, -escuchar momentos de respiración, aprender a leer en voz alta y reconocer el ritmo de los otros. Empezar a fortalecer un punto de vista. Más que enseñar a leer y escribir, es fortalecer la opinión propia y construirla y que se note en las cosas que haces-. En su última obra, Perdidos en Carsonciti, el autor explica que -para poder ver la violencia de este país yo la descontextualizo, la pongo en un ambiente de western con la realidad nacional.- El western es un estilo estadounidense que ambienta al viejo oeste; su forma de vida y su idiosincrasia particular. Para Cristian Valencia, es igual que Colombia y su violencia cíclica, - nosotros ya no sabemos cuando fue la masacre del Billar, de la Mejor Esquina, del Bagre, de La Chinita ni de Carepa.Escó , qué, cuándo llegará el tiempo de la alegría? - un día de estos, Escó"A cuenta gotas, la novela resume el nacimiento de los actores armados del país en relación con la costa este norteamericana, pues allí, afirma el autor -Llegabas vos a un lugar con tu esposa, tenías hijos e hiciste un rancho grandísimo, tenías 400 vacas y se hizo un pueblo. Otros que pasaban por ahí, veían que tenías demasiadas vacas y te robaban 10, 20, 30 o 40 vacas y como no había ley contrataban al primero que llegaba para quitar el problema de encima. De ahí matan al que roba las vacas y aseguran que esos manes pueden volver, entonces pague la seguridad mensual. Después tienes que contratar a otro para sacar los primeros.- En relación a su próxima novela, Chocó Pacífico, confesó que - No he podido terminarla porque he estado ocupado llenando la nevera. Yo no soy un escritor que puedo escribir por horas, tengo que estar 24 horas ahí metido. Sacar un mes y medio o dos, yo que no tengo billete, me toca trabajar mucho y becarme a mi mismo. La novela se efectúa en el chocó y todo lo que pasa en este lugar.- La entrevista terminó, tomó su bicicleta y se fue perdiendo en un pedaleo lento entre las calles del barrio 'La Soledad' en Teusaquillo. Es un barrio peculiar con aroma colonial, rodeado de población flotante que recurre a teatros, librerías y que degusta de gastronomía original y creativa. En 'La Soledad' hay un monumento del prócer independentista José Prudencio Padilla, quien aguerrido luchó contra los colones en el mar. Todos estos elementos representan el discurso del escritor: buscar la independencia mediante el reconocimiento soberano de nuestra identidad.